lunes, 12 de septiembre de 2016

En el cincuenta anirversario de la tragedia del Sierra Aránzazu

EN EL CINCUENTA ANIVERSARIO DE LA TRAGEDIA DEL “SIERRA ARÁNZAZU
                                          
  TOMÁS VAQUERO IGLESIAS, PILOTO  DE LA MARINA MERCANTE
    jULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS, CATEDRÁTICO E HISTORIADOR





     



  Este 13 de septiembre se cumplieron  cincuenta años del brutal  ataque terrorista  en el Caribe  al buque español “Sierra Aránzazu” cuando  se dirigía a La Habana con una carga  de alimentos, tejidos, aperos de labranza, muñecas y otras mercancías inocuas. La autoría y responsabilidad de  este atentado, que  costó la muerte a tres marinos españoles, el capitán y dos oficiales  y lesiones a  otros seis tripulantes y provocó una intensa reacción emocional en España y tuvo importantes repercusiones mundiales, nunca fue aclarada. Cincuenta años después  conocemos por nuevas fuentes documentales desclasificadas quiénes fueron  los autores materiales y los responsables últimos del atentado. De ahí que  nos parece  un  acto de justicia moral como hermanos de uno de  aquellos marinos asesinados  recordarlos en este aniversario  y difundir su tragedia  dando a conocer  los hechos con  las respuestas  e interrogantes que existen hoy sobre aquel acto de terrorismo
                 Con la  crisis de los misiles en octubre de 1962, los acuerdos entre Kennedy y Kruschev que   incluían la promesa de aquél de no tratar de   invadir Cuba , la política hacia la revolución castrista de los hermanos Kennedy dio un giro estratégico. Se suspendió la operación Mangosta montada para invadir la isla y se puso en práctica la denominada política de vía múltiple que suponía la simultánea  presión diplomática, económica y de operaciones encubiertas para asfixiar la revolución castrista. Entre las medida económicas estaba la de  mantener el bloqueo comercial de la isla impidiendo la entrada  de mercancías de  cualquier naturaleza presionando a los demás países para que suspendieran  las relaciones comerciales  con Cuba y atacando a los barcos que las transportaban. Para conseguir tales objetivos se crearon los denominados comandos autónomos con exiliados cubanos anticastristas que tenían  sus bases fuera de territorio americano, en Centroamérica y el  Caribe, y establecían sus propios objetivos, de tal manera que el Gobierno norteamericano  pudiese practicar ante tales actos ilegales la política de la negación plausible. La CIA se encargó de su financiación, de su adiestramiento,  de proporcionales barcos, aviones, armamento y aportarles la información necesaria para sus operaciones subversivas encubiertas.
 El más importante de esos grupos autónomos era el  Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR)  fundado por  Manuel Artime Buesa,  uno de los líderes  políticos de la Brigada 2506, como se denominaban pomposamente los exiliados cubanos que habían sido derrotados en Bahía Cochinos. El MRR tenía desde 1963 bases de operaciones y entrenamiento instaladas en Nicaragua, Costa Rica y República Dominicana. Contaba con 380 hombres, una avioneta, un  barco nodriza, el “Santa María” que   transportaba  dos lanchas, la Gitana y la Monty, pertrechadas con ametralladoras pesadas y un cañón, y desde las que  realizaban sus operaciones contra territorio cubano y sus ataques a los barcos mercantes. Todo ello era, según documento desclasificado de la CIA,  financiado por la Agencia  que entre junio  1963 y junio de  1964  había invertido  en todos esos gastos materiales y de personal  cinco millones de dólares.
España fue uno de los países  que con permiso expreso  de Franco mantuvo el comercio con Cuba  La  Compañía Marítima del Norte  se encargó de ese comercio  Cuando se produjo el ataque al “Sierra Aránzazu” ya eran veinte los viajes realizados por estos buques y el del Sierra Aránzazu, el segundo que llevaba a cabo. Las presiones por parte del Gobierno de Estados Unidos para que se cortara este tráfico existieron desde que se inició. Y unas semanas antes del ataque,  el embajador español Merry del Val había sido llamado a una reunión con el Secretario de Estado, Dean Rusk, para comunicarle las decisiones de la OEA de presión sobre Cuba y en  la que, con amenazas veladas, insistía al embajador en  la necesidad de la suspensión de ese comercio con la isla.
El “Sierra Aránzazu” navegaba por  Canal de  Las Bahamas hacia el puerto de La Habana, cuando el domingo, día 13 de septiembre, sobre la una y media un avión de reconocimiento sobrevoló el barco  y  a las ocho menos diez una lancha se aproximó por la popa iluminando con sus reflectores  el nombre y la matrícula del  barco. Diez minutos después dos lanchas, una por babor y otra  por estribor, se colocaron a una distancia de unos 50/100  metros del barco y sin previo aviso comenzaron a lanzar ráfagas de ametralladora y algún disparo de cañón sobre el puente de mando, los alojamientos de la tripulación con un evidente ánimo de cortar  las comunicaciones y masacrar a los tripulantes. Alcanzados los depósitos de combustible, el barco se incendió y  el capitán, herido  gravemente, como el segundo  oficial , dio orden de abandonarlo y arriar el bote de babor, porque el de estribor  estaba inservible por los impactos. Cuando los marinos se aprestaban a hacerlo, nuevas ráfagas  de ametralladora hirieron a otros tripulantes, algunos de gravedad  como el tercer maquinista.
