viernes, 25 de septiembre de 2015

Radiografía de la Asturias contemporánea


RADIOGRAFÍA  DE LA ASTURIAS CONTEMPORÁNEA

 

                                                           Julio Antonio Vaquero Iglesias

 
Esa centuria, con umbrales borrosos, que discurre entre las  mitades de los siglos XIX y XX, fue, sin duda, para Asturias su siglo decisivo al iniciarse y consolidarse en nuestra región durante ella eso que ha venido en denominarse la modernidad capitalista.

  Los forjadores de la Asturias contemporánea

Trabajadores industriales y campesinos emigrantes  fueron, sin duda, el motor de esas transformaciones, pero también sus sufridores. Considerar, pues,  a estos dos grupos sociales como los protagonistas  de la Biografía contemporánea de Asturias como hace  justamente Germán Ojeda en el libro de ese título, editado pulcramente por la Obra Social y Cultural de CajAstur con un excelente e idóneo repertorio de fotografías procedente de los fondos de Museo del Pueblo de Asturias,  no me parece una licencia histórica consistente en  tomar la parte por el todo. Porque, en este caso, la parte define y da  el sentido substancial  del todo. Fueron  la clase trabajadora asturiana surgida al calor de esas transformaciones y los cientos de miles de campesinos asturianos que, transmutados en emigrantes, cruzaron el Atlántico en busca de los nuevos horizontes americanos no sólo los que engendraron con su trabajo y sus remesas la riqueza y la “modernización” de nuestra tierra. Sino también y sobre todo  los que pagaron con su esfuerzo, con sus penurias, con su sacrificio, en suma, las plusvalías (con perdón) que buscaba  esa tan loada modernidad. Por eso, me parece justo hablar, como se hace en este libro, de los  trabajadores industriales y de los campesinos como  los verdaderos protagonistas de la Asturias contemporánea.

Sí hay, en cambio, algo de sinécdoque inversa, del todo por la  parte, en el título general de este libro si lo relacionamos con su contenido concreto, porque la “biografía contemporánea de Asturias” queda reducida al análisis de  las condiciones de vida de las clases populares a través de una exclusiva fuente que son la topografías médicas. De ahí que en sus páginas interiores se precise ese contenido con los oportunos subtítulos: Condiciones de vida en la región en torno a la primera mitad del siglo XX  y Estudio basado en las Topografías Médicas de los municipios asturianos.

Fuentes de rica y fiable  información

“El siglo de Asturias” al que nos referimos no es, pues, sino el proceso desde el que cobra sentido el contenido de este libro, pero éste, en concreto, sólo trata de la primera mitad del siglo pasado. Y, desde luego,  no pretende  proporcionarnos  una visión general  desde la perspectiva de la historia social de los campesinos y trabajadores asturianos, sino un aspecto mucho más concreto y determinado como es el  examen de sus condiciones de vida a través de una única y exclusiva fuente de  información como son  las mencionadas topografías médicas.

 Las topografías médicas  son, sin duda, fuentes documentales que aportan una importante y fiable información  por  la experiencia directa que sobre las materias que tratan tienen quienes las emiten, los médicos. Y es, además, un fuente plurisemántica (si se me permite la pedantería) por la variedad de aspectos que trata debido a la  concepción médica  que  está en su origen. Por ello,  a pesar de que el libro   se limite  al análisis de una sola fuente y, en ese sentido, su título nos parezca algo pretencioso o, al menos, algo equívoco, no podemos restarle  la importancia que tiene ni dejar de  atribuirle  la condición de libro aprovechable. Todos, o casi todos aquellos que hemos trabajado algún aspecto de la historia contemporánea de Asturias y  hemos utilizado las topografías médicas  como fuentes documentales,  hemos  pensamos alguna vez en la necesidad y conveniencia de escribir  un libro como éste. El propio autor, Germán Ojeda, profesor de nuestra Universidad e historiador  conocido por sus trabajos sobre la historia de minería y la industria asturiana contemporánea y la emigración a ultramar, confiesa que ha sido precisamente  su manejo para algunas de sus investigaciones  y  el   conocimiento que, con él, tuvo  de sus virtualidades,  el origen  de este libro.

