¿QUÉ ES EL FASCISMO?
Julio
Antonio Vaquero Iglesias
Sobre la historia del fascismo (genérico) se han escrito ríos de tinta. Casi se puede hablar ya de una auténtica historia de la historiografía sobre esa ideología. Los últimos capítulos de esa larga historia han aportado un profundo proceso de revisión de las teorías clásicas sobre el fascismo desde las nuevas y recientes perspectivas históricas A esa larga lista bibliográfica se añade ahora este ensayo histórico, Anatomía del fascismo (Península, 2005), del historiador norteamericano y profesor de la Universidad de Columbia, Robert O. Paxtón, reconocido especialista en la historia del fascismo francés.
El
historiador norteamericano pretende
bucear en ese inmenso mar bibliográfico y extraer de él -¡ casi nada! -,
una pulida., sencilla y concreta definición de lo que sea el fascismo.
Ese
abordaje lo realiza, como no podía ser de otro modo, con una buena dosis del
empirismo y pragmatismo que caracteriza la labor de los historiadores anglosajones. No trata de
hallar el mínimo denominador común fascista (esto es, lo que sería la esencia
del fascismo) a partir de lo que decían los fascistas de sí mismos (el concepto
de ideología como falsa conciencia está fuera de sus instrumentos conceptuales),
sino deducirlo de un análisis comparativo de las actuaciones de los fascismos
realmente existentes, o al menos de los que se han venido considerando como
tales. Y a ese análisis positivista y empirista sin teoría previa- explícita,
claro-, le añade el autor una finalidad
de aplicación práctica. Si sabemos verdaderamente lo que es el fascismo, podremos tomar medidas
preventivas certeras para que no pueda volver a desarrollarse.
El
empleo del método comparativo lo aplica a las diferentes etapas que distingue
en los fascismos históricos a partir de los procesos completos que cubrieron
los fascismos clásicos, el alemán y el italiano. Cinco son las etapas que
distingue: la de la creación de los movimientos fascistas, la de su arraigo, las
de la llegada al poder y su ejercicio y, finalmente, la de su agotamiento derivado de su radicalización o
normalización.
Sin
duda, esos análisis comparativos entre las mencionadas etapas del desarrollo
del fascismo, en cuyo ejercicio el autor demuestra un gran conocimiento y
erudición sobre el fascismo histórico y actual, son lo más aprovechable y
positivo del libro. En cambio, su conclusión es decepcionante. Su definición
del fascismo es meramente descriptiva y laxa. No aparece en ella ninguna
concreción sobre su raíz y origen y pierde con ello toda la potencialidad
explicativa que contienen las interpretaciones que abordan el fascismo como un fenómeno de clase
y de dominio capitalista, sean cuales sean las limitaciones que puedan
atribuirse a éstas.
Está
claro. Desde esa interpretación no sólo existe hoy el fascismo en Europa y
Estados Unidos en su primera etapa. Pero el peligro no está tanto en los
movimientos neonazis, pura estética fascista obsoleta, sino en los partidos de
extrema derecha y la posible colaboración con ellos de los partidos
conservadores o liberales. Sin duda, acierta ta en los síntomas, pero el
diagnóstico es equivocado.
( Publicado en el suplemento cultural de La Nueva España, de Oviedo)
( Publicado en el suplemento cultural de La Nueva España, de Oviedo)
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