¡ESPAÑA, ESPAÑA!
Julio Antonio Vaquero Iglesias
Desde luego que no existe el peligro de que España se “rompa” con el
que nos amenaza, con su estrategia del miedo,
la derecha española. Pero sí es cierto que la cuestión de la
articulación territorial del Estado se está convirtiendo en uno de los
principales escollos para la estabilidad política de nuestra democracia
liberal. Analizar y comprender el contenido y la práctica política de las concepciones acerca
de la nación española que tienen nuestras élites políticas e intelectuales desde la transición hasta hoy, y establecer,
además, cómo son para ese período las identidades nacionales de los españoles, constituyen,
sin duda, un necesario, arduo y complejo trabajo académico, pero también una aportación de gran interés para la práctica política.
Ambos objetivos- análisis del discurso y de la identidad nacional- son los que trata de alcanzar este
importante libro de Sebastián Balfour y Alejando Quiroga,
titulado España reiventada. Nación e identidad desde la Transición (
Ediciones Península, 2007). La competencia de ambos autores para desarrollar
este asunto está más que contrastada por su labor investigadora anterior.
Balfour es un hispanista británico, autor de varias obras sobre la historia social contemporánea española y,
en relación con el nacionalismo, de un
destacado libro sobre el “98”, tiempo, como es sabido, de crisis y catálisis del nacionalismo y la
identidad españolas. Por su parte, Quiroga es un historiador español, que
ejerce su labor docente e investigadora
en la University de Newcastle y ha trabajado sobre la socialización
nacionalista en España y el pensamiento conservador español.
Nacionalismo e historia
Las
actuales concepciones de la
nación tanto las de los nacionalistas periféricos como las que desarrollan los
discursos nacionalistas de la izquierda y la derecha españolas hacen
siempre referencia, como elemento importante de justificación, a una
determinada visión de la evolución
histórica de la nación y la identidad españolas. Por ello, es inexcusable, como se hace aquí,
comenzar por el análisis histórico del nacionalismo y la identidad españolas .como
paso previo para analizar la situación actual del nacionalismo en España Los autores fundamentan su análisis
historiográfico en la teoría o paradigma denominado modernista que parte del
supuesto que el nacionalismo surge con la edad contemporánea y su despegue está
estrechamente vinculado a los problemas de la modernización económica y social derivados
del desarrollo del capitalismo. La creación de los estados nacionales en esa
etapa conllevó, además, la invención de las naciones y la recreación de las
identidades y las tradiciones nacionales.
. El caso del nacionalismo español estatal
no fue, según los autores, diferente de los nacionalismos europeos. Y la aparición
de los nacionalismos subestatales o periféricos en España se produce en Cataluña y Vasco a finales del XIX en el contexto de los procesos de modernización de esas regiones. La
peculiaridad del caso español consistió en
que el nacionalismo tradicionalista y autoritario
que difundió la dictadura franquista no desapareció como consecuencia de su
derrota, al modo como se puso fin al fascista y al nazi sino con la muerte del dictador y los
acuerdos de la Transición. Lo cual fue determinante para que los discursos
nacionalistas de la etapa democrática no pudieron refundarse, como en Francia o
Alemania, en el mito del origen de nación democrática antifascista. Y, por otra
parte, llevaron a la asunción por la izquierda española durante el franquismo del
discurso y la defensa de los nacionalismos periféricos. Legado
todavía vigente hoy en algunos sectores de nuestra izquierda.
La reinvención de España
Durante la etapa democrática no sólo se ha reinventado la nación española, sino que
ha emergido una nueva identidad nacional española. El pacto constitucional puso
las bases para que se desarrollase una
concepción de una nación española
democrática que alumbraba un modelo casi federal de organización del territorio: el Estado de
las autonomías. A partir de esa concepción
y arquitectura del Estado cuyos
principios básicos aceptaron la mayoría
de las fuerzas políticas integradas en el sistema, han aparecido diferentes
formulaciones y concepciones de la nación por parte de ellas que suponen
también el proyecto de diferentes modos de articulación del Estado.
Los nacionalistas periféricos, vascos y
catalanes, con una concepción de la nación esencialista, blindada con una historia recreada y tradiciones
inventadas, pretenden una fórmula territorial asimétrica que les distinga de
los territorios que ellos consideran que no tienen la categoría de verdaderas naciones.
Por su parte, los discursos nacionalistas de la izquierda son heterogéneos,
pero tienen como denominador común una concepción de la nación democrática
basada en la difícil compatibilidad de la igualdad de los territorios y el
autogobierno. Además del mantenimiento de la acción Estado como redistribuidor de la riqueza.
Dentro de esas notas comunes, la variedad de concepciones y articulaciones es
variada. Van desde la concepción de la nación democrática republicana y el
federalismo asimétrico de Izquierda Unida hasta la nación de ciudadanos
unidos por el patriotismo constitucional
y un modelo de Estado descentralizado, pero con limitaciones, que defiende un sector de los socialistas españoles.
El discurso sobre la nación de la derecha
ha abandonado su modelo centralista, adaptándose al Estado autonómico. Pero
siempre ha mantenido una concepción tradicional de la nación de carácter
orgánico que presupone la existencia de la nación moderna (no sólo ciertos
rasgos de identidad) desde la etapa de la Hispania romana. Concepción que han sostenido incluso
cuando recientemente han adoptado también el patriotismo constitucional como
actitud defensiva frente a los objetivos y planteamientos confederales de
vascos y catalanes.
Las
encuestas de opinión pública demuestran, sin embargo, que, frente a la difusión
de estos discursos nacionalistas, lo que
predomina entre la mayoría de los españoles de todas las regiones, incluso, en
las autonomías vasca y catalana, es una identidad dual en la que se combinan
sin contradicción el sentimiento de
pertenencia simultánea a la nación
española y la comunidad de origen.
Los
autores llegan hasta explorar los
modelos de articulación territorial que consideran más realistas en consonancia
con esa realidad nacional que emerge de su estudio. El cuadro resultante, como
nos muestra este excelente y clarificador libro, es realmente complejo y
de difícil solución. Su lectura
no sólo es aconsejable para cualquier ciudadano interesado en este crucial
asunto. Por ello también para todos y cada uno de nuestros políticos. Pero especialmente para aquellos
que negocien estatutos de autonomía o intervengan en pactos autonómicos.
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