  Las topografías médicas constituyen un tipo de literatura médica que se pone en vigor en el mundo occidental  a finales del siglo XVIII y se desarrolla hasta la mitad del XX. Se fundamenta en los principios del “higienismo” que parte de la concepción de que las enfermedades tienen un origen social  relacionado con las condiciones del medio natural y social en que se originan. Por lo que el conocimiento de ese medio es decisivo para comprender su aparición y erradicación. De ahí que sus contenidos comprendan estudios sociales, demográficos, climáticos, económicos e higiénicos de los medios locales, municipales o  comarcales, y puedan ser utilizadas no sólo en estudios de historia de la medicina o de historia social, sino también en estudios de historia de la educación, de  geografía rural y urbana, de economía y otras varias disciplinas como pueden ser la historia medioambiental, la etnografía y la antropología.

Promocionadas por las instituciones médicas, a base de premios patrocinados por asociaciones médicas, sus autores son  médicos locales conocedores prácticos de tales condiciones a través del ejercicio profesional de la medicina. Son, pues, por contenidos y autores, una fuente privilegiada para el conocimientos de múltiples aspectos y datos de  de la realidad local que aportan, si dejamos a un lado algunos contenidos más generales que habitualmente tratan y que por estar fuera de la competencia  profesional de sus autores médicos no tienen mucho interés. De ahí que sean ya numerosos los trabajos de diversos campos disciplinares  que las han utilizado y en España contamos con excelentes trabajos a partir de sus informaciones.

Las topografías médicas en Asturias  

Además,  en Asturias  esa fuente tiene un importante valor añadido, puesto que por  una serie de circunstancias,  el número de las escritas para los concejos asturianos es elevado  y la calidad de las que se elaboraron  por los médicos asturianos es de un nivel al menos bastante aceptable en general. Las razones hay que buscarlas en la importante tradición  que el “higienismo”  tuvo en Asturias en la persona del doctor Gaspar Casal, al que hay que atribuir si hablamos en sentido amplio la primera topografía médica escrita en  Asturias a finales del siglo XVIII: Historia Natural y médica del Principado de Asturias. Esa literatura médica  tuvo su continuidad en el siglo siguiente con sus  discípulos, el médico de Pola de Siero, Higinio del Campo y el doctor Faustino García Roel y otros  destacados  galenos  asturianos.

 Es precisamente a partir de  dos iniciativas de estos dos seguidores de Casal- los doctores Del Campo  y García Roel- de donde  surgen en sentido estricto las primeras topografías médicas de Asturias. Me refiero  a  la creación en 1884 de la “Asociación Asturiana de Ciencias Médicas” que promueve la publicación de la revista científica  Revisita de Ciencias Médicas bajo la dirección del mencionado doctor Del Campo y desde la que se convoca, con el apoyo de la  “Sociedad Económica del País” un premio para la mejor topografía médica publicada en Asturias. Ese es el origen de la que puede considerarse en sentido estricto la primera topografía asturiana: la publicada ese mismo año de 1885 por el doctor  Nicanor Muñiz Prada sobre el concejo de Mieres, donde éste  ejercía su profesión como  médico municipal.

Por su parte, las iniciativas  de  Faustino García Roel fueron decisivas para la difusión de las topografías médicas en Asturias. Roel  no sólo fue un importante filántropo como lo prueba su obra benéfica  en el pueblo de su nacimiento, Ceceda, sino que, tras la estela de Casal, estuvo profundamente comprometido con el conocimiento de la realidad médica del Principado y de toda España. A su muerte, en 1895, dejó en su testamento una parte de su importante fortuna para crear una fundación dedicada a proseguir su obra benefactora, realizar una labor de divulgación sanitaria y  promocionar a nivel nacional los estudios médicos con el objeto de elaborar una Geografía Médica de España. Como estímulo para esa tarea creó el Premio Roel para galardonar la mejor topografía médica realizada a nivel nacional. La influencia de esa iniciativa de origen asturiano fue un factor decisivo   para la difusión  de las topografías médicas en España. Y donde tuvo su primer impacto fue entre  los médicos del Principado que participaron activamente en la presentación de topografías  a ese certamen y dieron a la luz alrededor de medio centenar de  trabajos  que, como demuestra este libro, cubren prácticamente todo el territorio asturiano. Y en unas decenas de ocasiones  obtuvieron el  premio Roel y la oportunidad de ser publicadas por la Real Academia de Medicina.

