jueves, 13 de agosto de 2015

SEMILLA DE PEREJIL


                                                  SEMILLA DE PEREJIL

                                                     JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS

           

 

 Hay libros oportunos y oportunistas. Estos dos que reseñamos aquí -Los moros que trajo Franco... ( Ediciones Martínez Roca, 2002) de Mª Rosa de Madariaga y Abrazo Mortal (Península, 2002) de Sebastián Balfour- entran, sin duda, en la primera categoría. El actual agravamiento de las relaciones diplomáticas  entre los gobiernos de  España y Marruecos ha tenido su expresión mediática en el sainete bélico-cómico de la toma del islote de Perejil por los militares marroquíes y de  su desalojo por las fuerzas españolas ( realizado “al alba”, como comunicó a los medios nuestro ministro de Defensa en una  versión teñida de connotaciones épico-patrióticas que casi parecía que rememoraba el heroico desembarco de Alhucemas). Pero la dimensión menos cómica de estos acontecimientos ha sido la  necesaria  intervención mediadora de EE UU para la solución del incidente. Lo cual, por un lado, nos remite al presente contexto neoimperialista y de“pax americana” en que se mueve el mundo globalizado de la posguerra fría. Y, por otro, pone sobre el tapete los problemas todavía no resueltos que ha dejado la descolonización española y la vigencia de actitudes por parte de uno y otro gobierno que, en cierto modo, tienen su explicación a partir del contexto histórico en el que se desarrolló el largo proceso de acción colonialista  de España en Marruecos.

            Por eso, estos dos libros son realmente oportunos por esclarecedores de muchos de los aspectos de la actual  crisis hispano- marroquí. Ambos se publicaron antes de producirse ésta y por ello no puede decirse que sean libros  oportunistas en ese aspecto. Pero, sobre todo, su verdadera oportunidad, y desde la que fueron planteados, es de naturaleza historiográfica: la necesidad de proporcionar una visión global que no existía de la formación del militarismo africanista en el marco de la acción colonial española en Marruecos y sus implicaciones y conexiones con el origen y desarrollo de la guerra civil.

            Autora de una tesis sobre  España y el Rif y de varios trabajos sobre el ejército de África, Mª Rosa de Madariaga es una profunda conocedora del proceso colonial español en Marruecos y de las relaciones de los dos  países. Concretamente, en relación con la crisis de Perejil, ha defendido con sólidos argumentos la no inclusión del islote entre los territorios de soberanía española. En este libro, trata de completar esos trabajos con un  análisis  en profundidad de la intervención de las tropas coloniales en la guerra civil. El verso de la canción popular que da título al libro expresa claramente ese objetivo: Los moros que trajo Franco/ en Madrid quieren entrar./ Mientras queden milicianos/ los moros no pasarán.

 Pero su contenido no se limita exclusivamente a la intervención del ejército de África en la guerra civil. Sino que realiza también un profundo, documentado y detallado análisis de la formación, ideología y actitudes  los militares “africanistas” que formaron los cuadros de oficiales que dirigieron esas tropas coloniales: la Legión o los Regulares. La autora prefiere la denominación para ellos de  “africanomilitaristas”. “Africanistas” sería para ella la denominación del sector de militares españoles del ejército colonial, poco numeroso, por cierto, preocupado por el conocimiento de la cultura marroquí  y partidarios de una penetración y un control pacífico del territorio colonial. Éstos, los “africanomilitaristas”, mayoritarios y dominantes después de las carnicerías  de Annual, de Zeluán y Monte Arruit serán, en cambio, los que propugnen y lleven a cabo los métodos belicistas represores y violentos para dominar el Protectorado y adopten unas actitudes ideológicas autoritarias, antiparlamentarias, antidemocráticas y ultranacionalistas relacionadas con un talante y unos rasgos psicológicos que la autora relaciona con el fascismo: el  culto a la muerte y la mística de la violencia; el voluntarismo irracionalista y la afición a la parafernalia de los símbolos. Y entre los que quizás habría también que incluir su actitud racista hacia el “moro”.

