miércoles, 30 de septiembre de 2015

El reñidero de Europa y la Falange franquista


                         REÑIDERO DE EUROPA Y FALANGE FRANQUISTA

                                                                Julio Antonio Vaquero Iglesias

           
 
 La guerra civil y el franquismo siguen siendo los temas  “estrella” de nuestra historiografía, con o sin conmemoraciones por medio. Acerca de la dimensión internacional de la primera, el historiador asturiano y profesor de la Universidad de Extremadura, Enrique Moradiellos, destacado investigador de este tema  ya desde su tesis doctoral que trató de la intervención británica en el conflicto español, acaba de publicar  El reñidero de Europa ( Península, 2001). Sobre la Falange durante el primer franquismo trata el reciente libro La Falange de Franco ( Plaza y Janés, 2001) de  Joan Maria Thomàs, profesor de la Universidad  Rovira i  Virgili y autor de numerosos trabajos sobre el partido único franquista., sobre todo, en el ámbito catalán.

            Los títulos de ambos  libros expresan claramente las tesis que defienden sus páginas. “Reñidero de Europa” fue la feliz expresión con que un diplomático de la época  calificó a la guerra española y define bien la importancia que tuvo y se le dio en el escenario internacional y europeo. Ello explica, en parte, la inmensa literatura historiográfica que nuestro conflicto ha generado – y sigue generando- a lo largo de los más de sesenta años de finalizado y  cuyo inicio podría fijarse  ya 1938 con un trabajo, nada menos que del historiador británico Arnold Toynbee.  Casi tanta como la que ha producido la II Guerra Mundial. En 1986, más de 15.000 volúmenes.

            Y como mantiene en su libro Moradiellos, esa trascendencia europea e internacional del conflicto, como escenario previo y campo de batalla anticipado del enfrentamiento que,  contra el fascismo, mantendrían en la II Guerra Mundial las democracias y la Unión Soviética, determinó que la intervención extranjera fuese no sólo  decisiva para su desarrollo, sino también para su desenlace. El apoyo de la Alemania nazi, la Italia fascista y la dictadura portuguesa de Oliveira Salazar a los sublevados fue el factor decisivo que desde el primer momento decantó el curso de la guerra a su favor Mientras que el apoyo soviético - y en menor medida de  México-  a los republicanos si bien impidió su derrota inmediata y convirtió una guerra que se pensaba iba a ser  corta en un conflicto más largo y duro, no alcanzó el nivel del prestado al otro bando y tal asimetría constituyó un factor decisivo para el resultado  final de la guerra.

Desde el inicio Hitler y Mussolini respondieron favorablemente a las peticiones del general Franco para transportar sus tropas a la Península. Sin embargo, el gobierno conservador inglés mantuvo desde el principio una neutralidad benévola para el bando sublevado por miedo a la repercusión  externa que podría traer el apoyo al régimen republicano en la delicada coyuntura internacional del momento y temeroso de que con su triunfo se impusiese alguna forma de bolchevismo en España. El gobierno frentepopulista francés, partidario del apoyo a la República en un primer momento, se terminó sumando, por la presión, a la postura  británica. La creación del Comité de No Intervención ratificó aquella primera neutralidad cuya otra cara era malévola para la República, pues mantuvo los ojos cerrados ante la continuación del apoyo a la rebelión militar  de la Alemania nazi y la Italia fascista, miembros del mismo, aunque terminase provocando que la Unión Soviética rompiese también los acuerdos del citado comité, auxiliando al bando republicano.

            Por su parte, el título del otro libro- “ La falange de Franco”-, deja claro el bando al que se adhiere el autor en el debate historiográfico que ha generado la naturaleza del franquismo, desde que en 1964, Juan José Linz en su ya “archimencionado” artículo  trató de demostrar – contra la percepción que se tuvo en el bando republicano durante el conflicto y como  venía manteniendo la historiografía renovada que emergía extramuros del régimen- que el franquismo no había sido una dictadura totalitaria, un fascismo más de la época, sino un régimen autoritario. Thomás se alinea, en cambio, con esa tercera vía interpretativa superadora de la anterior que ha surgido entre un sector de la nueva generación de historiadores del franquismo. Éste no sería homologable, strictu sensu, con el fascismo ni el nazismo. Pero sí fue un régimen fascistizado que, como defienden los seguidores de esta interpretación, era mucho más que una dictadura autoritaria y conservadora  y mucho menos que una dictadura fascista.

