viernes, 10 de julio de 2015

LOS PELIGIROS DE LA SENDA CONFEDERAL

                                                     

LOS PELIGROS DE LA SENDA CONFEDERAL

                                                           JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS

     Quien no conozca los libros anteriores de José Manuel  Otero Novas ni su filiación ideológica y actividad política  bien podría pensar por el título de su último libro, Asalto al Estado. España debe subsistir (Biblioteca Nueva, 2005), que estamos ante un autor y un libro defensores del más rancio nacionalismo españolista de derechas. Pero, sin duda, sería ésa  una falsa impresión. Otero Novas, de tendencia democristiana, fue un destacado miembro  del Grupo Tácito durante la fase final del franquismo, grupo que defendía desde las páginas del periódico católico Ya  la reforma de la dictadura desde dentro, y después durante la Transición, nuestro autor fue también un dirigente político de la UCD, estrecho colaborador  de Adolfo Suárez.. En sus gobiernos fue titular de las carteras ministeriales de  de la Presidencia durante el proceso constituyente y la  de Educación posteriormente  y, más tarde,  llegó a ser  miembro del Comité  Ejecutivo Nacional del PP. Hoy está retirado de la política activa, pero sigue dedicándose a ella como intelectual y analista de la realidad política nacional..

Él mismo se atribuye en su libro haber sido uno de los inspiradores  del título VIII de la Constitución como también de la disposición adicional constitucional que aceptaba los derechos históricos, pero dentro de los límites de la Constitución, lo cual supuso, finalmente, la abstención del PNV en el referéndum constitucional.

Lo cierto es que no estamos sólo ante un ensayista con gran capacidad de análisis y de raciocinio, sino ante alguien que añade a esto una gran experiencia política directa sobre el tema que trata en su libro y es, además, un profundo conocedor de los entresijos del Estado. La tesis que Otero Novas mantiene en él no es nueva, la ha venido defendiendo ya en otros libros y artículos en la prensa. Pero para el autor  ahora se hace más necesario que antes ahondar  y difundirla con las soluciones a los graves problemas que se  plantean en ella. Porque, según la tesis de fondo que defiende, la intensificación del proceso confederal  en el que estamos inmersos ya desde los años  80, puede  hacerse imparable con la reforma constitucional  emprendida por el Gobierno  Zapatero y, por ello, según el autor, estamos ante un momento crucial para poder ponerle fin por los peligros que implica. Denunciar los peligros de esa deriva confederal y proponer soluciones para detenerla son, sin duda, los verdaderos objetivos de este libro.

Otero Novas  considera un grave peligro ese proceso de “confederalización”, porque “adelgaza”, vacía de  competencias, el Estado Central y pone, con ello, además, en peligro la unidad y la subsistencia de la nación española. Nación española que para él existe desde la etapa de dominio romano de la Península. Y a cuyo  origen y evolución dedica uno de los capítulos nucleares de su obra, a mi entender y a pesar de la gran erudición histórica que demuestra, el  más flojo del  libro. En un Estado Confederal,  la principal  función que realiza el Estado  es la labor de coordinación y asistencia a los Estados que lo componen y no implica la existencia de una nación común. En cambio, nuestro autor considera, bajo un claro, idealista e interclasista influjo hegeliano, que la existencia de un Estado Nacional ha sido y debería seguir siendo “la gran palanca de progreso de todos los españoles, de todas las regiones, lo que nos da respetabilidad en mundo, lo que nos ha permitido superar primero lo feudal y después lo caciquil, lo que ha permitido establecer la libertad y la igualdad” (página 26).

Esa tendencia hacia el Estado confederal se agrava ahora, según él,  con el proyecto de reforma constitucional que trata de realizar el Gobierno  Zapatero, máxime cuando éste  necesita para gobernar el apoyo de los nacionalistas catalanes de izquierda, tendentes a caminar por la senda confederal hacia la independencia. Meta coincidente con las de otros nacionalismos periféricos y  hacia la que éstos han ido avanzando por la puerta de atrás del Estado con cierta permisividad de los partidos nacionales y sin que la sociedad civil sea muy consciente de ello.

 En efecto, el modelo territorial autonómico diseñado en la Constitución de 1978, viene a decir Otero Novas,  pretendía encauzar un modelo de federalismo asimétrico que reconociese  la diversidad y la personalidad de los territorios históricos concediéndoles  el acceso directo al  techo competencial máximo que recogía el texto constitucional. Esa personalidad histórica tenía su legitimación  en los derechos históricos de nacionalidades como  Cataluña y  País Vasco y Galicia.

