lunes, 3 de noviembre de 2014

Crónica de una revolución anunciada


                  CRÓNICA DE UNA REVOLUCIÓN ANUNCIADA

                                   JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS


 

   
        
 Como es bien conocido, David Ruiz, catedrático de la Universidad de Oviedo, ha dedicado una parte importante de su trabajo como historiador a la reconstrucción e interpretación  de ese episodio fundamental y de difusión mundial  de nuestra historia contemporánea como es la Revolución de Octubre de 1934. A finales de este recién  pasado año ha publicado otro trabajo más  sobre aquella revolución que, como pocas otras en la historia, fue tan ampliamente anunciada por los propios revolucionarios.  Insurrección, además, que, al contrario de lo que suele ocurrir cuando no fueron  triunfantes, como fue el caso, influyó  decisivamente en  el devenir de la II República y nuestra historia posterior. Tan decisiva fue su influencia que todavía hoy constituye uno de los episodios más controvertidos y utilizados en  el debate político actual  por un sector de  la derecha española, para, apoyándose en un revisionismo histórico de escaso fundamento, tratar  de encontrar en ese episodio o bien la justificación del golpe de Estado de 1936, o bien, yendo  todavía más allá de lo anterior, tratar de  explicar  el origen último  de la guerra civil en ese frustrado acontecimiento revolucionario.

   .  Octubre de 1934. Revolución en la República española ( Madrid, Síntesis, 2008)  contiene ciertas novedades respecto de la versión de los acontecimientos revolucionarios  de Octubre que  hace veinte años hizo el mismo autor en Insurrección defensiva y revolución obrera. El octubre español  de 1934 (Barcelona, Labor edit., 1988)

 La primera diferencia es sin duda  su distinta concepción y factura. Este libro se incluye en una colección de la citada editorial madrileña que tiene como objetivo  publicar una serie de obras que pretenden informar al ciudadano de los grandes acontecimientos, personajes y situaciones que marcaron la trayectoria de España a lo largo de los siglos XIX  y XX..Y, en  congruencia con  ese planteamiento, éste es un libro, pues, con una finalidad divulgadora  y como tal se ha eliminado de sus páginas  casi todo el  aparato critico. Y está  escrito además  con una expresa voluntad  de claridad y sencillez en el aspecto formal y  su estructura ha sido  concebida, en la medida que esto es posible, a modo de un relato,  en el  que hay una evidente intención  por parte de nuestro historiador de poner racionalidad en el relato de los más llamativos episodios  registrados durante aquél  acontecimiento, así como de sacar a la luz con gran agudeza crítica  las contradicciones en que cayeron los principales actores de los  hechos, de sus dirigentes en especial. Pero, eso sí,  sin alejarse un ápice de su intención de ofrecernos una versión de aquella insurrección cuya  verdadera pretensión es profundizar en su conocimiento y distanciarse  de las  versiones  idealizadas  de  los contendientes en aquella movilización  que acabó en tragedia.

En cuanto al contenido, esta nueva versión de Ruiz es bastante  más que una edición actualizada con las aportaciones que la historiografía  ha realizado en los   veinte años transcurridos desde  su anterior libro sobre del proceso revolucionario del Octubre español. .Porque no  sólo aporta información  procedente de fuentes hasta ahora no utilizadas  o mal explotadas y nos   proporciona  una matizada y minuciosa reconstrucción de los acontecimientos revolucionarios (a veces, para mi gusto, hasta excesivamente prolija), sino que a partir de esos datos, ofrece un relato  más matizado del proceso revolucionario que, en cierto modo, amplía el espectro de la interpretación  que nos proponía en  su anterior investigación.  

En el origen del proceso revolucionario David Ruiz  rebaja la importancia que en el Octubre de 1934 ejerció la coyuntura internacional, tanto las consecuencias para España de  la crisis económica mundial como la de la amenaza del fascismo, otorgando mayor importancia a los problemas endógenos  derivados de las expectativas sociales que abrió la llegada de la República  a lo largo del primer bienio. A su vez también pondera más  a la baja los  efectos que sobre  los impulsos revolucionarios tuvo la política de  contrarreformas  del  segundo  bienio, menos “negro” de lo que han venido considerándole hasta tiempos recientes la mayoría de los historiadores.