MARIA ROSA DE MADARIAGA
La autora también trata de otros antecedentes necesarios para explicar coherentemente lo que constituye el objeto del libro, como son el origen y composición de las fuerzas del ejército colonial español: regulares y legionarios; y las actitudes y decisiones tomadas durante la II República sobre el ejército colonial y el Protectorado. El núcleo de la obra lo constituye todo lo referente a la intervención de las fuerzas coloniales en la guerra civil. Esto es: el análisis la formación, composición y organización de esas fuerzas coloniales dentro del ejército franquista, la justificación ideológica que empleó, casi a modo de encaje de bolillos, el bando sublevado para explicar la intervención de musulmanes en una guerra cuya legitimación religiosa, expresada en el término de “Cruzada”, se basaba en la defensa a ultranza de la religión católica contra el ateísmo marxista. Además de las actitudes del nacionalismo marroquí ante la guerra civil y la actuación concreta que tuvo ese ejército colonial en ella.

En realidad, en gran medida, todo ese interesante y coherente contenido  busca prioritariamente contestar a dos  cuestiones historiográficas que se han venido planteando los historiadores sobre este tema y a otra apenas tratada. En primer lugar, la de si Franco y los otros dirigentes de su ejército se plantearon y se utilizaron conscientemente los brutales métodos de la guerra colonial- razias, mutilaciones, violaciones, bombardeos y gases asfixiantes- con el objeto de difundir el terror entre el ejército republicano y la población civil afecta a la República para conseguir una victoria rápida y eficaz. Con la excepción del empleo de los gases asfixiantes -sobre cuyo uso los dos bandos se acusaron de utilizarlos o de haber intentado hacerlo como recurso de la guerra de propaganda y psicológica  por la desmoralización que producía  entre la población civil su mortífero empleo-, Mª Rosa de Madariaga demuestra con datos concretos la práctica consentida de las salvajadas y barbaridades que el ejército de África cometió antes de llegar y ser detenido a las puertas de Madrid. Pero también después, cuando se integró en otras unidades orgánicas y siguió siendo la fuerza de choque de aquéllas. En realidad, esos métodos fueron  una reproducción de los empleados en Asturias en la revolución del 34  por el general López  Ochoa, bajo la batuta de Franco, para acabar con el movimiento revolucionario, difundiendo el terror entre los participantes y sus familias.

Algunos historiadores han defendido que el trato que la II República dio al Ejército de África y su actitud ante el nacionalismo marroquí no aceptando la independencia del Protectorado ni siquiera su autonomía, habrían sido los factores que explicarían el apoyo de los marroquíes  al bando sublevado y la acentuada animosidad de los “africanomilitaristas” contra la República y su apoyo sin fisuras al bando sublevado. Los análisis de la autora rechazan esos hipotéticos ejercicios de prospectiva   histórica probable. La actitud ideológica contraria a la República de aquellos era clara. Y en el caso de los nacionalistas marroquíes, su influencia sobre las tribus en que se realizó el reclutamiento masivo de soldados para el ejército franquista fue muy escasa.

Finalmente, la historiadora analiza el aspecto escasamente tratado por la historiografía de la guerra civil de cómo se llevó a cabo la manipulación de la idea tradicional de Cruzada para legitimar simbólicamente la participación del “moro“ en ella. El viejo ideal de la Reconquista, la cruz contra  la media luna, se trasmuta ahora, por la necesidad de los hechos, en la cruz y la media luna contra la hoz y el martillo ateo. Las tropas marroquíes utilizaron símbolos cristianos como el Sagrado Corazón de Jesús e incluso hubo iniciativas por algunos sectores de convertir a sus miembros y hasta Franco tuvo que prohibir esos intentos de proselitismo.

   Por su parte, Balfour trata también en su libro de establecer esa conexión entre la guerra colonial y la guerra civil. Pero lo hace desde una perspectiva más global  que el libro anterior. El balance negativo para España- al que alude su título haciendo referencia a una frase de Donoso Cortés- del colonialismo en Marruecos es similar, según él, al que obtuvieron las experiencias coloniales de otros países occidentales. Y del mismo modo que R. de Madariaga- aunque con más extensión y detalle- el hispanista inglés trata el tema- hasta ahora poco conocido e incluso ocultado- de la guerra química utilizada por España en la guerra colonial e, incluso, ha identificado la contaminación actual y las terribles  consecuencias que padecen todavía hoy  los afectados por el gas mostaza..

En fin, dos buenos libros que, además del fracaso del colonialismo español en Marruecos y su nefasta influencia en el siglo XX español, nos permiten comprender mejor también  la semilla de la que ha brotado este Perejil de hoy.

( PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE LA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO)

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