Pero en la evolución política española posterior, siempre según nuestro autor, se produjo en la práctica un brusco giro impulsado por los nacionalistas con el beneplácito de los dos partidos nacionales que transformó el modelo federal asimétrico que preconizaba el texto constitucional en otro que privilegiaba el modelo de contenido autonómico- federal uniforme, inspirado en los  criterios de racionalidad y uniformidad y cuyo inspirador fue el jurista García Enterria. Todas las Comunidades Autónomas pudieron acceder así al techo competencial que “se reservaba” para los territorios históricos. Lo cual produjo por reacción el que las nacionalidades históricas,  al no aceptar “el café para todos”, se adentrasen, con el objeto de mantener su singularidad, por la senda del  Estado confederal, el cual implica, además, el  fin de la subsistencia de la nación española.

Otro de los factores que acentuó ese proceso de “confederalización” fue en los años 90, la necesidad del Partido socialista, primero, y el PP, después, de los votos de los nacionalistas periféricos para gobernar. Esos partidos se saltaron, en la opinión del autor,  el contenido de la Constitución y  se plegaron  a las demandas de mayores e inconstitucionales  competencias por parte de todas  las Comunidades Autónomas, en una encadenada espiral confederal.        

 Por si esta tendencia hacia la “confederalización” no fuera suficiente para producir un grave vaciamiento del Estado Central y amenazar la integridad, la subsistencia de la nación española y  poner en peligro las vitales funciones  del Estado Central, con ella confluyen, además, simultáneamente, otros dos factores que, más allá de adelgazar al Estado español, casi  lo están convirtiendo, en la opinión del autor, en anémico. El primero consiste en la cesión de competencias y soberanía  que el Estado español  ha tenido que realizar  a favor de la Unión Europea y el segundo, la tendencia hacia la implementación de un Estado mínimo que conlleva la aplicación de las políticas de desregulación para adaptarse a la globalización neoliberal.

 El proceso de federalización de la Unión Europea (ahora en cuestión y en situación de paralización como consecuencia del resultado de los referendos de Francia y Holanda sobre la Constitución europea y de la reciente cumbre europea) hizo crecer la soberanía europea a costa de la del Estado español. Y aunque este proceso era inverso al proceso de “confederalización”del Estado español, también contribuyó,  como éste, a aumentar el “adelgazamiento” y la disminución del poder del Estado Central que, difícilmente, puede ya cumplir esas funciones que  considera que debe prestar a sus ciudadanos el Estado Nacional.

Otero Novas expone, además, las  razones  éticas, inspiradas en el humanismo cristiano,  que avalan sus planteamientos. Éstas le llevan  no sólo a considerar como  moralmente ilícito el derecho unilateral de los nacionalismos periféricos a la autodeterminación, sino también la “confederalización” del Estado. La razón no está en los principios morales que en abstracto  son indiferentes en ambos aspectos,  sino en su aplicación concreta en el caso español por el daño que su aplicación causaría a los ciudadanos “españoles” y por el riesgo “razonable” de los graves  traumas y enfrentamientos que  traerían consigo.

 La solución que nos  propone es la paralización de la reforma del modelo territorial en marcha que no aportaría, sino otro avance hacia la “confederalización”, y la puesta en práctica de un proyecto sugestivo de regeneración  de la nación española. Y a partir de ahí un Gran Pacto nacional que cierre definitivamente el modelo de Estado. Y de no ser posible este pacto, un gobierno de concentración o un acuerdo de los dos grandes partidos nacionales para  reformar la ley electoral  e impedir así la presión de los partidos nacionalistas en su función de partidos- bisagra.    
  Como es fácil de deducir, los planteamientos de  Otero Novas proporcionan  munición abundante y de grueso calibre al PP para su oposición a la actual política de reforma del modelo territorial del Gobierno  Zapatero. De hecho, el decálogo que se anuncia (El País, 18-VI-2005) va difundir el PP sobre la cuestión nacional reproduce claramente las posiciones y los argumentos que se defienden y desarrollan en este libro. La pregunta final de muchos lectores será, sin duda, por qué, si el Estado Central ya apenas es nada, esa lucha enconada, con lo nunca visto de la derecha en la calle y con pancartas, para anular sus leyes y tratar de volver a conseguir su control
( PUBLICADO EN CULTURA, SUPLEMENTO CULTURAL DE LA NUEVA ESPAÑA)

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