viernes, 12 de agosto de 2016

Crédito y Sociedad en la Asturias dek XIX





            CRÉDITO Y SOCIEDAD EN LA ASTURIAS DEL SIGLO XIX
                                         JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS



            ¿ Cuál  fue dentro de la economía asturiana del siglo XIX el  valor y el significado del crédito privado? ¿ Cuáles las transformaciones que sufrió éste con la introducción del capitalismo liberal en  la región? ¿ Se sustituyó, como ha demostrado E. Fernández Pinedo que así ocurrió en el caso del País Vasco, la modalidad crediticia  típica del Antiguo Régimen, el censo (contrato ante notario en el que el receptor del préstamo, que es perpetuo o redimible, sujeta un bien como garantía del pago de los intereses anuales determinados con una tasa  fijada por el estado) por la obligación, un préstamo tal y como lo entendemos hoy? ¿ Cuáles fueron las condiciones de los créditos, es decir, los plazos, los intereses y las garantías?.
             Todas estas preguntas se responden  en este libro, Crédito y Endeudamiento en la Asturias del siglo XIX  (RIDEA, 1999), de los profesores  José María Moro y Francisco Erice, conocidos investigadores de la historia contemporánea  asturiana. Pero no sólo encontramos en él tales respuestas. Porque estamos, además - lo que, por otra parte, es coherente con el perfil y la trayectoria investigadora de los autores- ante algo más que una obra de historia económica, sino, sobre todo, ante una investigación de historia social.
            Su objetivo principal ha sido determinar las características del crédito como  mecanismo de enriquecimiento y  endeudamiento de las clases acomodadas, además de expresión  de sus actitudes y comportamientos sociales y económicos; y también analizar la actividad crediticia como reflejo de la pobreza e instrumento para generarla entre los campesinos y clases populares urbanas que empujados  por la necesidad participaron de él. De ahí que hayan tenido que investigar, con el máximo detalle que les ha permitido la fuente que utilizan, quiénes eran los prestamistas y cuáles los sectores sociales endeudados, sus motivaciones y el destino de los créditos.
            Esa reconstrucción la han realizado los autores a través de una muestra representativa de los documentos  de crédito existentes en los protocolos notariales. La muestra  abarca por tanto no sólo los concejos  urbanos de la zona central, Oviedo y Gijón, sino también algunos representativos de la zona rural del interior y el sector costero del occidente y del centro-oriente asturianos. Estamos, pues, ante un trabajo de gran envergadura, que ha exigido varios años de trabajo y realizar el vaciado y el análisis de miles de esa clase de documentos y cuyas conclusiones pueden extrapolarse, con fundamento, para el conjunto de Asturias. Los límites cronológicos establecidos han sido los del comienzo del régimen liberal –1831-y, por la limitación para consultar la fuente utilizada, el final del análisis se ha fijado en 1885, año que coincide,  grosso modo,  con la terminación de la fase de transición del proceso de industrialización regional y el inicio de su etapa de desarrollo.
            Las conclusiones  obtenidas, además de arrojar elementos nuevos y relevantes de conocimiento sobre determinados e importantes aspectos de  la realidad económica y social de la región, han permitido también confirmar algunos que conocíamos por otras fuentes  e incluso rectificar o matizar otros.
            Dada la ausencia en ese período de un sistema bancario moderno era de esperar un gran desarrollo del crédito privado, pero las deducciones que han realizado los autores  superan con creces esas expectativas sobre su alcance y significado económicos. Para la totalidad de los concejos analizados, calculan la cantidad dedicada al crédito en 235 millones de reales. Lo que significa que  debió de movilizar en la región un capital  mayor  que ninguna otra actividad económica. Superior al que  se movió con la desamortización y mayor, o al menos comparable, con el valor producido en ese período por la principal actividad industrial asturiana como fue la minería de hulla.    
            Pero, además,  como constatan los autores en su análisis de los prestamistas y prestatarios, la parte sustancial de ese capital invertido en el crédito privado  procedió de la fracción comercial de la burguesía regional, que también fue a la vez uno de los principales - en cuanto al valor- sectores sociales receptores de ese crédito privado, y no para dedicarlo a actividades productivas, sino preferentemente de consumo. Lo que nos muestra  una burguesía regional con unas pautas de comportamiento económico y social  tradicionales, que huye de las nuevas y arriesgadas inversiones en minería e industria y se refugia en las actividades comerciales, especulativas o altamente rentables y seguras como el préstamo.
