LA VIGENCIA
DE MARX (SIN …ISMOS)
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
La conmemoración del bicentenario del nacimiento de Karl Marx es,
sin duda, una propicia ocasión para
revisitar su figura y su pensamiento
y tratar de establecer si su obra
es ya solamente carne de las
historias de la filosofía, la economía, la historiografía y las ciencias sociales o si todavía sus propuestas tienen cierta vigencia
en los momentos actuales en que parece cada vez más claro que estamos ante un
imparable cambio de época. Me refiero a una vigencia entendida como algo que supere
la que pueda tener el pensamiento
de un clásico, esto es, que no solo nos
interpele hoy o nos oriente sobre
nuestros problemas actuales, sino que vaya más allá y en sus planteamientos se
encuentren todavía elementos pertinentes y útiles para poder
entender y transformar el mundo en que vivimos, como pretendió
hacer Marx.
Desde las posiciones ideológicas de la derecha y del pensamiento
neoliberal es claro que el pensamiento
marxiano, como el de los marxismos posteriores, es rechazado no solo por sus
supuestos errores teóricos, sino también
por las negativas consecuencias que para sus intereses y para sus valores causaron
(además de la víctimas que originaron) los regímenes marxistas que se derivaron de las premisas del
pensamiento marxiano. Marx no es para ellos, pues, sólo un clásico negativo,
sino el creador de un pensamiento
radicalmente equivocado e inaceptable.
Los que participan de esa perspectiva ideológica y política –la del
pensamiento de derecha y liberal- entienden, sin duda, que el hundimiento y final del Imperio soviético, ha
sido la demostración inapelable de la falsedad e inconsistencia de los planteamientos teóricos del pensamiento
de Marx. Pero también defienden además que ese trascendental colapso histórico no es
sino también la prueba definitiva de que
el capitalismo es el sistema económico idóneo para el desarrollo de la
Humanidad. Desde luego, esos argumentos no sólo
no distinguen entre el pensamiento de Marx (quien, por cierto, siempre
mantuvo que él nunca había sido marxista), y el de los marxismos posteriores,
sobre todo, el de la vulgata que se
desarrolló y difundió como un catecismo entre la población de la Unión soviética. Sino que
también, con gran incongruencia lógica, coligen que la inviabilidad del sistema
soviético es a la vez la prueba de las
bondades teóricas y prácticas del sistema capitalista.
Sin embargo, la realidad es que ante nuestros ojos se está desarrollando una gran paradoja,
aunque sólo sea aparente. El final “del socialismo realmente existente” está originando, en cambio, un interés creciente
por el pensamiento marxiano. Interés que
está ligado, sin duda, a los efectos
negativos de empobrecimiento y desigualdad social que en las clases populares y
medias está causando la Gran Recesión, una más de las crisis económicas (en
este caso, la más profunda, con la del
29, que ha sufrido el capitalismo) que Marx dedujo que necesariamente iría desencadenando
en su desarrollo el sistema capitalista.
Sin duda, el pensamiento marxiano es hijo de su tiempo
y la concepción de Marx de la filosofía,
la economía y la historia adolece de limitaciones y debilidades, inexactitudes y hasta de errores y no es
posible hoy validarlo en su unidad como
ciencia en sentido estricto. Pero presenta y desarrolla un conjunto de
intuiciones, conceptos, categorías y
teorías que siguen teniendo validez hoy como instrumentos para el análisis científico de la economía, la historia, la filosofía y
otras ciencias sociales. Y de hecho ese
repertorio sigue siendo utilizado actualmente por muchos historiadores, científicos sociales, filósofos
y economistas en sus planteamientos.
Y si hay que destacar por su vigencia ciertos elementos
de su pensamiento, estos son, sin duda, los que
constituyen su análisis crítico del capitalismo realmente existente de
su tiempo que excluía del bienestar
social a una gran parte de la sociedad. Esos elementos explicativos pueden seguir siendo utilizados todavía hoy para describir y analizar también algunos de los rasgos fundamentales de la
actual forma del capitalismo globalizado financiero que padecemos. Entre otros,
la consideración de las crisis
económicas como un elemento sistémico del desarrollo del capitalismo, la explotación
económica de los de abajo y la lucha de
clases consecuente, aunque ahora sea ésta más plural y compleja al incorporar
una variedad de sujetos y demandas. O la tendencia inexorable a la expansión mundial del sistema a través del
comercio y las finanzas. Análisis este último, por cierto, que hace de Marx uno de los primeros teóricos
del proceso de la globalización económica actual. O, en el marco de su teoría
de las ideologías, el efecto alienador, cosificador que este sistema económico genera,
y sigue aún hoy generando, sobre las personas
para conseguir la reproducción y la aceptación del sistema.
Pero del pensamiento marxiano hay que rescatar hoy también su componente
ético. Su consideración de la igualdad como uno de los valores supremos del
hombre, su crítica a la exclusión de la riqueza social de una gran parte de la
población que origina el capitalismo y su propuesta de emancipación de los desposeídos a través de la lucha social
y política.
En fin, lo
cierto es que, aunque son muchos los que desean ver a Marx encerrado en el arcón de
la historia para siempre, es paradójicamente el propio capitalismo en su despliegue
continúo de riqueza concentrada en unos pocos y de desigualdad y pobreza para
muchos quien nos lo hace recordar de continúo
(PUBLICADO
EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE LA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO
No hay comentarios:
Publicar un comentario