PEOR QUE
LOS MONGOLES
Julio Antonio Vaquero Iglesias
Entre la gente progresista de mi generación, José Luis Sampedro siempre ha gozado de una gran popularidad cuyo origen no estuvo tanto en su excelente obra literaria, que inició tardíamente, como en su faceta de divulgador de la realidad económica internacional. Escritos desde el rigor, pero, sobre todo, desde el compromiso ético y crítico con el sistema capitalista y sus contradicciones , aquellos libros no sólo disonaban en el panorama editorial del franquismo, sino que contribuyeron a que muchos lectores pudiesen comprender cuáles eran las verdaderas “ fuerzas económicas” de su tiempo – el de la “edad de oro” del capitalismo como lo ha bautizado Hobsbawm- , y ayudaron a otros a lograr adquirir “conciencia del subdesarrollo” no como atraso económico, según la tesis que nos vendía entonces el discurso desarrollista, sino como dominación del Primer sobre el Tercer Mundo. En suma, a muchos de sus lectores el contenido de esos libros les hizo tomar conciencia de que la realidad económica debe de estar al servicio del hombre y no al revés, y la actitud intelectual de su autor, que ése mismo debía de ser el papel de los economistas y la Economía como disciplina científica.
Esa lucidez y ese compromiso no han
abandonado a Sampedro en su avanzada edad. Con sus ochenta y seis años y
después de una meteórica y brillante carrera literaria , ha vuelto- si es que
alguna vez lo ha dejado- a reemprender
el camino de la divulgación crítica ante esta nueva etapa del capitalismo mundializado. Más necesaria, sin duda, que en
la etapa anterior no sólo por la mayor gravedad de la situación que éste ha
creado y el peligroso rumbo que lleva, sino también por la hegemonía que ejerce
ahora ese pensamiento único que legitima la nueva fase del capitalismo
neoliberal que vivimos y la espiral de desigualdad y tensiones sociales y
políticas que está produciendo. Y, sobre todo, porque nunca como ahora se está
subordinando el hombre a la economía y los economistas neoliberales actúan como ideólogos del sistema.
Con esa orientación Sampedro
reeditó otra vez hace unos años su
Conciencia del subsdesarrollo de modo original. Para
aquilatar mejor los cambios y los efectos sobre el mundo subdesarrollado de
esta nueva fase del capitalismo, se contraponían en esa edición la versión
original con una visión remozada de la nueva realidad del Tercer Mundo por su discípulo, hoy rector de la
Universidad Complutense, Carlos Berzosa. Y, más recientemente, el año pasado
publicó su Mercado y globalización un excelente, claro y divulgador análisis del capitalismo globalizado que,
como todos los escritos de nuestro economista y escritor, tuvo tan buena
acogida de público que hasta “mereció”, no el silencio, sino el comentario “ad
hominem”, acerbo e inmisericorde, de un
conocido articulista y pope “negro”
neoliberal.
Ahora aparece otro nuevo libro de Sampedro en esa misma línea. Es, en
realidad, una continuación del anterior y como aquél está acompañado de bellas
y significativas ilustraciones de Sequeiros.”Los mongoles en Bagdad”
(Destino, 2003) es una acerada crítica
de ese intento de dominio militar del
mundo y de la doctrina y el discurso justificadores que lo acompaña y ha engendrado el capitalismo globalizador
después del 11 de septiembre..
La fórmula es en este caso distinta y coherente con esa intención de
divulgación que busca su contenido. En este caso, la crítica de Sampedro utiliza
como soporte la forma novelada, basada en la hibridación entre ficción y
realidad actual. Un profesor jubilado, el narrador y alter ego del autor, está
escribiendo un ensayo sobre los últimos acontecimientos mundiales, cuando
recibe la visita de un amigo mongol, profesor de Historia en Harvard. Las
conversaciones que mantienen en torno al
ensayo constituyen el contexto de
ficción de que se sirve el autor para transmitirnos su visión de la historia
internacional actual.
La tesis central que da sentido a
su versión de esa nueva etapa de la política internacional que ha culminado con
la invasión de Bagdad es la del capitalismo senil compartida hoy por otros
muchos teóricos del capitalismo globalizador. Tras la vía de hegemonía y dominio estadounidense seguida por Clinton a través de la
globalización económica con relativo respeto para el orden multilateral , la
subida de Bush hijo al poder ha significado la implantación como vía de dominio
la del militarismo agresivo y uniteralista
que ya estaba trazada bastante antes del 11 S por el grupo nucleado en torno al “Project for a New
Century “ que forman hoy la camarilla de halcones que asesoran al
presidente y representan los intereses
del complejo industria- militar- petrolero norteamericano.
