miércoles, 4 de noviembre de 2015

LA PASIÓN DE JOVELLANOS


                                  LA  PASIÓN   DE JOVELLANOS
 
 
 
                                                        JULIO ANTONIO VQUERO IGLESIAS

                                                                  

Escena de "Jovellanos, la pasión ocultga"
                                                                      

  Entre los actos que se están celebrando con motivo de la conmemoración del bicentenario de la muerte de Jovellanos, el de mayor valor cultural, junto con la exposición sobre el prócer gijonés, o, al menos, el más sugerente y novedoso es la representación de  la  obra teatral  Jovellanos. La pasión oculta que es una adaptación  para esta conmemoración Ana Cristina Tolivar Alas de la obra del bioquímico gallego José  Rodríguez Carracido (1856-1928) Jovellanos, Ensayo dramático-histórico, editada en Madrid en 1893. La obra ya se ha  representado bajo la dirección y puesta en escena de Andrés Presumido por la compañía  Odisea Teatro en  Puerto de Vega, Cangas de Narcea, Mieres, Avilés, El Entrego. Y el  viernes 18 se escenificará en Oviedo, en el Teatro Filarmónica y el 28 de octubre en Gijón, en el Centro Cultural de El Llano.

                Carracido fue el primer catedrático de bioquímica que hubo en la Universidad española y desempeñó los cargos de decano de la Facultad de Farmacia y rector de la Universidad Central y senador por el Partido Liberal, Como escritor e intelectual estuvo vinculado a la Generación del 98. Además del drama sobre Jovellanos, escribió una novela autobiográfica, La muceta roja, y de unas  Memorias inconclusas.  Fue muy conocida la polémica que tuvo en la prensa con el cardenal asturiano y gran filósofo escolástico, fray Ceferino González entonces arzobispo hispalense, sobre la antigüedad del hombre en el contexto del debate sobre el darwinismo que hubo en España a finales del siglo XIX. Polémica que comentó Clarín dad con su ironía y habitual agudeza:” Por algo parecido a lo que dejo explicado, por la lucha del arzobispo con el filósofo, creo yo que puede haberse vuelto loco fray Ceferino, y en su caso, haber presentado la dimisión. Y no ciertamente por lo que haya dicho el doctor Carracido, el cual si hubiese arzobispos de la Facultad de Farmacia sin duda llegaría a serlo, pues sus méritos le llevarían tan arriba. Y una vez arzobispo de Farmacia, viviría muy tranquilo, sin pensar en dimisiones; porque es de los que no dudan, de los que dividen el mundo en antiguo y moderno, de los que creen firmemente que esto mató  aquello, de los que tienen una opinión como una bandera, de la arcilla de que se hacen los arzobispos, los papas y los buenos positivistas”  (“Revista mínima”  en La Publicidad, nº 4.208, 13 de septiembre  de 1889). Clarín le tenía como amigo y le estimaba como científico, a pesar de las diferencias filosófico- ideológicas que les separaban (él positivista spenceriano y Alas, krausista). Y a  él hace  referencia en sus famosos Paliques en varias ocasiones (1).

            La razón del interés  y hasta la admiración del ilustre bioquímico gallego por Jovellanos que le movió a escribir su obra dramática sobre el ilustrado asturiano puede basarse en cierto paralelismo que existe entre sus vidas. Como Jovellanos con su “destierro” a Asturias entre 11790-1797 y su posterior prisión de ocho años en Mallorca, Carracido también parece ser que sufrió a su modo la arbitrariedad del poder cuando fue destinado como veterinario militar que era  al Peñón de Vélez de la Gomera por desavenencias con sus superiores, llevándole a pedir su baja del ejército. Pero sul interés por el gijonés se debió, sobre todo, a su propia desconfianza en la política y los políticos de su tiempo y  al valor que atribuía . El drama lo escribe poco después de su fracaso político para ser elegido diputado por el Partido Liberal, por la facción de Cristino Martos y tras su fracaso de conseguir una reordenación de los estudios universitarios para introducir la práctica experimental en los estudios científicos. Y concibe su obra con una clara intencionalidad política. Los valores que defendió y la coherencia de su vida personal y publica eran para idoiCarracido los idóneos para la regeneración política y económica la España de su tiempo lego como s útiles.como medio para regenerar la patria, la probidad y honestidad   ica con el corrupto régimen de la Restauración (de ahí quizás también su sintonía con Clarín su más acerbo crítico), al que parece que quiere representar en aquella corte de los milagros y de las inmoralidades de Carlos IV, en la que era difícil que pudiera salir con bien- a pesar de su reconocimiento y popularidad o precisamente por eso- un hombre de honradez acrisolada como Jovellanos
 ( PUBLICADO EB CULTURA, SUPLEMENTO CULTURAL DE lA NUEVA ESOALA, DE OVIEDO)

 
 

 

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