lunes, 4 de mayo de 2015

¿EL FIN DE LA POBREZA?

        ¿ EL FIN DE LA POBREZA?
                                                                       Julio Antonio Vaquero Iglesias
          
  En estos días en que en  el Occidente opulento el consumismo alcanza sus más altas cotas, las fiestas navideñas  se celebran con comidas  pantagruélicas y el rito de las buenas intenciones y los saludos de paz y felicidad se renuevan al son de  los villancicos, hablar de esos mil y pico millones de  pobres entre los pobres que sobreviven a duras penas en el mundo, no sólo no me parece inconveniente, sino necesario. Aunque alguien pueda pensar que éste no sea el momento políticamente correcto de recordarlos y me tilde de  inoportuna y molesta  mosca cojonera.
            Porque si lo hago  no es con la intención de sentar caritativamente a esos  pobres  a mi simbólica mesa de Navidad  y después olvidarme de ellos el resto del año, sino para expresar mi malestar conmigo mismo, reavivar en mi memoria la injusticia sobre la que asienta nuestro mundo rico y tratar de despertar mi habitual  conciencia adormecida con el brutal contraste  entre esa  pobreza extrema y la orgía de consumo de alimentos y mercancías de estas  fechas y la vacuidad de los deseos de paz y  felicidad para toda la humanidad  con los que nos saludamos y abrazamos estos días. Más por ritual, creo, que por cinismo. Lo cual aún me parece peor.
            La lectura de este libro del economista norteamericano Jeffrey Sachs que acaba de editarse en España, El fin de la pobreza (Debate, 2005) es, sin duda, un buen motivo para hacerse esa clase de reflexiones bien sea  en estas fiestas navideñas o en cualquier otro momento del año.  Se acepten o no sus planteamientos, es, sin duda, una buena radiografía de la pobreza extrema (la que no permite cubrir las necesidades más básicas) y defiende la tesis de  la posibilidad de ponerle fin en esta generación.
 Mi deseo es que su lectura en estas fechas no se convierta en un elemento más de las buenas intenciones que conlleva el rito de paso de un año para otro. Ni que se limite a ser una mera comprensión platónica del problema. Si no, al contrario, que su lectura sirva de motivo para unirnos a esa legión de personas que están ya comprometidas y luchan denodadamente para derribar los muros de la  pobreza y devolver el mínimo de dignidad humana a esos miles de millones  que la padecen, y también  para  construir otra sociedad en la que no exista ninguna clase de limitación evitable para el desarrollo humano. 
            La importancia de este libro no proviene sólo de su contenido, si no que cobra su real importancia teniendo en cuenta quién es su autor.  Jeffrey Sachs, además de haber sido catedrático de economía  de Harvard y estar considerado como uno de los economistas más importantes del mundo, es hoy asesor especial del secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan para el Proyecto de Desarrollo  del Milenio y presidente del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia, una de las instituciones más importantes en las cuestiones de economía del desarrollo. Sus planteamientos  orientan y fundamentan, pues, en gran medida, las políticas de desarrollo que en estos momentos se están tratando de  aplicar en el mundo por las Naciones Unidas a través de sus organismos multilaterales.
 Este libro es precisamente eso. Un intento de divulgación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y del modelo y la estrategia de desarrollo económico que las NU proponen para alcanzarlos.. De ahí que no utilice  la abstrusa jerga económica de los especialistas  y esté escrito con un lenguaje sencillo, accesible a toda clase de lectores y venga precedido de un prólogo del cantante del grupo musical U2, Bono, profundamente comprometido en la lucha contra  la pobreza en África.
Sachs ha reformulado el inicial  Objetivo de Desarrollo del Milenio de reducir a la mitad la pobreza extrema que padece el planeta en 2015 y ha establecido como meta  plausible para erradicarla el año 2025. Son unos 1300 millones de personas que viven en la pobreza aguda en su inmensa mayoría  en tres regiones del mundo: Extremo Oriente, el sur de Asia y el África subsahariana; dominantemente en países de renta baja, pero también dentro de otros de renta media y con crecimiento económico
Su modelo de desarrollo económico es claramente diferente del que durante los últimos decenios del siglo anterior aplicó el neoliberalismo basado en el famoso “ajuste estructural” y trataron de llevar a cabo el FMI y el BM. Ese modelo se basaba exclusivamente en recetas para  “apretarse el cinturón” y en la práctica eliminación de la Ayuda Oficial al Desarrollo. Sachs, al contrario, considera que la ayuda oficial al desarrollo por parte de los donantes del primer mundo es fundamental. Sólo a través de ella esos países de renta baja donde se concentra la pobreza extrema, pueden salir de la “trampa de la pobreza” que les hace cada vez ser más pobres y les impide tener las inversiones de capital necesarias para acceder al primer escalón del desarrollo a partir del cual, según nuestro economista, ya es posible que esos países puedan comenzar a subir progresivamente por la escalera del desarrollo y mantener un crecimiento económico autosostenido.
 La cuantía de la  Ayuda Oficial al Desarrollo que se necesita para ello, según Sachs,  no es tan elevada que haga imposible su aportación por los países ricos y éstos tienen razones de interés para donarlas. Los países pobres son fuente de inestabilidad política y la mejor y más duradera forma  de luchar contra el terrorismo internacional es erradicar la pobreza. Para ello, un paso decisivo es  contrarrestar la actitud unilateral que ante estos problemas ha adoptado el actual Gobierno de EE UU con Bush hijo y abordarlos a escala mundial y de manera multilateral como  tomar medidas para el fin de la deuda pública, el establecimiento de una política comercial global justa, el fomento de la ciencia aplicada al desarrollo y la gestión mundial del medioambiente.    
¿Es posible el fin de la pobreza extrema en el plazo de esta generación con este modelo de desarrollo  keynesiano que propone Sachs? ¿Podría conseguirse en el marco de esta fase del capitalismo globalizado dominado por multinacionales que son más poderosas que muchos estados, y que sólo invierten en los países que les interesan y trasladan sus inversiones en escaso tiempo a otros países buscando el beneficio especulativo o los costes más bajos? ¿Esto es, dentro de un sistema que busca obtener los máximos beneficios en el menor tiempo posible y sin tener en cuenta, frecuentemente, ni  sus propios intereses a largo plazo?
 Si ese objetivo llegase a cumplirse, sería, sin duda, una de los mejores y más deseables cambios que podría experimentar nuestro mundo. Pero, aunque me gustaría equivocarme, parece poco probable. Y, además, si hipotéticamente esos  países pobres lograsen salir de la trampa de la pobreza y comenzar a subir los escalones del desarrollo capitalista, como piensa Sachs que ocurriría, caerían finalmente en otra trampa. Porque, al final de la escalera, no encontrarán sino estas navidades de consumo desaforado y retóricos y vacíos deseos de felicidad. Lo que no significa sino otra clase de pobreza dentro de una prosperidad material siempre desigual. Por eso, mucha gente piensa hoy que es necesario seguir luchando para poner fin  tanto a una como a otra clase de  pobreza y conseguir  construir otro mundo posible.
 ( PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURA DE LA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO)

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