miércoles, 22 de marzo de 2017

VEINTE AÑOS QUE CAMBIARON EL MUNDO


VEINTE AÑOS QUE CAMBIARON EL MUNDO
                                       JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS 
         



EL CRÍTICO JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS



  De la caída del Muro, como símbolo de la implosión del socialismo real, a la actual debacle financiera del capitalismo globalizado. Esos dos relevantes  acontecimientos históricos podrían servir  parpa  enmarcar  en el plano de la historia mundial los límites  del tiempo histórico transcurrido durante  esas 815 singladuras semanales  de los veinte años de vida  que ha cumplido “Cultura”. Entre uno y otro  la historia se ha acelerado vertiginosamente y los cambios han sido tan profundos que la nueva realidad histórica poco tiene que ver ya con la surgida tras la Segunda Guerra Mundial.
            Si dejamos a un lado esa miríada de importantes acontecimientos que han jalonado ese periodo de veinte años y descendemos al plano de los cambios profundos  que les dan sentido y nos permiten, al menos, darles explicaciones tentativas, debemos referirnos, en primer lugar, al paso del anterior capitalismo liberal  a la forma de capitalismo globalizado neoliberal con el que se ha intentado superar la crisis de acumulación que  en los setenta sufrió  aquél.
El llamado Consenso de Washington dio carta de naturaleza formal a ese casino global en que se convirtió la economía globalizada. La “financiarización” (esto es, la hipertrofia del dinero como su principal mercancía), la desregulación,  la  privatización y la mercantilización de todos los aspectos de la vida  fueron sus principales instrumentos.  El incremento de  desigualdad  internacional y dentro de los estados en el reparto de  la riqueza, su consecuencia .económica.
 A su vez, el catálogo de sus consecuencias sociales es innumerable: el empobrecimiento de amplias capas de la población asalariada frente al enriquecimiento desmesurado de una elite económica; los drásticos recortes, cuando no el desmantelamiento, del estado de bienestar erigido por el liberalismo embridado anterior; la aparición del  trabajador desechable y flexible como modelo de las relaciones laborales a escala mundial; la vuelta a las condiciones decimonónicas de explotación  de la clase obrera en las economías de los Estados emergentes del este de Asia y América Latina, pero también en determinados sectores industriales de los países más desarrollados y, en fin, la emigración masiva  como válvula de escape ante tanta pobreza y la intensificación de la degradación ambiental que permite ya hablar de un cambio climático en marcha..
En el plano cultural, la economía globalizada ha sido  el caldo de cultivo para la extensión e intensificación  de la mentalidad consumista que refleja la máxima  “del compro, luego existo”, a la vez que ha potenciado eso que se ha llamado la “macdonalización” del mundo, esto es, la difusión del modelo de  vida homogéneo y estandarizado de Occidente y que, por reacción, ha provocado el surgimiento de los fundamentalismos de signo musulmán y cristiano. Y  en el campo concreto  de la “alta cultura”, el neoliberalismo ha venido envuelto en el decorativo celofán del postmodernismo con su “pensamiento débíl” en lo científico y su énfasis en lo virtual sobre lo “real”  Condición necesaria para esa globalización económica y cultural ha sido el gran desarrollo que han alcanzado las tecnologías de la información con la red de redes a la cabeza.
Todas esas transformaciones han tenido su correlato en el plano de la realidad política. Hemos asistido al final del Segundo Mundo y del Tercer Mundo tal y como lo conocíamos, y a la aparición  del Cuarto Mundo, que ahora anida también dentro del Primero  La caída del socialismo real y el  fin de los bloques no han dado lugar a la globalización del orden político mundial. Pero sí a la  reconversión de Estados Unidos, como garante del capitalismo global y en manifiesto declive económico, en un nuevo imperio, sobre todo, a partir del Gran Acontecimiento de esta etapa, el 11 S. China comunista se ha convertido en estos años no sólo  en el “ taller del mundo”, sino en su principal acreedor. Y la   Unión Europea, que se ha ampliado con los países de Europa del Este, ha perdido parte de su impulso político interno y se ha subido también  a la cresta de ola neoliberal, de la que trata de descolgarse un nutrido grupo de países latinoamericanos. En fin, ni la oposición a esa deriva neoliberal, ni las guerras ni la democracia  son ya  lo que eran.     
  Estos profundos cambios  ocurridos a lo largo de la vida de “Cultura”, han cambiado el mundo y han traído, no el final de la historia que nos vaticinó Fukuyama, sino todo lo contrario: su aceleración vertiginosa. Y en estos últimos días, con el colapso del sistema financiero mundial, nos ha puesto a  las puertas de una nueva y dolorosa realidad y ante el fin  de muchas falsas ilusiones.  
De  todo ello he tratado  en  estas  páginas culturales a lo largo de estos dos decenios comentando  libros de Hobsbawn., Arrighi, Negri y Hart, Gowan, Harvey, Eagleton, Kaldor, Anderson,.Said, Sampedro, Taibo y,,,, tantos y tantos otros. No podrán decir mis lectores, creo, que en  esos comentarios,  no les avisé de que las cosas no eran tal  y como parecían y que había bastantes indicios de que podrían ir a peor. Y en esa tarea seguiré, si estas páginas me siguen dando albergue y ustedes tienen a bien seguir dispensándome su atención. Si es posible, otros veinte años.  

PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE LA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO)

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