lunes, 14 de septiembre de 2015

LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO HACE UN SIGLO


LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO  HACE UN SIGLO


                                                                                  Julio Antonio Vaquero Iglesias

        
Patio del edificio històrico de la Universidad de OvIedo

  
  Hace ahora un siglo  la Universidad de Oviedo vivió la que hasta hoy fue  su  etapa de mayor brillantez. Y lo fue porque aquel grupo de profesores filokrausistas vinculados a la Institución Libre de Enseñanza, que constituyeron el núcleo del que Joaquín Costa bautizó con el nombre de “movimiento de Oviedo”, tuvo claro, en sus afanes reformistas, cuál debía de ser la misión de la Universidad. Misión en la que se vinculaba de modo inseparable la acción de modernización y actualización interna en cuanto a la calidad científica y didáctica de sus enseñanzas, con la proyección exterior de éstas, tanto hacia la sociedad asturiana en la que vivía, a través de la Extensión Universitaria, como hacia ámbitos fuera de las fronteras nacionales. La Extensión Universitaria se concibió como instrumento de desarrollo de la cultura de las clases populares y, en especial, del  proletariado como vía para su integración pacífica en la sociedad burguesa. La proyección exterior europea, con el objeto de conseguir la modernización científica de nuestra Universidad y poner fin a su atraso secular con respecto a la ciencia moderna; y su dimensión  americana, como medio de  estrechar los vínculos culturales con los países americanos para  reforzar la identidad cultural de esa comunidad, y poder sobrevivir así al avance avasallador de los imperialismos del momento. Ambos planteamientos hay que relacionarnos, pues, con el proyecto regeneracionista de los institucionistas que ya venía de atrás y cobró nuevo y mayor impulso con el “98”.

             Todavía hoy uno se sigue asombrando de cómo aquella universidad provinciana, la más pequeña y peor dotada de las españolas, formada únicamente por dos facultades y un escaso número de alumnos, terminó convirtiéndose en un modelo para las otras universidades españolas, y su labor alcanzó cierta proyección exterior  en Europa y muy amplia en América.

            En el comienzo del curso 1898-1899, en medio de la conmoción generalizada causada por el Desastre Colonial, Rafael Altamira  pronunciaba su famoso discurso inaugural sobre la Universidad y el Patriotismo y  aparecía ya esbozado formalmente todo ese programa de acción para la Universidad. Y, meses después, a propuesta de Clarín, el Claustro ovetense aprobaba la puesta en práctica de la Extensión Universitaria, que inició su andadura ese mismo curso. Después vendría, sobre todo, a partir de la conmemoración del III Centenario de la Universidad, en 1908, la formulación y aplicación del programa americanista  que tuvo su momento culminante en el viaje por tierras americanas de Altamira como delegado de la Universidad. Aquel año de 1898 puede considerarse, pues, simbólicamente, el comienzo formal de esa brillante etapa de la Universidad de Oviedo y lo fue materialmente, como hemos visto, de la creación de la Extensión Universitaria.

             De ahí que un siglo después, cuando se conmemora el primer centenario del origen de  esa institución, haya sido oportuna la iniciativa del Vicerrectorado de Extensión Universitaria  de editar este libro del profesor Santiago Melón Fernández, Estudios sobre la Universidad de Oviedo (Universidad de Oviedo. Vicerrectorado de Extensión Universitaria, 1998). En él se recopilan siete trabajos del autor sobre la historia reciente de la Universidad de Oviedo; seis de ellos ya publicados de manera dispersa entre 1963 y 1985 y uno inédito de 1993 que  analiza los conflictos universitarios de 1884 en Oviedo. Pero el núcleo del libro lo constituyen los cuatro estudios que se dedican a analizar la  etapa a la que nos hemos venido refiriendo, y de éstos la pieza fundamental es: “Un capítulo en la historia de la Universidad de Oviedo”. Los otros tres trabajos sobre este tema son: “ El viaje a América del  profesor Altamira”, “La Extensión Universitaria: antecedentes y características” y “Las grandes etapas del americanismo”. Y de ello trata también el Prólogo que se incluye también en el libro de la edición facsimilar de la Historia de la Universidad de Oviedo de Fermín Canella. “ Datos para la historia de la Universidad de Oviedo durante la guerra civil” es el trabajo que resta por mencionar de los siete que componen el volumen.

             Al volver a leer estos textos, uno confirma de nuevo la valoración que tenía de Melón como un historiador pulcro, preciso, con una gran capacidad explicativa y ha vuelto a sentir de nuevo el placer intelectual que produce la brillantez de su estilo y el alto nivel cultural que demuestran. En relación con  la Extensión Universitaria, no ha caído en error de aceptar como explicación suficiente de su finalidad la que proponía el discurso nacionalista y patriótico de los propios actores ni tampoco  el de la interpretación idealizada que hoy pueda darse de aquella experiencia. “Nuestros profesores- escribe Melón-, miembros egregios de la clase media, se acercan apostólicamente al proletariado porque no tienen conciencia de explotarlo, e ingenuamente pretenden atraerlo y domesticarlo. Su conducta revela una actitud defensiva y, en último término, conservadora; su reformismo, su tolerancia, su neutralismo, su condescendencia con las formas prudentes del socialismo, no son en definitiva, más  que repliegues tácticos” (páginas 109-110).

            En cambio, su visión del americanismo universitario ovetense sí ha acusado el paso del tiempo y el progreso historiográfico. La contextualización de ese americanismo dentro del específico regeneracionismo institucionista  ha permitido enriquecer, en gran medida, el conocimiento de su significado; así como también nos parece hoy bastante más complejo el tema de las corrientes americanistas que trata Melón. Pero, todavía en el momento actual, todo intento de ampliar y mejorar nuestro conocimiento de ese americanismo debe pasar necesariamente por la utilización de estos  trabajos del profesor asturiano.  

            Es lástima que Santiago Melón, según él mismo confiesa en el Prólogo, a pesar de las sugerencias y apoyos  que se le han ofrecido en ese sentido, haya renunciado a continuar, a partir de la importante labor ya realizada, la obra de Fermín Canella, dándonos una visión de conjunto de la historia de la Universidad  de Oviedo en este siglo. Pero las razones que aduce para ello son la mejor expresión de esa honestidad intelectual que emana de todos los trabajos que se recogen en este libro. Honestidad intelectual muy de agradecer, porque es  flor que raramente florece por estos pagos y en estos tiempos que corren.     

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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