 Agolpados los 20 hombres en un solo bote salvavidas  los náufragos  pasaron doce  horas angustiosas. Durante la travesía   fallecieron el capitán Pedro Ibargurengoitia ( Algorta) y el tercer maquinista José Vaquero Iglesias (Villablino). El  bote hacia agua y estropeada la bomba de achique tuvieron que hacerlo con cajas de galletas y sus zapatos. Hacia  las 10 de la mañana del día 14  los náufragos fueron   localizados y rescatados por el carguero holandés “P. G. Thulin”. Atendidos los heridos en el barco falleció el segundo oficial, Javier Cabello (Vigo). El barco holandés llevó a   los supervivientes y los cadáveres a la próxima isla Inagua, al puerto de Matthew Town, desde donde los heridos y los cadáveres fueron  trasladados a Guantánamo y los restantes, al día siguiente, fueron llevados a San Juan de Puerto Rico donde se celebró un funeral por los tres marinos asesinados. Desde San Juan, los tripulantes fueron repatriados en dos expediciones y recibidos en Barajas por las autoridades,  familiares y amigos
La noticia del ataque fue recogida en las primeras páginas de la prensa mundial, menos en por la de  Estados Unidos, donde los grandes rotativos norteamericanos  mantuvieron  un significativo silencio sobre el hecho. En España, la conmoción fue enorme y toda la prensa  siguió  todo lo relativo al atentado expresando su indignación, incluida  la prensa clandestina de izquierda  que atacaba a Estados Unidos y presionaba al régimen pidiendo la identificación y castigo  de los culpables del atentado que atribuían con buen juicio a grupos  anticastristas dirigidos por la CIA. Se produjeron manifestaciones de protesta en varios puntos de España como la que se desarrolló ante la Embajada norteamericana en Madrid o ante el Consulado norteamericano en Vigo.
 El Gobierno español protestó a través de su embajador en Washington considerando responsable a los Estados Unidos por producirse el ataque  en aguas bajo su control militar y en una reunión con  el Secretario de Estado Dean Rusk consiguió que prometiese que se investigaría el ataque  y comunicarían  los resultados al Gobierno español.  El FBI realizó también una encuesta  para averiguar lo sucedido. Todo quedó en aguas de borrajas. El informe del Departamento de Estado nunca vio la luz y el del FBI fue más bien una maniobra de diversión que una verdadera investigación. El Gobierno franquista en cuanto pasó la tensión dejó de presionar y todo quedó en el más denso silencio. La realpolitik pudo más que el honor patrio mancillado y las justas reivindicaciones de justicia de las familias  y amigos de los asesinados y un sector de la población española.
Los grupos anticastristas con el MRR a la cabeza difundieron  que los autores habían sido los castristas. Pero cuando ese bulo resultó insostenible  el MRR varió sus declaraciones reconociendo  que habían  sido ellos, por medio del buque nodriza “Santa María” y las lanchas Gitana y Monty,  los autores del ataque, pero como consecuencia de una confusión del “Sierra Aránzazu” con el  buque cubano “Sierra Maestra”. Esa es la  hipótesis que siguen manteniendo hoy los miembros todavía vivos del grupo y la que predomina hoy entre los autores que han tratado el incidente.
 Pero el análisis de  las pruebas circunstanciales y  los datos directos extraídos de la documentación desclasificada procedente de la Fundación Mary Ferrell y del Archivo de AA. EE. español obligan a poner en duda tales afirmaciones. Entre esas pruebas circunstanciales está el hecho de que es difícil aceptar  que la lancha que identificó al buque iluminando su popa  pudiera equivocarse con su nombre y matrícula y que  cuando las dos  lanchas atacantes se colocaron  a unos 50/100 metros del “Sierra Aránzazu”  no se hubieran percatado de su “error”.  Además, ¿cómo es posible que quieran hacernos creer que con la información que contaban de la CIA pudieran confundir  el barco español con el  “Sierra Maestra”, cuando éste había cruzado el Canal de Panamá el miércoles anterior con dirección hacia China? ¿Cómo fue posible confundir ambos barcos que tenían  una significativa diferencia de tonelaje?. El “Sierra Maestra” era cinco veces mayor que el  “Sierra Aránzazu”
 Dos fuentes directas hablan también de que el ataque  fue planeado con premeditación y alevosía. Un cablegrama  enviado por un agente  a la Central de la CIA y   desclasificado  en 1998  informa de los contactos que ha mantenido con  Alberto Blanco,  lugarteniente de Rolando Cubela, un alto oficial del  régimen castrista que mantenía  contactos con el MRR para preparar el asesinato de Castro y el desembarco en la isla. Blanco le comunica  que va reunirse en París con un miembro del grupo anticastrista que fue la “persona que “arregló” el ataque al  “Sierra Aránzazu” mediante el pago al radio operador que envió la posición (del buque español)  a la nave atacante, dijo que el radio operador había contado toda la historia a  la policía española”. Hoy sabemos que “esa persona que arregló el ataque”  fue Rafael  Quintero, “el coordinador de operaciones navales” del MRR  De igual modo el carácter premeditado del ataque aparece en un despacho dirigido al Ministro de AA. EE. por el Embajador de España en Costa Rica  en el que un espía enviado por éste  a la base anticastrista de Nicaragua, además de describir con todo detalle el barco nodriza  “Santa María” e identificar a sus jefes como miembros de la CIA,  dice que “el ataque contra el “Sierra Aránzazu” fue premeditado, antes de la operación ya se hablaba de hundirlo”. 
Son muchos interrogantes  y datos para que podamos creernos la versión dominante. Pero aún y así no existe hoy ninguna duda de quiénes fueron los autores materiales y los responsables últimos de este criminal atentado así como la tortuosa e injusta actuación del Gobierno franquista en el mismo. Dejarlo claro  en este cincuenta aniversario nos parece  no sólo una obligación con la verdad histórica, sino, sobre todo, como hermanos de una de las víctimas, un deber moral hacia los tres marinos asesinados y el resto de la tripulación  masacrada.         







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