sábado, 30 de mayo de 2015

Ilustrados y liberales asturianos

                         ILUSTRADOS Y LIBERALES ASTURIANOS
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                                                  Julio Antonio Vaquero Iglesias
Joaquín Varela, catedrático de Derecho constitucional de la universidad de Oviedo

¿Cómo se puede explicar la  aparición en nuestra región  de ese  notorio grupo de ilustrados y liberales asturianos que tan importante participación  tuvo en la vida política e intelectual española  en la etapa de la crisis del Antiguo Régimen  y la implantación del Estado liberal, entre la segunda mitad del XVIII y el primer tercio del XIX  y después con los miembros del Grupo de Oviedo en la época de la Restauración canovista, en el último cuarto del siglo XIX  y el primer tercio del XX?
 Un intento de responder a esa pertinente, pero sin duda difícil, casi endiablada, pregunta constituye el núcleo de la reflexión del estudio  que introduce  el libro del catedrático de Derecho constitucional de la Universidad de Oviedo, Joaquín Varela Suanzes- Carpegna, Asturianos en la política española. Pensamiento y acción (KRK Ediciones, 2006), dedicado al análisis del pensamiento y la acción  política de cinco de esos destacados liberales asturianos: Francisco Martínez Marina, Álvaro Flórez Estrada, Agustín Argüelles, José María Queipo de Llano, conde de Toreno y Adolfo Posada.
Salvo la introducción y el capítulo dedicado al conde de Toreno, que son inéditos, el resto de los trabajos aquí recogidos han sido ya publicados en libros, revistas especializadas o estudios  escritos por el autor como introducciones a  la edición de  obras de algunos de ellos. Como es el caso del que se recoge aquí sobre Martínez Marina que fue escrito como estudio preliminar de la edición de la obra del clérigo liberal asturiano, los   Principios Naturales de la Moral, de la Política y la Legislación, realizada por el autor para la imprescindible colección Clásicos Asturianos del Pensamiento Político de la Junta General del Principado, y de cuyo consejo de Dirección ha formado parte  el profesor Varela. Todos esos trabajos ya editados se recogen  aquí  corregidos, revisados  y con su aparato bibliográfico actualizado.
 Es obvio que nuestro constitucionalista es consciente de que en su libro son todos los que están, pero no están todos los que son. De hecho, faltan los dos quizás más importantes dentro de ese grupo de ilustrados y liberales asturianos: Jovellanos y Campomanes, que han  sido también  objeto de estudio por el autor en otras ocasiones, pero que no se recogen aquí. Y del  Grupo de Oviedo sólo se incluye en esta obra un análisis del pensamiento político de Adolfo Posada. También tiene presente Varela que en otros momentos de nuestra historia y desde otras ideologías ha sido destacada la actuación de otros notorios  asturianos en la política española. Pero mantiene, sin duda justamente, que ha sido en esas dos etapas mencionadas en las que el peso y la presencia  de los políticos asturianos ha sido más decisivo y denso  en la política nacional y  por ello  se plantea a modo de introducción de su libro un intento de explicación de ese hecho, más allá de considerarlo como un mero hecho fortuito, producto del azar.         
   Una nota común a todos esos ilustrados y liberales asturianos  fue el que, además de ser  importantes  políticos fueron  también a la vez destacados “escritores públicos”, como se  denominaba a los intelectuales antes de ser de ser difundido este término por Zola a finales del siglo XIX. Eso sí, ambas facetas se combinan en diversas proporciones según los casos individuales. Pero, además, como  señala el autor, todos ellos participan de otras características comunes.
Los hay, por su  pensamiento y acción políticos, de diversas  tendencias dentro de su adscripción común a la Ilustración y el liberalismo. Dentro del primer liberalismo, Varela clasifica a  Álvaro Flórez Estrada, Rafael de Riego, Evaristo San Miguel, Agustín Argüelles y el primer Toreno como liberales progresistas. (Quizás habría que distinguir el liberalismo progresista del radical y clasificar dentro de esta última tendencia a los tres primeros, si queremos entender lo que pasó en  la crucial etapa del Trienio Liberal). Jovellanos , el “ segundo Toreno”, José Canga Argüelles, Alejandro Mon y Posada Herrera se movieron, en cambio,  en el marco ideológico y político del liberalismo conservador. Mientras que los miembros del Grupo de Oviedo, lo harían dentro del  liberalismo democrático  republicano.