 Por el contrario nuestro historiador resalta   la importancia que  en el origen del proceso revolucionario tuvo el sector  largocaballerista  de la UGT  que respaldó un movimiento contra la República sin ofrecer otra alternativa que la  de  derribar el Gobierno  de Lerroux  abjurando de la  democracia republicana que los socialistas ayudaron a traer. Un proceso en el  que el  reformista y colaborador de la Dictadura primorriverista, Largo Caballero, se vería secundado por Indalecio Prieto, aquel que se consideraba a sí mismo “socialista a fuer de liberal”. Que la pérdida de la fe republicana de Largo Caballero está en el origen de las primeras anunciaciones del probable alumbramiento revolucionario lo deja claro el autor con su referencia a las intervenciones que  en ese sentido y antes de noviembre de 1933 hizo el que a partir de entonces sería conocido como el “Lenin” español por sus más incondicionales. Aunque el proyecto revolucionario tomase cuerpo posteriormente con la percepción- plenamente justificada-  por las fuerzas de izquierda   de la amenaza que suponían las amenazas reaccionarias  de Gil Robles y la CEDA.

 En ese sentido el Octubre español habría sido menos una “revolución preventiva”  para adelantarse a una previsible destrucción de la república democrática por la derecha reaccionaria, que un movimiento revolucionario originado por la repentina desconfianza  de los socialistas españoles  en las posibilidades para los intereses obreros  de la republica burguesa. No es extraño, pues, que los socialistas que concibieron esa revolución como algo  propio e interno del partido, que ellos deberían monopolizar y controlar, encontrasen en el camino el apoyo de aquellas fuerzas de la izquierda que desde el principio se habían opuesto a la República.  El de los anarquistas surgido a impulsos de las bases y sólo en determinadas regiones, como ocurrió en Asturias. Y el de los comunistas en toda España determinado  desde arriba por la dirección nacional  del partido entonces estrechamente  vinculado a la  Unión Soviética.

 

                                     SOLA EN MITAD DE LA TIERRA

                                                            J. A. V. I

El  capítulo de mayor entidad  del libro  es el que nos relata el desarrollo de la revolución en Asturias y trata de encontrar  la explicación  de la excepción  (el “sola en mitad de la tierra  ” del verso de  Pedro Garfias cantado por Víctor Manuel) de  aquellos quince días de revolución  asturiana que no sólo conmovieron al resto de España , sino a medio mundo y elevaron a la Comuna asturiana a un episodio comparable al movimiento de la  Comuna de París de 1871 y a las otras grandes revoluciones obreras de la historia contemporánea.

Para encontrar esa explicación su análisis no sólo comprende una pormenorizada reconstrucción de lo ocurrido en Asturias en aquellos días con aportación de explicaciones sugerentes y datos novedosos , sino que  el autor las sitúa  en el contexto de  la “larga duración” de los cambios económicos y sociales ocurridos en Asturias desde los orígenes de la industrialización ocurridos un siglo antes, demostrando  en ese ejercicio no solo oficio sino ser un profundo conocedor de todo lo que se ha  venido publicando sobre esos aspectos  desde que vio la luz  su clásica  obra pionera sobre el movimiento obrero asturiano aparecida en  1968.


  

                                     LOS USOS PÚBLICOS DEL OCTUBRE
                                                                 J.A.VI                                                                                                      
De excelente se puede calificar el último y fundamental  capítulo de este libro dedicado  al crucial tema de las consecuencias del proceso revolucionario, pero también su Epílogo, donde el autor además de  realizar un  sugerente análisis comparativo del Octubre asturiano con las otras revoluciones obreras contemporáneas  que le precedieron, nos presenta un original y matizado recorrido por las diferentes utilizaciones y significados políticos  que tanto la izquierda, como, sobre todo, la derecha han venido realizando de aquel importante  episodio revolucionario. La principal conclusión es clara. La dureza y la desproporción de la represión recondujeron  a la izquierda obrera y  catalanista  protagonistas del Octubre, a través del Frente Popular, hacia una nueva fase defensiva de  las posibilidades del régimen republicano en cuya defensa  se volcarían en julio de 1936. Por lo que la falacia del revisionismo actual de la derecha de que el origen de la guerra civil estuvo en el Octubre revolucionario carece de todo sentido.

 ( Publicado en Cultura , suplemento cultural de La Nueva España (Oviedo)

 

 

      .  


.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario