“YO SOY
ESPARTACO”
Julio Antonio Vaquero Iglesias
Kirk Douglas ha muerto a los 103 años. Para
muchos de los miembros de mi generación forma parte de nuestra vida. No solo
porque fue uno de los grandes de la edad dorada de Hollywood que alimentó
con sus films y los personajes que interpretó nuestra forma de entender
el mundo y concebir la vida ( no siempre para bien, es cierto), sino que en
cierto modo también en su vida real supuso un ejemplo de conducta y
comportamiento ideológico y político.
Espartaco, aquel esclavo inolvidable que puso en peligro a la
Roma todopoderosa y esclavista, fue a través de su interpretación un
personaje que pasó a formar parte
de nuestra conciencia y experiencia
vital, de tal manera que algunos de
nosotros llegamos a confundir al líder
de los esclavos rebeldes con la figura de Kirk Douglas y a éste con el
personaje histórico real y hasta alguno seguro que en algún momento de su vida
también ha gritado o pensado como en aquel magistral film de
Stanley Kubrik: “Yo soy ( o quiero ser) Espartaco” . Del mismo modo, otros en vez de ver el rostro de Van Gogh, el
atormentado pintor del pelo rojo, en su
autorretrato han terminado por sustituirlo por el de Douglas en su actuación en
“El loco del pelo rojo” O muchos de
nosotros, por citar solo otro más de
sus personajes, hemos sentido hervir en
nuestros corazones el antibelicismo y el antimilitarismo a través de la figura inolvidable del coronel
Dax de Senderos de Gloria,
interpretado soberbiamente por Douglas.
Pero ahora tras su reciente muerte es
necesario no sólo recordar, como decíamos al inicio, el soberbio actor que fue Douglas, sino
la coherencia que mantuvo entre su actividad como actor y productor y su
propia conducta ideológica y política de
izquierdas. Douglas, hijo de un trapero de familia de origen rusojudío tuvo una
infancia dura sin la presencia de su padre y tras ejercer numerosos oficios
humildes consiguió a través del esfuerzo ir a la Universidad y obtener una
licenciatura de Literatura. Y esa coherencia la expresó con su valiente y
arriesgado comportamiento durante el periodo de la denominada “caza de brujas”
llevada a cabo por el macartismo contra todos los escritores cinematográficos y
actores que consideraban que estaban ligados al Partido Comunista o tenían
ideas izquierdistas. Éstos eran incluidos en una lista que suponía la prohibición fáctica de seguir
ejerciendo su profesión. Douglas se opuso a esa política sectaria y, como
productor, eligió como guionista de Espartaco
a Dalton Trumbo, uno de los perseguidos por aquella política represora como miembro del
Partido comunista norteamericano, logrando
con su actitud que se pusiese fin a aquella práctica ignominiosa.
Durante toda su larga vida, Douglas fue coherente con esas ideas de
izquierda y organizó y participó en numerosas actividades sociales o las apoyó
con su actitud y comportamiento alcanzando a nivel del público norteamericano
un gran reconocimiento. Pero los
dirigentes de aquel Hollywood retrógrado
y conservador nunca se lo perdonaron y eso quizás explica que como actor nunca ganase un Premio Oscar y solo a última hora se le
concedió en 1996 uno honorífico.
Sin duda, Kirk Douglas ha
impregnado nuestro imaginario con sus actuaciones de personajes inolvidables y
con su comportamiento solidario. Sólo nos queda en la hora de su ausencia que
expresarle nuestro reconocimiento.
(Publicado en las páginas de opinión de La
Nueva España, de Oviedo)
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