ALTAMIRA
Y EL AMERICANISMO DE LA UNIVERSIDAD DE
OVIEDO
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
El programa del primer
americanismo español a través del viaje de Altamira a América
En el marco de la conmemoración del cuarto
centenario de la fundación de la Universidad ovetense, se ha presentado estos días pasados en sede universitaria este
libro de Rafael Altamira, Mi viaje a América, que recoge la
historia del viaje que llevó a cabo, durante diez meses entre 1909 y 1910, el
insigne catedrático institucionista como
delegado del alma máter asturiana a cinco países de Hispanoamérica y a Estados
Unidos. Los principales objetivos de
aquella misión eran promover el intercambio de profesores universitarios entre las universidades de aquellos países y
la asturiana y estrechar las relaciones intelectuales con ellos para reavivar
el tronco común de la civilización hispánica.
.Mi viaje a América es un libro de documentos que recoge las circulares, comunicaciones, conferencias y
otros documentos que generó aquel viaje con explicaciones intercaladas del
autor. A través de toda esa masa
documental se puede reconstruir con todo detalle, como ya hiciera de manera
brillantemente nuestro siempre recordado Santiago Melón, el significado y
contenido de aquel viaje triunfal que
supuso no sólo uno de los episodios más brillantes de la historia de nuestra Universidad, sino también,
y sobre todo, el origen del americanismos español. Esto es, un movimiento
cultural de aproximación y
estrechamiento de relaciones con aquel conjunto de países que surgieron
del proceso de la independencia colonial.
Sin duda,
con su triunfal viaje por tierras y universidades americanas, Altamira y la Universidad
ovetense se convirtieron en los pioneros
en nuestro país del intercambio universitario de profesores y alumnos con la
América hispana. Secundaban en esta
labor los planteamientos de renovación universitaria diseñados ya en esos
momentos por la Junta de Ampliación de Estudios, institución oficial creada a
impulso de la Institución Libre de Enseñanza. Pero, éste, el intercambio de
profesores y alumnos, no era sino un aspecto concreto del objetivo más amplio y ambicioso que pretendía
alcanzar ese viaje y que era el de iniciar el americanismo español y relanzar las tibias relaciones que se mantenían con los
nuevos estados hispánicos después de su independencia, precisamente cuando se cumplía
el primer centenario aquellos acontecimientos. Lo que originó aquel viaje fue,
pues, la primera etapa del americanismo español y Altamira se le debe
considerar, sobre todo, como el padre de
nuestro americanismo.
El sentido último de ese americanismo, hay que vincularlo al
regeneracionismo de cuño institucionista que ponía el énfasis en la educación y
el desarrollo intelectual como medio para regenerar la nación, sumidas sus
clases dirigentes, como le gustaba decir a Altamira, en el pesimismo patriótico tras,
no la pérdida, sino el despojo del resto de nuestras colonias por el
imperialismo norteamericano. Y en ese sentido el origen intelectual de ese
viaje hay que colocarlo en el famoso discurso de inauguración del curso
universitario 1898-1899 en Oviedo titulado El patriotismo en la
Universidad en el que Altamira desarrolló el programa del regeneracionismo institucionista y diseñó
cómo debía de contribuir la Universidad al mismo. Aunque fuese después en 1908,
con motivo de la celebración por nuestra Universidad de su tercer centenario y del primer
centenario de la independencia hispanoamericana, cuando tomó cuerpo el proyecto
del viaje americano de Altamira al extender a
cinco países hispanoamericanos(Argentina, Uruguay, Chile, Perú, México),
además de una corta estancia en Estados Unidos, el intercambio de profesores que en un principio
se pensó realizar sólo con Cuba, a instancia del rector de la Universidad de La
Habana, doctor Dihigo, una de las muchas autoridades universitarias invitadas a
la celebración de aquellos eventos de 1908 en la Universidad de Oviedo.
