sábado, 11 de abril de 2015

La historia de un paracaidista con trufas

      LA HISTORIA DE UN PARACAIDISTA CON TRUFAS

                                                                   JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS

          España, Europa y el mundo de ultramar  (Taurus, 2010) recoge catorce ensayos y conferencias del autor, publicados o pronunciadas después de 1990 y que, en cierta medida, son una continuación de una de sus obras más notorias y conocidas, España y su mundo (1500-1700) (1989).




 El contenido de este nuevo libro del hispanista británico y Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales John Elliot, España, Europa y el mundo de ultramar  (Taurus, 2010) recoge catorce ensayos y conferencias del autor, publicados o pronunciadas después de 1990 y que, en cierta medida, son una continuación de una de sus obras más notorias y conocidas, España y su mundo (1500-1700) (1989).
 El denominador común de todos ellos no es sólo temático, sino también metodológico. Tratan de la España imperial de la edad moderna  y sus similitudes y diferencias  con  el mundo europeo de la época, y del origen y desarrollo de su imperio americano y su comparación con los otros grandes imperios de ultramar, en particular el británico. Así como de la relación  que existió  entre el poder político y el arte en la corte imperial española y en las sociedades cortesanas europeas  de la época a través del análisis del contexto histórico de  la obra de algunos de los más importantes pintores de la época, especialmente Velázquez. Análisis que ha sido el fruto de su  estrecha colaboración con el historiador del arte norteamericano Jonatan Brown, a quien el autor dedica el libro. Y en coherencia con esos contenidos, el otro hilo conductor que une  a  estos escritos es el que  todos ellos están concebidos desde la perspectiva de la historia comparada en la que Elliot, tras las huellas de March Bloch,  ha sido y es, como demuestra este libro, un consumado maestro.
Estamos, pues, ante Elliot en estado puro.  El enfoque, las interpretaciones y los temas  que han sido recurrentes en toda su obra  historiográfica están aquí presentes. Su conclusión final es el terminante rechazo del paradigma de la excepcionalidad de la historia de España. La de España es una historia más de las historias de los estados europeos con sus semejanzas con aquéllos, pero también, evitando caer en las desmesuras en que incurren algunos de los acérrimos defensores de la tesis de la normalización, con sus diferencias y peculiaridades con respecto al resto de los grandes países europeos.
La España imperial fue una más de las monarquías compuestas de Europa occidental- eso sí, la más extensa y poderosa de ellas- y como tal formó parte del mundo europeo con estrechas relaciones  y semejanzas con aquéllas que iban desde el contexto intelectual en que se movían sus actores hasta su propia organización interna. Pero también con las diferencias derivadas de haber sido, desde el siglo XVI, el  único entre los estados de la Europa occidental en  tener dentro de sus fronteras una minoría étnica en su mayor parte sin asimilar, y haber poseído el mayor imperio de ultramar que poblaban millones de indígenas integrados en complejas civilizaciones y donde se descubrieron metales preciosos  que estimularon el desarrollo del capitalismo europeo moderno y, paradójicamente, terminaron siendo una rémora para el desarrollo económico interno peninsular.

  En fin, frente a la historia en migajas de la que hablaba François Dosse refiriéndose a los excesos de la especialización y el tratamiento de  temas irrelevante en que han caído ciertas tendencias historiográficas y algunos historiadores, Elliot  ha pretendido  en este libro, como lo ha venido haciendo brillantemente a lo largo de toda su obra, construir una historia comparada de la España moderna alejada de las pautas tradicionales de la historia nacionalista y  por ello  basada en una mirada abarcadora de horizontes amplios y mundos diferentes pero sin caer en las imágenes borrosas y difuminadas ni perder el gusto por el dato concreto, significativo y hasta erudito. Es decir,  como el mismo se autodefine, ser un historiador paracaidista más que un buscador de trufas. Aunque todos sus lectores damos fe de que en sus obras, como ocurre en estas páginas, se encuentran también muchas y exquisitas.
(Publicado en Cultura, suplemento cultural de La Nueva España, de Oviedo)    

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