jueves, 23 de julio de 2015

EL GRITO SILENCIADO


                REYES MAGOS DE ASTURIAS PARA LOS NIÑOS AFGANOS              

                                                  JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
                                      

Oculta tras la  “burka”, Anna Tortajada realizó un viaje clandestino al Afganistán de los talibanes. La denuncia que realizó en su libro El Grito silenciado del horror  en que allí vivían mujeres afganas tuvo un gran impacto solidario en Asturias. Dio lugar a la creación en 2001 de la Plataforma Xuvenil d´ayuda a les muyeres afganas formada por los Consejos de la Juventud y las asociaciones juveniles de mujeres que se integran en éstos. Esta Plataforma llevó a cabo en Asturias una amplia y eficaz labor informativa, de sensibilización sobre la situación de Afganistán y la situación de miseria y precariedad en que vivían  los centenares de  miles de refugiados que habían huido del aquel horror y, en especial, de los que más sufrían aquellas situación que eran las mujeres y los niños.

La derrota de los talibanes tras el 11 de septiembre ha puesto fin a aquella pesadilla que sometía a las mujeres a la dictadura de la burka  y prohibía a las niñas afganas la asistencia a la escuela, además de  las otras muchas discriminaciones y maltratos a que estaban sometidas. Pero estos problemas y los demás del pueblo afgano siguen todavía en gran medida sin solucionar. Las promesas de EE. UU y la comunidad internacional no se han cumplido. La reconstrucción de Afganistán, como siguen denunciando numerosas ONG, está parcialmente paralizada. La democracia prometida sigue sin hacerse realidad y “los señores de la guerra” controlan y dominan gran parte del territorio. Incluso, las vejaciones hacia las mujeres, que fueron, además de la captura Bin Laden, una de las principales justificaciones de “la intervención humanitaria” de EE UU, siguen siendo habituales en algunos de  los territorios de esos “·señores de la guerra”. Como ocurre en el del dictador Khan, donde la presión social obliga a las mujeres a seguir vistiendo la “burka”, y continúan siendo sometidas a otras bárbaras  discriminaciones de género. 

En esta situación la necesidad de apoyo al pueblo afgano continúa. Y con ese objetivo, centrado ahora en la ayuda a los niños, acaba de ser editado en Asturias por la referida Plataforma Xuvenil d´ayuda a les muyeres afganas, con financiación del Instituto Asturiano de la Mujer, Consejo de la Juventud, Forma y la Universidad de Oviedo, un libro ilustrado titulado  ¡Sahar, despierta!   cuyos beneficios irán destinados a la realización de programas de la organización HAWCA de ayuda a Afganistán. La autora de los textos es Anna Tortajada y las ilustraciones han sido realizadas por Antonio Acebal.

Sahar es una niña afgana, miembro de una familia de refugiados del terror talibán que malvive en un campo de refugiados y tras la derrota de éstos inicia su vuelta a Afganistán al pueblo de sus padres. Allí sólo encuentra desolación y muerte y la familia tiene que regresar a Kabul., donde Sahar podrá ir por primera vez a la escuela. Ese día es, sin duda, un gran día en la vida de  Sahar. Nunca  pudo ir a la escuela en su país por el fundamentalismo discriminador de los talibanes; tampoco en el campo de refugiados por la pobreza. Allí se dedicaba a cuidar de su hermano mientras su madre busca comida, mendigar con los otros niños o arrastrar un saco de plástico en el que recogía en las basuras papeles, cartones, trapos y mendrugos de pan. Por eso, al contrario de lo que ocurría en su vida anterior, Sahar no remolonea este día. Se levanta de un salto, cuando recién llegada a Kabul, su madre la despierta para ir por primera vez en su vida a la escuela.

No son migajas de caridad lo que necesita Afganistán ni los niños afganos, sino   paz con justicia, no “infinita”, sino concreta, y también solidaridad internacional con ayuda desinteresada, no “derecho humanitario” a la fuerza. No podemos quedarnos únicamente en que los Reyes magos inviertan la dirección de su  viaje, de Occidente a Oriente, de Asturias a Afganistán, y recordar sólo en Navidad a los niños, mujeres y todo el pueblo afgano. La solidaridad con Sahar bien puede iniciarse con el gesto navideño de comprar este libro. Pero lo esencial es que este punto de solidaridad se convierta en una línea continua de apoyo y ayuda para el pueblo afgano, que  no sea un gesto aislado que sirva para adormecer nuestra conciencia, sino el punto de arranque de un conjunto de actos sin fecha fija, pero con duración determinada. Hasta que Sahar no considere su asistencia a la escuela como algo extraordinario, sino como un derecho más como el que tienen todos los niños de Occidente. Hasta que Sahar, como nuestros hijos,  remolonee en la cama  cuando su madre la llame para ir a la escuela. Hasta que, para el pueblo afgano como para nosotros, los Reyes magos vuelvan a venir de Oriente. Será sólo entonces cuando Afganistán habrá sobrepasado definitivamente la meta impuesta de la “libertad duradera” y pueda comenzar a caminar por su propia voluntad hacia la libertad posible.

( PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE lA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO) 

 

 

 

 

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