LA HISTORIA QUE HEMOS
CONTADO
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
Sin
duda, la salida del número 1.000 de este
suplemento de Cultura es una ocasión idónea para hacer un somero balance de mi
colaboración en sus páginas durante los
cerca de veinte años en que he llevado a cabo
la crítica de la literatura histórica que ha ido apareciendo en nuestro
mercado editorial.
En primer lugar, están los criterios
de selección de los libros reseñados. En un mercado editorial como el español
con una producción editorial en torno a
los 50.000 títulos anuales de los que una parte importante corresponde a todos
los campos de la disciplina histórica, una selección cuidadosa de los libros
criticados es una de las principales labores, pienso, que debe llevar a cabo
todo crítico que se precie de tal. Y esa selección en mi caso ha estado siempre
determinada tanto por el probable
interés que el libro, por su contenido y autor, podría despertar en los lectores
de nuestro suplemento, como por la
importancia y novedad que pudiese aportar al conocimiento de determinado campo histórico.
En ese sentido, por mis críticas han desfilado algunas de las principales
aportaciones que la historiografía ha llevado a cabo, desde la Edad Antigua
hasta el siglo XIX y XX, tanto de la historia europea y americana como la
española. Entre otros, he reseñado libros que tratan de la revolución
industrial y la evolución e interpretación del origen y desarrollo del
capitalismo, la revolución francesa y
las consecuentes revoluciones liberales, la historia del pensamiento y los
movimientos socialista y comunista, la historia y el presente de Latinoamérica,
la naturaleza y la historia del nazismo,
nuestro imperio colonial y la Ilustración, la revolución gaditana y la
evolución del liberalismo español a lo largo del XIX, el 98, la Restauración, la II República, la guerra
civil española o la dictadura franquista…. Especial interés he tenido en que
mis (improbables) lectores tuviesen noticia
puntual de aquellos temas que la historiografía reciente ha enfatizado
como han sido, por ejemplo, la historia del feminismo, la historia social
cultural, la represión y la oposición al franquismo; lo relacionado con la
denominada “memoria histórica” y los
grandes acontecimientos de la historia del presente como la guerra de
Irak o los atentados del 11 de
Septiembre. De hecho, este suplemento recibió un importante premio gráfico
internacional con motivo de un balance bibliográfico de este crítico con motivo
de lo ocurrido aquel día de 2.001 que conmovió al mundo y ha sido,
sin duda, uno de los acontecimientos seminales
del nuevo milenio. Y siempre he tenido la preocupación de que mis
(improbables) lectores conocieran
aquellos libros y autores marginales que publicados por minoritarias
editoriales he creído que nos aportaban,
con su visión heterodoxa y al margen de la corriente dominante editorial, algo
de interés Todos los géneros y subgéneros de la difusión del conocimiento
históricos han estado presentes en mis comentarios, desde el libro académico
hasta el ensayo historiográfico pasando por el libro de divulgación, la
biografía histórica y la novela histórica.
Del mismo modo que, dada la crisis que en estos decenios ha atravesado el
conocimiento histórico con la irrupción del postmodernismo con su frustrado
intento de de devaluar la cientificidad
de nuestra disciplina, he procurado dar a conocer en mis críticas los más importantes libros y
autores publicados en nuestro mercado editorial sobre las controversias
historiográficas que ello ha supuesto. Mi objetivo, en ese sentido, ha sido
siempre alertar al lector menos
preparado e inerme ante esa avalancha de supuesta, pero falsa historia, de
historia “en migajas”, acerca de esa deriva que en resumidas cuentas no conducía sino a la consumación del fin de
la Historia como conocimiento racional y científico.
En mi selección ha estado, además, como criterio básico, dar a conocer a
mis lectores lo más importante de la
producción historiográfica que, desde dentro o fuera de Asturias, se ha venido publicando
sobre la historia de nuestra región, y así, por estas páginas y en mis
críticas, han ido desfilando las principales obras e historiadores que han
tratado de nuestra historia regional.
Si esos fueron, grosso modo, los criterios
que me han venido guiando en la selección de los libros que he elegido para reseñar, desde el punto de
vista formal, he procurado seguir también en mis críticas reglas constantes. Una crítica en un suplemento
cultural de un periódico, pienso, no puede nunca responder a los criterios que
deben seguirse en la que se realiza en un soporte académico. La crítica en
ellos debe de responder a una peculiar
combinación entre crítica y
periodismo que no puede nunca dejar de tener presente la generalidad y
heterogeneidad del público a la que va destinada. Hay que tener siempre presente que la crítica en el caso de esta clase de
suplementos, a veces, tiene como finalidad no sólo valorar el contenido del
libro para aconsejar o no su lectura, sino proporcionar una información a un
lector que nunca va a serlo del libro y que, por tanto, solo conocerá su
contenido a través de la información del crítico.
Por ello, he procurado siempre
proporciona al lector, además de la información necesaria y precisa sobre
el autor, una síntesis lo más completa,
articulada y ajustada posible del contenido de la obra reseñada,
distinguiéndola nítidamente de la valoración que me ha merecido su lectura. Y
es claro que ese criterio general varía en cuanto a la extensión dedicada a la información y
valoración en función de las peculiaridades y el enfoque que presenta la propia
obra reseñada o el mayor o menor conocimiento que se tiene del autor. Todos los
críticos sabemos por propia experiencia que cada libro tiene su crítica y que
sólo después de una lectura reflexiva y cuidadosa del mismo sabemos cómo debe
realizarse en el marco de unos criterios generales y constantes que, en mi
caso, acabo de esbozar.
( Artículo publicado en Cultura, suplemento cultural de La Nueva España, de Oviedo con motivo de la publicación del número 1000 )
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