lunes, 21 de noviembre de 2016

Rafael Altamira visto por su nieta

                             RAFAEL ALTAMIRA VISTO POR SU NIETA
                                                       JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS


PILAR ALTAMIRA, NIETA DE DE RAFAEL ALTAMIRA



 “(...) Yo no se si podré escribir la mía (se refiere a su autobiografía). Cuando pueda hacerlo y colocar en ella los tesoros de mi archivo y mostrarlos a mi pueblo, lograré con ello la mejor ofrenda para él, y, si no lo escribo, ahí quedará y a alguien servirán. No me apuro, soy optimista y tengo fe en que alguien vendrá a continuar  la obra iniciada e interrumpida. Mis hijos, acaso mis nietos
                                                                         Rafael Altamira y Crevea, 1925
            Después de un ominoso y casi completo silencio de cuarenta años en que su nombre fue proscrito en la España franquista, la fe de la que habla en la cita preliminar Rafael Altamira, historiador y jurista, catedrático y juez, educador y americanista, patriota íntegro y, sin embargo, pacifista de convicción, se ha convertido ya  en acto con creces. Desde aquel congreso en que un grupo de historiadores progresistas, encabezados por Josep Fontana inició en 1987  la recuperación de su obra y su pensamiento, los trabajos publicados  sobre su figura son innumerables  y  cuenta ya con una biografía notable, la de  Rafael Asín Vergara. Y ahora  con este hermoso y emocionado libro, Dialogos con Rafael Altamira, editado por las Universidades de Murcia y Oviedo, su nieta, Pilar Altamira, activista tenaz e incansable en la tarea de la difusión del pensamiento y la obra de su abuelo, completa aquella biografía trazando su retrato psicológico y moral.
Sin duda, este libro es  una excelente ofrenda para conmemorar el centenario de su triunfante viaje a América de 1909 representando a la Universidad de Oviedo que fue el inicio  simbólico de un constructivo y sincero intento de acercamiento a las republicas americanas surgidas del proceso de emancipación, viaje cuya conmemoración ha transcurrido en Asturias  el pasado año sin pena ni gloria, o, dicho con más exactitud, con más pena que gloria.   
            Concebido como un diálogo entre la nieta, que no le llegó a conocer, y el abuelo que vivió la última etapa de su vida inmerso en la dura experiencia de su exilio mexicano, negándose a la invitación del propio dictador a  volver a la patria añorada, la mayor virtualidad de este libro es mostrarnos de manera emocionada, pero en ningún momento sensiblera, además de la gran  capacidad intelectual y la fuerza personal de Altamira, el poderoso atractivo moral y utópico de su  ideario que despliega  en todas las direcciones el enorme potencial ético de la ideología krausista.
            Pilar Altamira dialoga con su abuelo desde el presente, desde nuestro tiempo, sobre las cuestiones que toda persona debe hacerse ante la vida  y las respuestas de su abuelo la convencen, sus planteamientos siguen vigentes para ella en cuanto a su manera de entender la vida, respecto a la bondad y la maldad, la felicidad y la desgracia, el optimismo y el pesimismo. Y esas reflexiones de la autora muestran al lector la solidez moral del personaje y el profundo anclaje de su conducta en los valores de la Ilustración: libertad,  igualdad, universalidad, tolerancia, verdad, progreso moral…., todos ellos puestos hoy en solfa por la cultura posmoderna.
Valores que impregnan como una luz de fondo todo su pensamiento, cuyos aspectos más relevantes recorre su nieta destacando sus aspectos positivos: su liberalismo y nacionalismo democráticos de los que nace un profundo y sano sentido del  patriotismo; el americanismo entendido como relación cooperativa y de igualdad mutua con los países americanos, sin ninguna clase de connotación recolonizadota e imbuido de una finalidad  integradora y defensiva frente al avance anglosajón en América; su reformismo social de rostro humano  y su pacifismo activo que sólo considera como única lucha legítima la que combate las causas de la guerra.. Además de su profunda sensibilidad  hacia la naturaleza y el paisaje de clara inspiración krausista  y, cómo no para un institucionista, la educación, con especial hincapié en la educación histórica, como instrumento prioritario para tratar de hacer realidad todo ese ideario.
    Sin duda, como demuestra este libro, la intuición de don Rafael fue certera:: su mejor  discípulo  ha sido su nieta.
( PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE LA NUEVA ESPAÑA,DE OVIEDO)

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