LAS CONSECUENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES DE LA PANDEMIA
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
La lectura del último informe de
OXFAM ( Una reconstrucción justa es posible y necesaria ) sobre los
efectos socioeconómicos de la pandemia del Covid 19 en España nos pone los
pelos de punta. Nunca podremos decir que, dados los alrededor de treinta y mil
muertos que desgraciadamente hasta ahora ha causado el virus en nuestro país,
las consecuencias socioeconómicas pueden llegar a ser tan trágicas como las de
los fallecidos que la crisis sanitaria ha causado. Pero la magnitud de los efectos a nivel económico-social que está ya causando y
los que amenaza seguir produciendo en esos aspectos no le va desde luego a la
zaga.
Y la paradoja
es que los trabajadores esenciales, esto es, los de los equipos sanitarios y los otros
sectores de personal que estuvieron en el frente directo de la lucha contra el
virus, procedentes de las clases populares y medias de la sociedad, puede
ocurrir que sean otra vez los más perjudicados en el proceso de reconstrucción
económica con el que se trate de dar una
respuesta a la situación crítica por la que atraviesa España y el resto del
mundo, como ocurrió con la Gran Recesión.
En realidad, los datos que nos proporciona el
citado informe para España, pasados sólo cinco meses desde el impacto en
nuestro país del virus, van de manera
evidente es esa dirección. Y sería del todo injusto que las políticas de
reconstrucción no tuviesen en cuenta
esos hechos y de nuevo, como en 2008, fueran los de abajo los que terminaran
pagando esa pesada factura que nos deja la pandemia.
La tasa de paro en estos cinco meses ha pasado del 13% al 19% y el número de
pobres podría aumentar en más de 700.000 personas hasta alcanzar la situación de pobreza a más de 10,8
millones. Este aumento de la pobreza
castiga sobre todo a las mujeres y los migrantes y puede llegar alcanzar al 23,1 % de la
población, esto es, a casi uno de cada cuatro españoles. Por comunidades, las
más afectadas en términos relativos por esa pobreza son, según nuestro informe,
Baleares, seguida de Castilla y León y en cifras de pobreza absoluta destaca
Andalucía con 201.000 pobres. Y la caída del PIB en la renta neta disponible será más acusada en Extremadura, Canarias y
Andalucía. Esto es: la pobreza castigaría sobremanera a las comunidades ya de
por sí más pobres del conjunto estatal y menos a las más ricas como País Vasco,
Cataluña y Madrid.
Pero la pandemia ha aportado no sólo más pobreza, sino también mayor
desigualdad social. Su impacto económico y social afecta sobre todo a las rentas más bajas,
porque el desempleo que está produciendo es asimétrico afectando, sobre todo, a
las personas con menos niveles de renta. El índice de Gini que expresa la
desigualdad en una sociedad aumentaría en 1,7 puntos hasta alcanzar los 34,2
puntos. Bastante más que en la crisis económica anterior.
Una distribución desigual de la riqueza que hasta puede apreciarse
cualitativamente y que casi me atrevería a calificarla como obscena. Entre el
18 de marzo y principios de junio de este año, esto es, en alrededor de 79 días
los millonarios de la lista Forbes han visto aumentar el valor de su riqueza en algo más de 19.200
millones de euros.
Si no queremos que esos efectos sociales negativos de la pandemia caigan, como en la crisis anterior, sobre los más débiles (bastante han
padecido ya estos los de la crisis
sanitaria) es necesario, como apunta el informe de OXFAM, por una parte,
reforzar la actuación de los poderes públicos para que adopten políticas en
ayuda de los más débiles. Y eso significa, desde luego, hacer más progresivo el
sistema fiscal cuya presión es todavía inferior al de los grandes estados de la
Unión Europea . Pero evitando que, al
final, como suele ocurrir, ese tipo de reformas no castigue en realidad a las
clases medias que están siendo también un sector masacrado por los efectos de
la pandemia.
Del mismo modo debe quedar claro, según los autores del informe, que la
respuesta a la pandemia debe ser global. Los líderes mundiales (la pregunta es
si realmente los hay en la actualidad) y en particular el G-20 deben
desarrollar un plan global de salud pública y emergencia para salvar vidas
humanas. Como también debe de articularse un plan de rescate económico mundial
a la altura de la crisis para impedir el colapso económico global.
Recomendaciones estas últimas pertinentes, sin duda, pero que la realidad
de la geopolítica mundial actual con personajes y líderes del nivel intelectual y sobre todo la calaña
moral de Trump, Bolsonaro, Putin y Johnson a la cabeza de sus estados, es difícil que
puedan hacerse realidad.
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