lunes, 29 de agosto de 2016

El Gripo de Oviedo y la Reforma social


                           “ El GRUPO DE OVIEDO”  Y LA REFORMA SOCIAL

                                                                     Julio Antonio Vaquero Iglesias





    “ Excuso decir nuestra ( en cursiva en el texto original), y digo nuestra por todo el grupo( cursiva mía), admiración  y nuestra adhesión al programa y a su admirable razonamiento (…). Me ligan aquí muchos deberes ideales y los correligionarios todos son resueltamente opuestos a la desmembración del núcleo ( cursiva mía)” ( G. J. Cheyne, El Renacimiento ideal: Epistolario de Joaquín Costa y Rafael Altamira, Alicante,1992, página 111).


            Este fragmento de una de las cartas de Altamira a Costa que forma parte del abundante y rico epistolario que hubo entre los dos intelectuales regeneracionistas, y en el que puede apreciarse el apoyo prestado - al menos inicialmente-  por el profesor e historiador alicantino  en nombre del “Grupo de Oviedo” al movimiento costista de la Liga de Productores y las Cámaras de Comercio, me parece  que expresa bien, por una parte, la conciencia que los componentes del “Grupo - al contrario de lo que ocurrió  con los de la Generación del 98, cuya denominación, como es sabido, fue creada por Ortega y difundida después por Azorín- tuvieron de su identidad como “grupo”, cuyos integrantes especifica Altamira en esa misma correspondencia en varias ocasiones:  Adolfo Buylla, Aniceto Sela, Adolfo Posada y él mismo. Pero también denota, por otra, la conciencia del “Grupo” de ser el centro - “núcleo” es el término que emplea Altamira en su epístola- de un importante “movimiento” de profesores e intelectuales de variada tendencia ideológica, es decir, no estrictamente institucionistas como eran ellos, que en Oviedo colaboraron activamente con sus planteamientos reformistas.

                               Pues bien.  Esta obra colectiva, Institucionismo y reforma social en España. El Grupo de Oviedo. Barcelona: Talasa, 2000, coordinada por el profesor de Historia contemporánea de la Universidad de Oviedo, Jorge Uría, autor de su excelente prólogo y también uno de los coautores, trata de la historia del “Grupo de Oviedo” no sólo considerado en su sentido estricto, es decir,de la trípode pedagógica, como les denominaba ofensivamente a Buylla, Sela y Posada, el periódico integrista La Cruz, más Rafael Altamira, sino también del movimiento de profesores e intelectuales  que propició su liderazgo intelectual dentro del marco, y más allá de él, de la Universidad de Oviedo. Así en este libro se incluyen, desde la perspectiva concreta que adopta,  trabajos sobre  Clarín- a quien, a pesar de comulgar con las “ideas madre” del krausoinstitucionismo, por su desvinculación formal con la Institución Libre de Enseñanza y por su independencia intelectual no se considera en sentido estricto  miembro del “Grupo”-  y también acerca de Melquiades Álvarez, Rafael María de Labra y Arturo Buylla Alegre.

        Ese analisis de la labor intelectual y práctica de los institucionistas ovetenses se realiza en esta obra desde el prisma  de la reforma social, entendida ésta en el sentido concreto de las medidas para resolver la cuestión obrera, y por ello, se incluyen en ella trabajos que hacen referencia a la convergencia de  esa concepción y práctica de la reforma social con las ideologías y partidos que también la defendieron y trataron de hacer realidad como el republicanismo de viejo cuño y  aquel nuevo liberalismo que comenzaba a imponerse desde finales de siglo en diversos Estados europeos con una clara orientación  intervencionista del Estado en lo social y cuyos planteamientos adoptó el reformismo melquiadista. Y también trata de la influencia que la propia concepción de la reforma social de los institucionistas ejerció sobre el liberalismo argentino a través de la labor realizada en ese sentido por Altamira y Posada en sus sendos viajes a ese país latinoamericano.

             Estamos, pues, ante el intento de proporcionar desde la perspectiva de la reforma social una visión integral de la obra del "Grupo de Oviedo”, cuyo significado tiene mayor alcance que ser otra visión más sobre la reforma social de una facción o “escuela”  dentro del institucionismo español, contextualizada en el marco de las relaciones y convergencias que tuvo con las que adoptaron el republicanismo y el liberalismo intervencionista en España. Puesto que, sin duda, la concepción y práctica que de ella  desarrolla el “Grupo de Oviedo” representa los planteamientos que sobre esta cuestión mantuvieron los institucionistas  de otras partes de España, si tenemos en cuenta, además de lo dicho anteriormente, que fueron “los del Obelisco de Oviedo” - como también se les denominó significativamente-  los que marcaron las pautas dentro del institucionismo español sobre su concepto y práctica de la reforma social, debido  quizás a la presencia coincidente de ese conjunto de profesores e intelectuales institucionistas  en una región como la asturiana que caminaba en aquellos años del fin de siglo a pasos acelerados hacia su industrialización con graves y frecuentes tensiones sociales derivadas del enfrentamiento entre la emergente clase obrera y el capital.