  Los claroscuros de la modernización

Germán Ojeda ha recopilado esa veintena de topografías médicas premiadas y ha analizado su contenido desde la perspectiva de los cambios que introdujo el despegue minero- industrial en nuestra región  y sus consecuencias sobre  las condiciones de vida de las clases populares. Así como la información que aportan  sobre el fenómeno de decisiva importancia para la historia de la región como fue la intensa corriente migratoria transoceánica y los efectos que ésta a su vez tuvo sobre la realidad regional. Para ello ha agrupado esas topografías en diversas  áreas territoriales y ha procedido al  análisis contextualizado de sus contenidos, desde  la perspectiva, más  de la historia económica, que es su especialidad, que de la historia social. A  pesar de que ésta cuenta ya en nuestra región y para esta etapa con una notable producción y cuya utilización le hubiese permitido, sin duda,  proporcionarnos una  visión mucho más completa y rica. Y finalmente ha recogido en su libro un compendio facsimilar seleccionado de los fragmentos que ha considerado más significativos de esas  topografías  premiadas.  

 Ese  análisis de las topografías nos muestra los claroscuros con que se produjo en nuestra región el paso de la sociedad tradicional a la sociedad industrial. En ese medio siglo amplio que va entre la  publicación de la  primera topografía sobre el concejo de Mieres en 1885 y la última, de 1956, de Caso, o más concretamente a lo largo del primer tercio del siglo XX, se produce en Asturias el paso de una sociedad tradicional dominantemente rural a una sociedad industrial con un importante desarrollo urbano. Los contenidos de las topografías  reflejan claramente esos profundos cambios de la sociedad asturiana. Pero precisamente por su particular perspectiva nos transmiten sobre todo las importantes sombras con que esa modernización se desarrolló y cómo tales consecuencias negativas cayeron sobre todo sobre las espaldas de los miembros de  las clases populares de la región. Paradójicamente, aquellas que tuvieron un papel decisivo en  tales cambios: la clase obrera asturiana y los campesinos que nutrieron la emigración a ultramar.

El avance urbano que esa industrialización originó en el área central, en las tres mayores ciudades, Oviedo, Gijón y Avilés, y en las núcleos urbanos  mineros de las dos cuencas, Mieres y Langreo, supuso, como constatan las topografías, mejoras de determinadas  infraestructuras urbanas como en el alcantarillado y el pavimentado de las calles, pero los déficit en agua corriente, higiene pública y caserío no sólo eran graves, sino que por  la estructura urbana de la ciudad capitalista con barrios socialmente segregados, de burgueses y trabajadores, esas deficiencias fueron selectivas polarizándose sus efectos negativos en estos últimos. Oviedo, por ejemplo, como  dice en su topografía el médico Fernando García Valdés, tenía a principios del siglo pasado hermosas e higiénicas viviendas en el barrio del ensanche, pero el hacinamiento y la falta de higiene pública  era la tónica general en los barrios obreros de la ciudad. Por su parte, el Gijón de 1918 que nos retrata la topografía médica del doctor Portolá, nos presenta una ciudad con un dinamismo febril derivado del “boom”  económico originado por la neutralidad española en la Gran Guerra y la importante repatriación de capitales antillanos tras el final de la guerra de Cuba, pero con graves problemas sociales derivados de las carencias de las infraestructuras urbanas. Problemas  que, a pesar de ser acuciantes, como denunciaba nuestro médico, la voluntad de solucionarlos por las autoridades locales era  escasa.