Pero, a pesar de esa diversidad ideológica, todos ellos, junto con los más específicamente ilustrados, se caracterizan por su apuesta por la acción política  del Estado como instrumento fundamental para  estimular y llevar a cabo los procesos de cambio o reformas  que consideran necesarios para el país y, consecuentemente, todos ellos buscan colocarse y alcanzan importantes puestos en los cuadros políticos del Estado. Y todos ellos, unos más que otros, sin duda, se caracterizan también por una elevada preparación intelectual que  llevó a muchos de ellos a  ocupar elevados puestos en la Academia y tener un destacado papel en la vida intelectual española y en diversos campos del saber como demuestran sus aportaciones fundamentales a la teoría y la historia del constitucionalismo español.  Y en casi todos esa formación intelectual está ligada a su conocimiento y experiencia del mundo intelectual europeo bien, indirectamente, por la lectura  de sus obras, bien por el contacto directo a través de  sus dolorosas épocas de exilio o por sus estancias académicas en los principales países de Europa, como fue el caso paradigmático de los institucionistas  del Grupo de Oviedo. Filiación intelectual europea que Varela considera dominantemente anglosajona. Lo que si puede ser aceptable para los  ilustrados y primeros liberales asturianos me parece más dudoso para los krausopositivistas del Grupo de Oviedo, entre los cuales  uno de los rasgos axiales de su pensamiento, el idealismo organicista, es evidentemente de raíz germánica.
La explicación que nos proporciona el autor acerca de la presencia en Asturias  de esa pléyade de relevantes  políticos e intelectuales ilustrados y liberales ha sido esbozada ya por otros historiadores en varias ocasiones. Su origen  estaría relacionado con las propias condiciones de pobreza y marginalidad de la Asturias del Antiguo Régimen. La consecuencia de ese hecho en el plano social  fue la existencia de una pequeña nobleza que trató de compensar sus limitadas posibilidades de existencia en  ese marco social  buscando su  ascenso social  a través de su colocación en el  aparato de Estado y  con unas  proclives actitudes   para su reforma o cambio. Además de que, según apuntó Juan Cueto ya hace muchos años, en el caso de los ilustrados, la formación de  su pensamiento reformista no habría tenido las cortapisas de la Inquisición que apenas tuvo influencia en Asturias.    
     La conclusión a la  que llega Varela es, sin duda, como el mismo reconoce, “muy provisional”. La interpretación “sociológica” de la pequeña nobleza o hidalguía “meritocrática” que bien puede  ser una  plausible hipótesis para explicar la importante presencia y actividad política de los ilustrados asturianos, es, en cambio,  en mi humilde opinión, cuestionable  si se quiere hacer extensiva para  los miembros del Grupo de Oviedo. Éstos pertenecían  a las capas medias surgidas de los  cambios económicos y sociales  operados en Asturias durante la  Restauración  por su incipiente  desarrollo  minero e industrial, esto es,  eran miembros de aquella “otra burguesía”, de la que hablaba Tuñón de Lara, que formaba parte del frente social  que se oponía, en cuerpo y alma, esto es, por intereses  e ideología, a aquel régimen caciquil, de dominio de los propietarios, que fue la Restauración. Y poco o nada tenían que ver ya con la pobreza y  el ruralismo  dominante de la Asturias preindustrial de la que habían surgido nuestros hidalgos ilustrados.
 La respuesta que  da  Varela no nos  convence quizás porque la pregunta  está mal formulada y el supuesto que subyace en ella, a saber, el de la continuidad y homogeneidad de origen e ideología del grupo de ilustrados y liberales asturianos, peca, me parece, de cierto esencialismo. Pero si su tentativa respuesta no es convincente, su planteamiento no desmerece el libro por la fecunda y oportuna reflexión que suscita. Y  es, desde luego, un  idóneo prólogo para introducir los  fundamentados estudios sobre el pensamiento y la acción política  de los cinco liberales asturianos que  constituyen la verdadera materia temática de su libro y a través de cuales el autor se nos muestra como un  profundo conocedor de la teoría y la historia de nuestro constitucionalismo y de la aportación al mismo de los ilustrados y liberales a

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