lunes, 5 de septiembre de 2016

Los orígenes del Principado de Asturias y de la Junta General

            EN TORNO AL ORIGEN DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS


                                                  Julio Antonio Vaquero Iglesias





Se recogen en este libro, Los orígenes del Principado de Asturias y de la Junta General  (Junta General del Principado, 1998), las actas del congreso que sobre el origen del Principado de Asturias y la Junta General se celebró en 1988  con motivo de la conmemoración del VI centenario de su creación. Diez años de retraso en su publicación son, sin duda, muchos años, pero no parece que en ese lapso la investigación histórica  haya añadido nada sustancial a lo que  aportan las ponencias aquí recogidas, la mayor parte de las cuales permanecían todavía inéditas. 
Precedidas de un prólogo del entonces Presidente de la Junta General del Principado, Ovidio Sánchez, y de la presentación del director del congreso y catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Oviedo, Ignacio Ruiz de la Peña, estas comunicaciones no se limitan al estudio del hecho concreto de los orígenes del Principado de Asturias, sino que se tratan éstos en un amplio contexto histórico que va desde el análisis las coordenadas  políticas de la Castilla bajo-medieval hasta el de los otros principados y estados regionales de la baja Edad Media hispánica y europea, pasando por el de las vicisitudes históricas que atravesó la titularidad del Principado durante el siglo XV. De igual modo, la creación y cristalización  de la Junta General del Principado se analiza en el marco de los otros parlamentos, juntas y hermandades bajo-medievales que se desarrollaron en el ámbito hispánico.
            Por incidir de manera directa en la creación de las dos instituciones medievales asturianas, los dos trabajos nucleares  de estas actas son la conferencia que pronunció el medievalista Luis Suárez Fernández  en el acto de apertura del congreso, En torno a los orígenes del Principado de Asturias, y la ponencia de Ignacio Ruiz de la Peña sobre  Aproximación a los orígenes del Principado de Asturias y de la Junta General.
            Estos dos trabajos, matizados y desarrollados en gran medida por  otras de las ponencias recogidas aquí, dan cumplida respuesta a  las  preguntas claves que los historiadores se han venido haciendo sobre estas instituciones: ¿cuál fue  la naturaleza jurídico-pública del Principado? ¿Cuáles fueron las causas que confluyeron para su creación? ¿ Por qué fue Asturias la región elegida? ¿ Qué  vinculación existió  entre el Principado y la Junta?
            El Principado no fue en su origen un mero título de preeminencia con el que nacía el heredero de la Corona de Castilla, sino que  comportaba para éste  la titularidad de un señorío jurisdiccional que comprendía toda la región asturiana y de tal título recibía la investidura en un acto concreto y en un momento determinado de su vida. El Principado era, pues, un señorío perteneciente a las tierras de realengo, que revertía a la Corona y a ella competía su jurisdicción  directa  cuando no existía titular del mismo. Su titularidad sancionaba, pues, de manera firme quién era el heredero de la Corona y permitía a éste practicarse en el arte de gobierno antes de acceder al trono, además  de procurarle las rentas necesarias para mantener su Casa de acuerdo con su condición de cabeza del orden nobiliario.
            Esa configuración institucional del Principado se explica dentro de un proceso histórico más amplio que afecta no sólo al reino castellano sino a los otros reinos hispánicos y, en general, a todo el occidente cristiano medieval: el del enfrentamiento entre la monarquía y nobleza; enfrentamiento  que terminó con el  final aparentemente paradójico  del triunfo de ambas, y del que, para el caso castellano,  realiza una buena síntesis el trabajo que aquí presenta  Emilio Mitre. La victoria final de la monarquía en esa pugna, plasmada en el aumento de su poder político, fue compatible, en efecto, con la continuación del poder económico-social de la nobleza, que se materializó en la acentuación de la señorialización derivada de tal enfrentamiento, y fue sancionado definitivamente con la institución del mayorazgo. Como  se puede comprobar en las correspondientes ponencias, el Principado es el equivalente en la Corona castellana del Delfinado francés, del Principado de Gales, pero también del Ducado y Principado  de Gerona, en la Corona de Aragón. Todos estos señoríos de realengo, vinculados al príncipe heredero, expresan claramente, a través de la configuración institucional mencionada, la decidida finalidad de robustecer el poder de la monarquía.