En el mundo rural, las topografías detectan unas profundas transformaciones en el modo de vida campesino como cambios en la dieta alimenticia tradicional que mejora en cantidad y variedad, el progresivo abandono por la población campesina de la indumentaria tradicional y un profundo avance de la castellanización del idioma. Amén de importantes  cambios en las actividades campesinas, sobre todo, en los concejos costeros. Mejoras todas ellas a las que  contribuyeron como un factor primordial las remesas de una continua e intensa sangría emigratoria ultramarina.  Pero, en conjunto, el mundo rural también aparece en esta literatura médica padeciendo graves déficit en infraestructuras,  viviendas e higiene pública. Y en el caso de los concejos de montaña de la zona oriental, como se apunta  en la topografía de Sobrescobio de 1932, escrita por  los doctores  José María Jove Canella y Luis Alonso, una grave situación de involución y regresión en las condiciones de vida de sus habitantes  en relación con las transformaciones que se habían producido en los primeros decenios del pasado siglo.   

Colofón

Como esperábamos, este libro de Ojeda nos muestra la gran virtualidad  de las topografías médicas para reflejar los profundos  cambios sociales y económicos que experimentó nuestra región con el proceso de industrialización contemporáneo. Más concretamente,  por los  específicos planteamiento desde  los que los abordan, son  más una verdadera radiografía, nunca mejor dicho, de la Asturias contemporánea  que una biografía contemporánea de Asturias, como reza el título de este libro. Una radiografía  de los problemas y las consecuencias negativas que trajeron esas profundas transformaciones y que, sobremanera, padecieron las clases populares asturianas. Pero también nos transmiten  la clara percepción que a través de ella los médicos  autores de esa literatura médica tuvieron de  las condiciones  negativas que tales cambios introdujeron, lo que les llevó a proponer remedios y medidas, que, sin embargo, los poderes públicos apenas tuvieron en cuenta porque su radical solución no iba en la misma dirección que orientaba los intereses de esa “modernización” capitalista.

Además, la lectura  de este libro nos confirma, por todo lo que hemos dicho, la necesidad  que existe de llevar a cabo una edición completa de esas topografías médicas  asturianas en un doble sentido. Reproducir con todo su contenido las ya  editadas aquí, pero hacerlo también con todas las que se conserven, fuesen o no  premiadas. Las variadas  disciplinas científicas que tratan  de ese pasado contemporáneo de Asturias tendrían con ello a su disposición un buen instrumento para mejorar su conocimiento y, por su fácil lectura, los asturianos, en general, una excelente fuente de información para conocer algunos de los aspectos más relevantes del pasado de su región. 

                            LA CLASE OBRERA EN LAS TOPOGRAFÍAS
                                                        J. A. V. I.
Uno de los obstáculos más importantes con los que tuvo que lidiar la incipiente industrialización asturiana fue la inexistencia de una clase obrera específica por la falta de integración de la población campesina en las actividades mineras y siderúrgicas. El obrero mixto que concedía prioridad a la actividad campesina sobre su trabajo en las minas y en las fábricas y la emigración fue la respuesta que los campesinos dieron  a unas duras y explotadoras condiciones de trabajo, las cuales, además, no respondían  a  su mentalidad y modo de vida tradicional. Desde la perspectiva empresarial, la formación de una auténtica clase obrera  era una condición necesaria para sus intereses económicos. Como llegó a escribir, uno de sus miembros más destacados, el ingeniero y director de “ Duro y Cia”, Francisco Gascué el obrero debía de ser considerado como una “máquina”. Esto es,  un artilugio bien engrasado, con buena alimentación e higiene y estado sanitario adecuado  para que de ese modo su función fuese más rentable.
Lo mismo pedían los médicos en sus topografías. Pero no por esas razones instrumentales, sino por otras más humanas, de ética profesional y personal. Incluso, en  la que es la primera topografía médica asturiana, de excelente factura,  la del  doctor Nicanor Muñiz Prada de 1885 sobre el concejo de Mieres, éste  ve en la formación de una verdadera clase obrera y en el fomento  de  la asociación obrera los remedios idóneos  para lograr  la mejora de sus condiciones de vida y trabajo de los mineros del concejo “Nosotros- escribe el doctor Muñiz-  que (…) conocemos muy de cerca las la vida íntima del minero, las condiciones intrínsecas de sus trabajos, las múltiples necesidades  que pesan sobre su pequeño jornal y su falta de espíritu de asociación, no podemos prescindir de estudiar su estado general y de indicar a la vez las mejoras que higiénicamente reclama el minero en esta comarca".
 
 (PUBLICADO EN LA NUEVA ESPÑA, DE OVIEDO)

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