¡JODER, QUÉ
TROPA!
JULIO
ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
Este “miércoles negro” me han dado
ganas de salir corriendo buscando una embajada
para pedir el cambio de nacionalidad. Seguro que ya saben por dónde voy.
Las tres noticias del día, la destitución de Lopetegui como entrenador de la
selección por haber fichado por Real
Madrid sin conocimiento previo de la Federación; la información desvelada de
que el flamante ministro de Cultura y Deportes, Máxim Huerta había sido sentenciado por un delito
fiscal y condenado a pagar una multa cuantiosa. Y, finalmente, la sentencia a
más de cinco años de cárcel del cuñado del rey actual que se creyó que podía
sustraer dineros públicos únicamente por ser quién era dentro de la familia
real, nos llevan a unas reflexiones pesimistas sobre nuestro carácter, nuestra
idiosincrasia y nos proporcionan dudas fundadas sobre nuestra modernización. La
verdad es que ante estos hechos medio mundo nos mira asombrados como si los
españoles fuéramos extraterrestres.
¿Cómo es posible que el tal Rubiales, aun
sintiéndose traicionado y engañado con razón por su seleccionador y por los
intereses particulares de Florentino y el Real Madrid que son también parte
culpable de este dislate, tome la determinación
de destituirlo a 48 horas de la primera intervención del equipo español
en el campeonato mundial después de dos años de preparación y sin haber sufrido
ninguna derrota a sus espaldas? ¿Es posible que haya tomado esa decisión como
si de una venganza siciliana se tratara? ¿Ha sido incapaz de entender que el
interés general de la afición futbolística española que esperaba una actuación
destacada de nuestros futbolistas con el efecto consiguiente de cohesión social
de la que tan necesitado anda este país, estaba muy por encima del
planteamiento alicorto, personal y visceral del celtibérico “el que la hace la
paga” y “el a mí no me torea nadie”? .
Lo de Máxim Huerta ya ha tenido su desenlace:
su dimisión. No podía ser de otra manera. ¿ Cómo un gobierno que sale de una
moción de censura contra la corrupción institucional del anterior partido
gobernante, puede nombrar como ministro a alguien que ha creado una sociedad
interpuesta para pagar menos impuestos?. ¿Cómo es posible que en esas
circunstancias un señor que se dice defensor a ultranza de la cultura, cuyo
pilar fundamental es siempre la honestidad, acepta un nombramiento de ministro?
Era el interés cultural del país o su ascenso al olimpo ministerial lo que
buscaba. ¿Cómo es posible que creyese
que no le iban a sacar inmediatamente ese marrón y poner en una difícil
situación al Gobierno socialista entrante?
¿De dónde sacó Pedro Sánchez a
tal personaje, habiendo como hay numerosos y excelentes potenciales ministros
de cultura en el campo socialista? Al menos, el presidente socialista, al
contrario de lo que hacía Rajoy con sus corruptos, ha tenido la coherencia de
forzarle a pedir su dimisión
En el caso del cuñadísimo pasa lo mismo,
aunque con mucha mayor gravedad: ha sido el interés
personal y particular sobre el interés público y colectivo el que ha
predominado claramente en su actuación. ¿En qué Escuela de Negocios le
enseñaron a este señor que bajo el amparo de la figura real podía cometer las
tropelías que la sentencia dice que ha cometido? ¿ Se creyó que el país era el patio
de armas del castillo de la Monarquía? ¿Cómo es posible aceptar que su esposa,
la infanta, no sabía nada de sus turbios negocios? Muchos españoles se temen
que su reclusión carcelaria no sea otra cosa que una jaula de oro, con todas
las comodidades posibles y excelente trato carcelario, de la que no tardará en salir de una u otra manera, con
unos u otros beneficios carcelarios. La ley es igual para todos, dicen algunos,
pero para unos menos que para otros.
Este es un país tan peculiar que hasta puede
ocurrir que la selección termine ganando el campeonato mundial (cosa que dudo);
que Máxim dimita (eso ya ha ocurrido); y que Urdagarín sea tratado exactamente igual que cualquier preso
de las cárceles españolas. Entonces, sí que de verdad el resto del mundo nos
verá, dado lo que hay hoy, como auténticos extraterrestres y nosotros los
españoles nos veremos a nosotros mismos como ciudadanos de cualquier país
democrático de nuestro entorno. Entonces, si me decido, volveré a pedir la
nacionalidad española.
(PUBLICADO
EN LAS PÁGINAS DE OPINIÓN DE”LA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO)
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