domingo, 13 de septiembre de 2015

RÉQUIEN POR AILAN


                                           RÉQUIEM POR AILAN
                                   JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS

                                 

He visto tu cuerpo yaciendo sobre las arenas de una desconocida   playa turca   en  una posición que era todo un símbolo: con casi todo tu pequeño y frágil cuerpo inmerso en el agua  orientado hacia tu país de origen y tus  piernas  apenas fuera del agua sobre la arena de la playa en la tierra en la que  tus padres buscaban para ti  un futuro digno, pero, sobre todo, al menos, la seguridad de que no serías alcanzado por una bomba lanzada  no se sabe bien por  quién,  da igual, por los s unos o  los otros. Pero eso sí todos sabemos que los últimos responsables de esas matanzas y guerras sin sentido están aquí, entre los que gobiernan y dominan el mundo y han puesto las bases, con sus intereses, de la desigualdad y el odio que las alimenta. Como también sabemos de la responsabilidad que en tu muerte tienen los gobernantes y políticos de esta Europa de los mercaderes neoliberales  que no sólo demuestra con sus actitudes y actos  que en sus entrañas no tienen los  sentimientos y la solidaridad que pregonan todos los días, sino que, incluso, olvidan los tratados y convenios que han firmado, y no sólo no  ponen remedio a esta tragedia, sino que se dedican  a construir vallas y muros sangrientos para aislarnos de sus  consecuencias, de las guerras y la miseria que provocan. Como si eso fuera posible.    

 He visto tu cuerpo muerto y, como yo, muchos cientos de miles de ciudadanos, hemos puesto cuerpo y rostro a los más diez mil niños que han muerto hasta ahora  en este sangriento éxodo, pero también el de los que  sufren las privaciones, el miedo y el trato injusto en esa peripecia migratoria por países y paisajes desconocidos de Turquía. Macedonia, Serbia, Hungría o sus padres los embarcan, en un frágil bote para realizar una travesía por el Mediterráneo  que con frecuencia termina en la muerte como es tu caso.     

 He visto tu cuerpo muerto y sé que, como yo, muchos cientos de miles ciudadanos hemos intercambiado tu rostro y frágil cuerpo por los  de nuestros hijos y niños  conocidos y hemos percibido en nuestras carnes  con gran nitidez la angustia que tus padres  habrán pasado, como  otros muchos estarán pasando en su peripecia migratoria al ver a sus hijos en esas  difíciles  circunstancias. Pero también la angustia y sufrimiento que  te habrán embargado a ti, porque todos sabemos  de la seguridad que necesitáis los  niños y que tus padres  angustiados por la extrema situación que estabais pasando  no te habrán podido transmitir.
He visto tu cuerpo muerto, en fin,  y me he prometido. y me imagino que, como yo, otros muchos, hacer cuanto pueda como ciudadano para que esa tragedia acabe de una vez exigiendo  a los políticos que nos gobiernan en este país y en la Unión Europea que tomen todas las medidas posibles para ponerle fin. Si algo se logra, la visión de tu pequeño y frágil cuerpo  yaciendo muerto en una desconocida playa turca no habrá sido inútil.
   ( Artículo publicado en las páginas de Opinión de La NUEVA ESPAÑA,de OVIEDO

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