                        Los  trabajos que componen este libro se articulan, coherentemente con esa orientación con que ha sido planteado, en tres grandes conjuntos o secciones. Primero, bajo la rúbrica de la Cuestión social, reformismo y republicanismo, están los que tratan de la convergencia de la reforma social tal y como la pensaron y la aplicaron los componentes del “Grupo” con la del  primer republicanismo español ( Sisinio Pérez Garzón), el liberalismo intervencionista melquiadista ( Manuel Suárez Cortina);  la influencia que tuvo sobre el ideario reformista social del liberalismo argentino a través de Altamira y Posada ( Eduardo Zimmermann) y los puntos en común  y las especificidades que presenta con relación al "Grupo de Oviedo" el reformismo social de Rafael María de Labra ( Francisco Erice). El núcleo del libro lo forman los estudios que componen su segunda parte bajo el título Teoría y práctica de la Reforma social,dedicados al análisis del discurso y la acción de la reforma social de aquellos miembros del "Grupo" que mayor atención le dedicaron como fueron Adolfo Posada ( Jorge Uría) y Adolfo Buylla ( J. A. Crespo Carbonero), además del trabajo de Santiago Castillo en el que analiza la posición ambivalente que adoptaron de los socialistas españoles ante el reformismo social de los institucionistas ovetenses a través del estudio de la actitud  que adoptó ante la Extensión Universitaria el dirigente socialista Juan José Morato. Finalmente, la tercera parte se dedica a las Proyecciones de la reforma social en la literatura con el trabajo de Yvan Lissorgues  sobre Clarín, de excelente factura  por la amplia perspectiva comparativa  con que aborda el hacer y pensar del autor de La Regenta sobre la reforma social en relacion con los de "Grupo de Oviedo"; en  la ciencia, de la que Alfredo Baratas analiza el significado del giro hacia el positivismo de los institucionistas y su importante labor en pro de la institucionalización de la labor científica. La proyección en el campo de la medicina es tratada con el estudio de los planteamientos de Arturo Buylla y Alegre sobre la lucha antialcohólica; y en la educación con el documentado y novedoso trabajo de Carmen García sobre la labor de Rafael  Altamira al frente de la Dirección General de Enseñanza, y el más general de Aída Terrón sobre el ideario y las realizaciones pedagógicas del "Grupo de Oviedo".

                Los límites  y el alcance de esta concepción y práctica de la reforma social que mantuvieron los integrantes del “Grupo de Oviedo” y, por extensión, los del proyecto institucionista quedan claros a través de este libro, especialmente, en algunos de sus trabajos como los de Erice, Uría y Lyssorgues. El idealismo utópico - en los sentidos filosófico y negativo de uno y otro término respectivamente- que fundamenta sus planteamientos sociales, les lleva a la convicción de que, en el marco de una progresiva evolución de la Humanidad, está en el orden de las cosas la posibilidad de una sociedad armónica en la que puedan convivir sin antagonismo las clases sociales, una vez que se logren superar las causas que los producen a través de la mejora de su condición social por la intervención del Estado, pero también por la acción de las otras clases sociales. Y, sobre  todo, dado que consideran que la raíz de la pobreza del “cuarto estado” es de carácter ético, nacida del egoísmo de las clases que lo explotan y de su propio  comportamiento inmoral derivado de su ignorancia y falta de cultura, ponen un  énfasis desproporcionado en la educación y la enseñanza como elemento decisivo de la reforma social. De ahí su negativa a reconocer la realidad de la  lucha de clases y su rechazo, no sólo a aceptar todo planteamiento revolucionario del “partido obrero”, como se decía entonces, sino también la aceptación de  posición más limitada  de basar la acción de la organización obrera en el supuesto de  la inherente  reproducción  de desigualdad que conlleva el sistema económico capitalista; de ahí también el carácter paternalista y la actitud defensiva y profiláctica  con que abordaron la cuestión obrera.

        Con todo y como contrapunto de lo anterior, también algunos de los autores  ( Lyssorgues,  Crespo Carbonero) señalan ciertas aportaciones positivas que esa manera de entender y hacer la reforma social  supuso, aportaciones que incluso vistas  desde la coyuntura del capitalismo neoliberal y de la cultura de la posmodernidad de hoy pueden parecernos más aceptables. Su condición de intelectuales comprometidos, su decidido apoyo y práctica de la intervención social del Estado y, mas allá del aspecto concreto de la cuestión social, su lucha por la superación  del orden caciquil de la Restauracion y por la implantación en España de un orden democrático y desarrollado social y económicamente.

             En realidad, es ese contenido amplio el auténtico significado que tiene para los del “Grupo de Oviedo” y para el resto de los institucionistas, la expresión  “reforma social” que supone para ellos algo más que la solución de la cuestión obrera y, aunque a ello se refieren algunos de los autores en sus trabajos y de manera más explícita lo plantea Lyssorgues en el suyo sobre  Clarín, no hubiera estado de más haber dedicado un trabajo específico al análisis de esa concepción amplia de la reforma social como contexto desde el cual poder comprender mejor su visión  de la cuestión obrera. Lo cual no disminuye un ápice el valor de este libro, cuya importante aportación no va a pasar desapercibida- o no debería- dentro de la producción historiográfica de este año sobre la historia contemporánea de España. Libro que, proyectado en el marco de la conmemoración centenaria de la creación y la acción universitaria del “Grupo de Oviedo”, ha sido uno de los escasos frutos valiosos que ha aportado tal evento. Y un buen preludio, sin duda, para los que es deseable se consigan con la conmemoración el próximo año del centenario aniversario de la muerte de Clarín.  
  ( Publicado en el suplemento cultural de La Nueva España, de Oviedo)

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