viernes, 16 de septiembre de 2016

                                       LA PLAYA IMPOSIBLE
                                             Julio Antonio Vaquero Iglesias





        La historia de las formas de sociabilidad, entre ellas, las del ocio,  es  ya desde hace muchos años objeto habitual del estudio historiográfico. La historia de Asturias cuenta ya con numerosos y excelentes trabajos sobre este campo. Juan Carlos de la Madrid, el autor del libro que vamos a comentar, ha sido- junto con el profesor de la Universidad de Oviedo Jorge Uría- uno de los historiadores introductores de estos temas en Asturias con sus estudios sobre la historia del cine en nuestra región  El historiador avilesino  publica ahora Aquellos maravillosos baños ( Fundación de la Caja Rural, 2011), libro galardonado con el Premio Alfredo Quirós Fernández 2010, que trata del origen y  la historia del turismo en Asturias en los cien años que van desde 1840 hasta 1940.
            Esos cien años constituyen, según el autor, un ciclo completo en la historia del turismo en nuestra región: creación, maduración y obsolescencia. Es en la década de los cuarenta del siglo XIX cuando se inicia en Asturias  el modelo del turismo de baño frío aprovechando para ello los arenales más que las playas de las que contaba la región Era un turismo selectivo- en realidad más bien veraneo que turismo- de gentes acomodadas que trataba de aprovechar para su salud los arenales asturianos con la creación de balnearios que jalonaron toda la costa asturiana: Gijón, Avilés, Salinas, Candás, Luanco, Ribadesella, LLanes o de Rivadedeva. Es este modelo de turismo-veraneo de playa el que se difunde y  da origen en los años veinte del siglo siguiente a un producto turístico que permite ya hablar de verdadero turismo al extenderse multiplicando otras   actividades de ocio: cine, toros, fútbol, excursionismo… con  fines ahora más lúdicos y de sociabilidad que saludables y  difundiéndose su práctica  de las élites a  las clases medias.
El contenido del libro consiste en la reconstrucción concreta y meticulosa con innumerables e interesantes datos, (sobre todo, a través de las fuentes hemerográficas) de todas esas actividades del veraneo y del turismo asturianos, así como la de  sus infraestructuras,  instituciones y sus políticas de promoción  que llevaron hasta la invención de eslóganes, alguno de ellos  muy similar al que ha venido usando en la actualidad la Administración asturiana como el de “paraíso del turismo”, y hasta promover reclamos para el desarrollo de ese  turismo como el frustrado  intento de que veranease en la región de manera estable  la familia real. A  esos contenidos  hay que sumar, sin duda, como un mérito más del libro, el excelente y nutrido repertorio gráfico que le acompaña.
 La tesis central del libro es  la de que,  en el proceso que conduce  del veraneo al turismo en Asturias, la fase de maduración fue incompleta. Nunca llegó a su pleno desarrollo como lo demuestra el que en ningún momento llegó haber en Asturias una verdadera  ciudad balneario. Ni siquiera Gijón que fue la ciudad que más cerca estuvo de lograrlo, porque en ella  la  turística nunca fue la función  hegemónica, sino la  industrial. El modelo de playa- balneario no logró desarrollarse del todo  en Asturias En realidad, tras la guerra civil, la fase de obsolescencia puso fin definitivamente a la de maduración incompleta de ese modelo para aparecer después de la contienda otro modelo de turismo dominante en España ya diferente del anterior que fue el del turismo masivo de sol y playa en el litoral mediterráneo que vino después de la posguerra.
Las causas de esa falta de maduración del modelo anterior afectan a los tres pilares  fundamentales del producto turístico. En primer lugar, las deficiencias del transporte, porque no se consiguió implantar en la región una red articulada de ferrocarriles y carreteras ni por el interior ni por la costa  que permitiese facilitar los flujos turísticos. Ni siquiera el proyecto de construir en los años veinte una autopista que uniese  Oviedo y Gijón llegó a hacerse realidad. El alojamiento fue también otro obstáculo para ese desarrollo turístico: al contrario que en San Sebastián o Santander, el gran hotel base de aquella playa aristocrática no fue sino excepcional como fue el caso de Avilés que tuvo un gran hotel pero sin playa, al contrario que Gijón que tuvo playa, pero sin gran hotel. Y finalmente fracasó la promoción, como ilustra el caso del  ya citado frustrado intento de construir una residencia palaciega  para  conseguir que los Príncipes de Asturias, no ya los Reyes, veraneasen en Asturias convirtiéndola en otra corte estival. La playa elegante no fue, pues, posible por esos déficit  y ese fracaso limitó el desarrollo del turismo producto, aunque, en cierta medida, aquél sirvió para poner los cimientos en Asturias de esta clase de turismo.
    En fin, no sólo estamos ante un libro importante que nos proporciona una visión de conjunto de la historia del turismo en Asturias hasta el franquismo que no existía en la bibliografía asturiana, sino que también es una excelente obra cuya rigurosa factura académica no es óbice, tanto por su claro y limpio estilo como por el rico y bien seleccionado aparato gráfico que incorpora,  para una lectura agradable y siempre de interés para cualquier clase de lectores. Pero, sobre todo, es el libro de un historiador riguroso, preocupado por enmarcar sus investigaciones con  una sólida  base  teórica, actitudes positivas  que  han caracterizado  también  los anteriores trabajos del autor.   
(Publicado en el suplemento cultural de LA NUEVA ESPAÑA,de Ov

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