miércoles, 8 de julio de 2020













                                MORRICONE
                                JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
Este pasado lunes ha fallecido a  los 91 años en Roma Ennio Morricone , uno de los mejores compositores de la historia del cine. Todos aquellos que amamos el arte cinematográfico, sobre todo, aquellos miembros de mi generación para los que el cine constituyó parte esencial de nuestra socialización  y  para los que el cine fue una de las pocas ventanas al mundo exterior que  la  sordidez de la dictadura franquista dejó entreabiertas, Ennio Morricone ha sido un personaje digno de nuestra admiración. Tanto como la    que hemos sentido  por los actores y los directores de las obras cinematográficas.
  Morricone fue capaz de convertir las bandas sonoras de las películas en las que participó, no en un elemento más de esos filmes  como podían ser  la fotografía, la interpretación de los actores o el gui0n, sino que su música se convertía en una especie de argamasa que unía todos esos elementos, reforzando  unidad del conjunto artístico, remarcando el carácter de los actores o el mensaje y los valores que se defendían en los filmes en que participaba. Quién no recuerda en ese sentido el subrayado musical de los caracteres de los personajes de El bueno, el feo y el malo  de la película de Sergio Leone. 0 el que  enmarca  los valores de la valentía, el sacrificio y la coherencia de los jesuitas que defienden  a los indios guaraníes en La misión de Roland Joffé. O la música de la banda sonora de  Novecento de Bertolucci, que resalta  la expresión de la  épica obrera que desarrolla la película.  Y  eso fue tan claro en su caso que, al contrario de lo que era habitual (esto es, que  la banda musical se compusiese después de rodada la película) en el caso de Morricone lo hacía antes y el film se adaptaba en cierta medida a ella.
 El compositor italiano, profundamente enamorado de Roma, su ciudad natal, consiguió,  a pesar de las tentadoras ofertas que se le hicieron para residir en Hollywood y trabajar exclusivamente para la industria cinematográfica norteamericana, realizar toda su obra desde Italia y no colaborar sólo con  el cine americano, sino también para el cine europeo, sobre todo, para el italiano. Baste rememorar su participación y colaboraciones en las bandas sonoras de las películas de Giusseppi Tornatore, sobre todo, en su magistral Cinema Paraíso,  o en las de Sergio Leone, el creador del “spaghetti western”.
  Quizás haya sido esa negativa suya a entregarse exclusivamente al imperialismo de Hollywood  lo que provocó que la obra de  Morricone se aceptase, a pesar del indudable reconocimiento que tuvo  en la meca del cine, con ciertos recelos. Lo cierto es que recibió cinco  nominaciones para el correspondiente premio Oscar y un premio honorífico en 2006 hasta que ya tardíamente, a los 87 años, se le concedió por la banda sonora de la película de Quentin Tarantino, Los odiosos ocho.
 Sin duda, con la muerte de Morricone, que no podrá recoger en Oviedo su recién concedido Premio Princesa de Asturias de las Artes 2020, se  nos va un excelente compositor de cine que ha sabido aumentar  emoción y belleza  de ese arte que constituye una parte esencial  de nuestras vidas. Pero, aunque suene a tópico, no desaparece. Porque lo cierto es que de él  nos queda la inolvidable  música de sus películas.

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