La falange fascista de los primeros tiempos se habría convertido tras el Decreto de Unificación de 1937 en  la Falange de Franco y ni siquiera en esta etapa de su mayor predominio que analiza este libro, el partido único llegó a imponerse – aunque su sector radical lo pretendiese-  al gobierno  ni al Estado, como era lo canónico en los regímenes fascistas, sino que se limitó  a ser el principal agente del proceso de  fascistización que se inició  ya en la etapa de la guerra, alcanzó su apogeo entre el final de ésta y 1942 y llego hasta el final del régimen, con la muerte de Franco, sin que se desfascistizase del todo. Fueron, precisamente, según el análisis del autor, su intento de aumentar su cuota de poder y conseguir un mayor grado de fascistización del Estado, pero también su enfrentamiento con el Ejército, las causas determinantes de la crisis de 1941 que supuso la caída de su valedor, Serrano Suñer  y la defenestración de uno de los principales miembros del sector radical de la Falange, Gerardo Salvador Merino, delegado nacional de Sindicatos que fue acusado y procesado como masón. Crisis que significó la pérdida del papel hegemónico de FET y JONS dentro del régimen y dentro del partido el triunfo del sector menos fascista dirigido por Arrese. 

          La tesis del libro de Moradiellos  es la aceptada hoy por la historiografia académica y seria, al margen de que en el plano propiamente ideológico siga siendo todavía objeto de polémica. En cambio, la interpretación que asume el de Thomás, aunque bastante extendida en la historiografía actual sobre el franquismo, sigue todavía abierta. El último de sus contradictores  ha sido Vicenç Navarro en un trabajo perfectamente argumentado , titulado ¿Franquismo o fascismo? y publicado recientemente en uno de los últimos números de   Claves de la razón práctica.   

          A pesar de incorporar el habitual aparato crítico académico, ambos libros son accesibles para toda clase de lectores. La estructura del libro de Moradiellos es coherente y cerrada. Dice mucho y todo viene a cuento. Y además lo hace demostrando una gran capacidad analítica que tiene su fundamento en  sus sólidos y profundos conocimientos no sólo de la guerra civil y su dimensión internacional, sino también de toda esa etapa de la historia contemporánea española y europea. Y mantiene la claridad y brillantez expositivas a que nos tiene acostumbrados y que son la razón  de la “multitudinaria” recepción que sus conferencias tienen en nuestra ciudad entre la “burguesía” bienpensante e ilustrada de Tribuna Ciudadana. El apéndice documental y el comentario bibliográfico actualizado que incorpora al final hacen todavía más aprovechable este libro. Aunque entre la literatura historiográfica comentada notemos la ausencia de alguna aportación importante, tan reciente que autor no ha podido ya incluir en su análisis bibliográfico, como es el último libro  de Angel Viñas sobre los orígenes de la intervención nazi en el conflicto español. Los análisis de Thomas no son tan amplios y precisos y hemos anotado, incluso, algún error, más bien despiste, pero que afea al texto. Girón de Velasco fue, sin duda, un jerarca falangista con gran poder, pero no tanto como para ser a la vez de origen palentino y vallisoletano. 

       En resumen, dos libros de lectura recomendable. Pero de valoración diferente, porque entre ellos no sólo hay una diferencia de magnitud, sino también de cualidad. El de Enrique Moradiellos hay que valorarlo de excelente y el del Thomas de lectura aprovechable. Léanlos antes de que otra montaña de nuevos  títulos sobre la guerra civil y el franquismo los termine sepultando.
(PUBLICIADO EN  EL SUPLEMENTO CULTURAL DE LA NUEVA ESPAÑA, de Oviedo)

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