Para Sampedro, pues, esa política
agresiva que no respeta los organismos
multilaterales ni ninguno de los principios de
Derecho internacional supone una involución, un corte brutal, en el proceso de instauración de un orden internacional sujeto
a normas civilizadas. No es extraño, pues, que el viejo profesor que oficia de
narrador termine aceptando las objeciones que le hace su amigo del paralelismo
que pretendía desarrollar en su ensayo entre la invasión arriesgada y de dudoso
resultado de Bagdad que llevaron a cabo los mongoles en la Edad Media, y la
invasión angloamericana basada en un potencial militar abrumadoramente
superior, que no tuvo nada de arriesgada y fue un abuso al margen de marco legal internacional. En ese sentido y
con cierta idealización del papel histórico del pueblo mongol, la actual
invasión de Irak fue –valora Sampedro- mucho peor que la de los mongoles que
actuaron coherentemente con el contexto de su época y actuaron con valentía y
como guerreros arriesgados.
Más que decirnos algo que ahora ya no conozcamos, lo mejor de su
análisis es , sin duda, la forma
sencilla y diáfana, pero a la vez rigurosa de cómo nos lo cuenta. Sus explicaciones no
sólo traslucen su profesión de profesor
sino también su formación de novelista Así al lado de los hechos económicos y
políticos y las causas estructurales, la explicación de Sampedro no olvida
tampoco las motivaciones psicológicas.
Desmantela, además, Sampedro con
fina ironía y agudeza intelectual el discurso justificador de Bush y su
camarilla, para él, más que neoconservadora, de inspiración fundamentalista
religiosa, a cuyos miembros califica,
por indicación de su amigo de ficción, no de mongoles redivivos, para no
insultarlos por la analogía, sino de mogules, es decir, magnates. Mogules cuyos
intereses personales económicos petroleros han estado presentes en sus
decisiones y en sus planteamientos sobre la invasión de Irak tanto en los del
Gran Mogul que los preside como en los de los mogules que le siguen
jerárquicamente, el vicepresidente Cheney y la asesora de Seguridad Nacional,
Condoleezza Rice. Todos ellos personalmente ligados a la industria petrolera.
Pero en cuyas decisiones, en el caso de algunos, también han influido otras motivaciones de índole psicológica. como la satisfacción de amor filial y el
sentimiento de venganza paterna que el derrocamiento de Sadam Hussein pudo producir en Bush. Porque ,” al fin y al
cabo- como dijo el gran hombre- ése es el tipo que intentó matar a mi papá”,
refiriéndose a un supuesto atentado frustrado contra Bush padre organizado por
los servicios secretos iraquíes.
La caracterización psicológica y valoración política de los tres líderes
que decidieron al margen de Naciones Unidas la invasión de Irak y que Sampedro
denomina como la Trinidad de las Azores es, sin duda, la parte más original y
más crítica del libro y, a la vez, la más aguda y divertida. El Mogul Padre , en este caso Bush hijo, es
descrito por Sampedro como un
personaje “de ojillos pequeños y juntos ante los que recelo” , de no muy
grande capacidad mental y escaso nivel cultural, imbuido de un fundamentalismo
imperialista mesiánico que le ha llevado a erigirse en Juez Supremo para el
Bien y el Mal. El Mogul hijo, Blair, es, sin duda, el más capacitado y
pragmático de las tres personas. Mientras que Aznar, el Mogul Espíritu Santo,
como la tercera persona trinitaria, no se sabe bien qué pinta en realidad, sino
seguir fielmente a los otros dos y repetir sus consignas después de que en una
de sus “visiones” alumbró que “el mundo había comenzado una nueva etapa y
España ha de estar con el ganador”. Sampedro traza todo un ocurrente retrato psicológico del presidente español en el que éste no sale precisamente
muy favorecido. En suma, y en términos de
personajes de western, algo así, digo yo, como el tonto, el listo y el
listillo que se apunta a un bombardeo, dicho sea esto último como metáfora y
realidad juntas.
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