            Es significativo en ese sentido en el inventario post-mortem  de bienes de Ignacio Herrero (1880), uno de los grandes prestamistas-banqueros profesionales del período, el monto de los créditos pendientes asciende alrededor de 1.750.000  reales, una  cuantiosa cantidad para la época, netamente superior al capital  directo y en acciones que tenía invertido en empresas mineras e industriales.
            Llama la atención también que la vieja nobleza asturiana no aparezca  entre los prestamistas sino que, por el contrario, algunos de sus más destacados miembros formen parte del grupo de los más importantes solicitantes de crédito. Los beneficios económicos que trajo a la nobleza su alianza con las nuevas fuerzas sociales en el marco de la revolución burguesa española, no parece que en Asturias se tradujesen en la conversión de este grupo social en un elemento director del nuevo orden económico ni manifestase pautas de comportamiento acordes con él. La pervivencia de su mentalidad  social y su comportamiento económico tradicionales se expresa en el elevado nivel de endeudamiento que padecen algunos de los miembros de las principales familias nobiliarias asturianas. Así, por ejemplo, el marqués de Camposagrado  contrae préstamos por valor de 760.000 reales teniendo que hipotecar para ello una parte importante de su patrimonio territorial, y el marqués de Santa Cruz  a mitad de siglo toma un crédito por valor de 200.000 reales “para cancelar deudas y amortizar algunos créditos que pesan sobre la casa y administración”.
            Por otra parte, los autores muestran que la implantación del liberalismo conllevó la introducción de las nuevas modalidades de crédito e impuso la práctica desaparición  del  censo. Pero esto ocurrió en la zona central y en el sector costero occidental, porque en el mundo rural de la zona interior del occidente asturiano, apenas transformado por el cambio de régimen político y económico, siguieron perviviendo algunas de las modalidades tradicionales. El liberalismo trajo, además, unas condiciones más onerosas y duras en los créditos: plazos de devolución más cortos – en la mayoría no más amplios de cinco años- e intereses altos: antes de  su liberalización en 1856 introducidos de manera subrepticia en los contratos y consignados después ya  de modo explícito.
            Lo que ya sabíamos por la insistencia en ello de otras fuentes, principalmente testimoniales, aparece aquí  ratificado y matizado. El sector de usuarios del crédito más numeroso por necesidad fue el de campesinos y los sectores populares urbanos y por ello también el que más sufrió esas duras condiciones. Espejo nítido de su bajo nivel de vida, la práctica crediticia contribuyó a cerrar el círculo de la pobreza para estos sectores (se acude al préstamo porque se es pobre  y éste agrava aún más la precaria situación  de aquel que se ve forzado a contraerlo), y  fue a la vez un importante instrumento de extracción del excedente producido por ellos. Fenómeno cuyas dimensiones ni siquiera puede delimitar una fuente como la que emplean aquí los autores, porque, sin duda, una gran parte de esos “pequeños” préstamos, entre los que estarían  precisamente los de más extrema usura, no pasarían por las notarias. Hasta la rigidez  y la opacidad de las  fórmulas notariales se rompen en este caso para traducir lo perentorio de las necesidades que se tratan de cubrir con esos préstamos y nos muestran un rosario de motivaciones que nacen del mundo de la pobreza. Algunas como éstas ilustran bien el nutrido repertorio que han recopilado los autores: “para remedio de sus urgencias perentorias”, para pagar deudas “ procedentes de derechos de entierros, granos al fiado y dinero prestado”, “ para sus urgencias, alimentos y proveer la casa de aperos de labranza, ropa y otras necesidades”... .            
            En resumen, estamos ante un libro serio y sólido que  hay que añadir como nueva e importante aportación a la ya dilatada y excelente labor historiográfica que desde  hace muchos años vienen realizando en el campo de la historia contemporánea de Asturias estos dos profesores de la Universidad de Oviedo. 
-(PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAS DE LA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO)







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