UN ESCRITOR CUBANO QUE ESCRIBE Y VIVE EN
CUBA
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
Leonardo Padura publica en su último libro un conjunto de ensayos escritos en los últimos catorce años con el título tomado del verso de Virgilio Piñera(“la maldita circunstancia del agua por todas las partes”) Rodeados de agua por todas las partes, en los que trata esencialmente de su condición de “escritor cubano que vive en Cuba” y de lo que esto supone para comprender su manera de entender la literatura y concretamente el género novelístico en el que se mueven sus once libros publicados hasta ahora.
Ese conjunto
de ensayos los divide en tres partes precedidas cada una de una breve
introducción y en las que trata respectivamente de la importancia radical que supone su condición de “escritor que
escribe y vive en Cuba” para poder comprender y valorar su obra novelística; su
concepción de la novela y el análisis de su propias obras y su temática, incluido
el “maquing of” ( cómo se hizo) de cada
una de ellas. Y la tercera parte agrupa los ensayos que dedica a su especial
manera de entender algunas de las grandes obras de los más importantes
novelistas cubanos.
Padura sigue viviendo en un barrio extramuros
de La Habana, Mantilla, en la casa que construyo y en la que vivió su abuelo, su padre y él continúa habitando ahora. Y padece, a pesar de su éxito literario
expresado en los numerosos premios que ha obtenido dentro y fuera de la isla, las
mismas carencias y dificultades que sufren todos los cubanos. Dificultades de supervivencia diaria que
él mismo como el resto de sus compatriotas cubanos define con la expresión cubana de “inventar y resolver” los problemas
de la cotidianidad que en muchos casos
se hace al borde de la legalidad.
En los ensayos de la primera parte del libro
resalta la radical esencialidad que para
todos los escritores cubanos ha tenido escribir desde una isla, aunque fuera desde el exilio como fue el caso de
muchos de ellos, al que les condujo su nacionalismo en oposición a la potencia
colonizadora correspondiente, bien el Imperio español bien la potencia yanqui
que con la Enmienda Platt que hizo de Cuba una potencia intervenida ya que el
nuevo estado surgido tras la guerra contra los españoles y los norteamericanos,
tenía que recibir la aprobación de sus
leyes del Congreso norteamericano. O desde fuera de Cuba desde 1959 por su
oposición al castrismo y el aislamiento que introdujo la revolución cubana y forzó el cerco
norteamericano. Ese aislamiento secular surgido
de su insularidad: el agua por todas la partes del mencionado verso de Virgilio
Piñera constituye para Padura paradójicamente el factor decisivo que ha marcado
la tendencia hacia la universalidad a los grandes autores de la a literatura
cubana. Tendencia que Padura constata en la tercera parte de sus ensayos con el análisis de algunos de los grandes novelistas y poetas cubanos.
Esa
inclinación hacia la universalidad conjugada con un profundo sentido de la
pertenencia que simboliza en su barrio Mantilla y en el Malecón está también
presente en la novelística de Padura, como demuestran los ensayos que contiene
la segunda parte del libro al referirse al contenido y finalidad de sus
novelas: como el asunto de la perversión de la utopía igualitaria del siglo XX
en su novela El hombre que amaba a los
perros sobre Ramón Mercader, el asesino de Trotsky. O el derecho del hombre
a ejercer su libre albedrío en Herejes o la búsqueda de las fuentes originales de su
identidad cubana en La novela de su vida acerca de la vida
de José María Heredia, el gran poeta cubano del siglo XIX….
Pero “un
escritor cubano que escribe y vive en Cuba” y, sobre todo, un escritor valiente
y con una concepción de la literatura y la novela desde una perspectiva ética y crítica, esto
es, considerando que ambas van allá del
goce cultural y el entretenimiento del lector, no podía dejar de referirse en
sus novelas a las consecuencias y límites de la implantación del castrismo en
Cuba en sus obras de la serie del
policía y después vendedor de libros Mario Conde.
Conde se
convierte así en un auténtico testigo crítico del desarrollo y la implantación
de la revolución cubana. Es algo así como su “alter ego” o un testigo
privilegiado de su generación con una mirada crítica y lúcida del desarrollo de
la revolución cubana y sus efectos sobre la población. Mirada en la que expone la gran ilusión que despertó en
aquella generación que nació con ella y la desilusión que, según el novelista, les
terminó causando por sus efectos negativos y magros resultados,
sobre todo, a partir de los años noventa
con la caída de la Unión Soviética y la gran crisis que tal caída supuso para
la Cuba castrista.
Quizás de
este conjunto de ensayos uno de los más interesantes sea aquel en que Padura nos relata las etapas de
la evolución de la política cultural del
castrismo, analizando sus fases y las diferentes actitudes que el régimen
socialista cubano mantuvo hacia la cultura: desde la cerrazón y la persecución hasta
la postura más abierta y flexible que
mantuvo hacia ella en otras momentos.
( Publicado en el suplemento cultural de La Nueva España, de Oviedo)
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