En aquel mencionado discurso, el regeneracionismo
que inspiraba el nacionalismo liberal de
Altamira proponía, en el campo del americanismo, una restauración del crédito
de la historia de nuestra colonización americana Pero también una difusión ante
los nuevos países americanos de los valores intelectuales renacidos de aquella
otra España que emergía por debajo de la costra oligárquica del régimen de la
Restauración, y de los que la Universidad de Oviedo, en plena renovación por los institucionistas del Grupo de Oviedo, se
entendía portadora. El objetivo final no era sino revitalizar el tronco de la civilización común hispánica
frente al poder avasallador de las civilizaciones anglosajona y germánica. Por
tanto, estamos ante un americanismo intelectual, no económico, que predicaba
una relación entre España y los países hispanoamericanos, en términos de
igualdad y solidaridad, y no una relación espuria nacida intereses y objetivos económicos
que pretendiese buscar el dominio o la hegemonía española sobre la comunidad
hispánica. .
Ese fue el sentido último del americanismo
que trata de hacer realidad Altamira y el claustro ovetense con el viaje a
América de su delegado. Poco o nada tiene que ver con aquel otro americanismo posterior
que alumbró la dictadura de Primo de Rivera o el de la Hispanidad que propagó
el franquismo Y de ahí que el éxito del viaje se concibiera, como deja
bien claro el historiador
institucionista en este libro, sólo como el primer eslabón de una programa
americanista posterior que Altamira terminó de perfilar con los conocimientos y
contactos que estableció en ese viaje y el cual debería comenzar a hacerse realidad a partir
de su finalización.
A
exponer ese programa americanista Rafael
Altamira dedica la última parte de su libro. El conjunto de medidas proyectado
(creación de un centro cultural hispano-americano en Madrid, de una sección
americanista en Oviedo, libre franquicia para los libros exportados, escuelas
de emigrantes, programa de intercambio de profesores y becas para la asistencia
de alumnos a los congresos de estudiantes, entre otras) suponía, sin duda, un
reflexionado y coherente programa
americanista. Pero, a pesar del éxito del viaje- recibimiento en loor de
multitud de Altamira, entrevista y apoyo del propio monarca- sólo hubo una
aplicación puntual de algunas de las medidas propuestas. Del mismo modo que en
la Universidad de Oviedo, que debería haberse convertido en su centro y foco dinamizador,
pasado el brillante capítulo del Grupo de Oviedo, tal programa fue dejado a un lado y se
convirtió con el tiempo en solo un recuerdo de una etapa en la que los ecos del
nombre de la institución universitaria asturiana y de sus renovados
planteamientos académicos resonaron por
toda América con la oratoria brillante y sabia de Altamira.
LA
ORGANIZACIÓN DEL VIAJE
J. A. V. I
Altamira fue elegido por el
claustro ovetense para llevar a cabo el viaje a América por sus trabajos y vocación americanista,
pero también porque era el miembro de la escuela de Oviedo que tenía mayor
prestigio académico e intelectual fuera de España. Asombra leer la
impresionante labor que desarrolló durante el mismo. Pronunció decenas de
conferencias, cursos, discursos, visitas, dictámenes, informes, reuniones con
estudiantes, profesores y asociaciones de emigrantes españoles, entrevistas con
los principales responsables educativos de los países que visitó- especialmente
en Argentina, México y Cuba que fueron los países en los que su estancia fue de
mayor duración-. A algunas de sus intervenciones asistieron hasta los
presidentes de las repúblicas visitadas. Pero todavía asombra más saber
que el viaje no tuvo ninguna
financiación oficial. La hospitalidad
universitaria, el apoyo económico de algunos emigrantes ricos y la retribución
que le concedió la Universidad argentina de La Plata fueron las fuentes de su
financiación. La verdadera cabeza organizadora del mismo fue el rector don
Fermín Canella, a quien en justa correspondencia está dedicado el libro...
PROFESORES, ESTUDIANTES Y
EMIGRANTES
J. A. V. I.
Paralelamente a las actividades propiamente
académicas universitarias, Altamira realizó una extensa labor formativa, de
apoyo y contacto con los profesores de los diferentes niveles
educativos, visitó escuelas e institutos y dio conferencias en los centros de
formación del profesorado sobre cuestiones pedagógicas y la experiencia de la
Extensión universitaria ovetense. Pero también se reunió y dio charlas y
conferencias a los alumnos universitarios con los que logró, como demuestran
los discursos de sus representantes, un alto grado de identificación. Asimismo
fueron extensas e intensas las
relaciones de confraternización que mantuvo con las asociaciones de emigrantes
españoles. Para todos ellos arbitró medidas en su programa americanista.
( PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE LA NUEVA ESPÑAÑA, DE OVIEDO)
No hay comentarios:
Publicar un comentario