            Pero esta primera respuesta no responde  a aquella otra pregunta  que ya don  Juan Uría Ríu se hizo al comenzar a bucear en los  orígenes del Principado: ¿ Por qué fue Asturias la tierra escogida  para su creación?                            
            Primero, como se demuestra en la ponencia colectiva presentada por los profesores del Área de Historia Medieval de la Universidad de Oviedo, excelente y completa radiografía sobre la Asturias de 1388, está el hecho de  ser Asturias una región percibida en la época como una región con  una identidad  claramente diferenciada dentro del reino castellano, tanto por su pasado histórico como núcleo seminal de éste, como por su individualización geográfica, cuya expresión formal fue hasta la creación del Principado, su mayor o menor, según los momentos,  individualización dentro del marco político-administrativo de los reinos leonés y castellano. Pero, dadas las causas de fondo que mueven el proceso histórico en el que, como hemos visto, se inserta el origen del Principado, no parece ser ésa la causa fundamental de la elección de Asturias para su creación.   
            La razón principal de esa elección está,  precisamente, como se explica y desarrolla en varias de las ponencias, en el hecho  de ser Asturias uno de los escenarios principales de la lucha entre la nobleza y monarquía a partir del conflicto sucesorio entre Enrique de Trastámara y Pedro I, conflicto cuyo resultado  va a ser la entronización en Castilla de  la dinastía Trastámara. El importante señorío asturiano de  Rodrigo Álvarez de las Asturias, heredado por el bastardo real don Enrique, será desde entonces la plataforma del  enfrentamiento con su hermano como también la del conflicto del hijo bastardo de éste último, el conde don Alfonso, contra su hermano Juan I y su sobrino, el que fue primer Príncipe de Asturias y después reinaría como Enrique III. De esas luchas se derivó la decisiva importancia que alcanzó dentro del Principado la familia de los Quiñones cuyos sucesivos titulares intervinieron como  protagonistas de primer orden en los conflictos entre la nobleza y la monarquía en el reinado  de Enrique IV y en el pleito sucesorio de éste con sus hermanastros Alfonso e Isabel.
             La vinculación del territorio asturiano a la Corona a través del Principado  para anular de ese modo aquel recurrente foco de revueltas nobiliarias fue, pues, una de las motivaciones principales, como así se reconoce incluso en alguno de los textos fundacionales, para que  Juan I eligiese Asturias, en 1388, como base territorial del Principado, y Juan  II lo confirmase en 1444. La hábil política seguida por la que después fue Isabel I como Princesa de Asturias respecto a los Quiñones, según el claro y significativo análisis que  de ello se realiza en la ponencia de María Isabel del Val Valdivielso, va a culminar definitivamente cuando aquélla acceda al trono castellano con la recuperación definitiva para el realengo del territorio asturiano.
            Finalmente, y aunque sea el tema menos desarrollado en el congreso y no se haya aportado nada nuevo en él sobre los oscuros orígenes y  precedentes de  la Junta General, sí parece  claro, según  se desprende de la ponencia de Ignacio Ruiz de la Peña, el avance decisivo que supuso la creación del Principado para el establecimiento definitivo de la Junta General como órgano de representación de la región (más ajustado a la realidad histórica sería decir, de los intereses de determinados sectores sociales) ante la Corona. Se palió, así, en cierto modo,  su  falta de representación en las Cortes. Cortes que durante el siglo XV, en contra de la interpretación historiográfica  tradicional y según la revisión que hace Julio Valdeón en su excelente ponencia, desempeñaron un papel importante en la gobernación del Reino. En definitiva, la creación del Principado fue el factor  impulsor de  la  aparición del modo específico de  articulación política de Asturias dentro de la Corona de Castilla y, posteriormente, en la Monarquía española.
 ( Publicado en el suplemento cultural de La Nueva España, de Ovie3do)

















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