FAMÉLICA LEGIÓN
Julio Antonio Vaquero Iglesias
Jean Ziegler pertenece a ese grupo de intelectuales comprometidos cuya
desaparición la teoría del fin de la historia
y el pensamiento único han decretado, pero que la cruda e incierta realidad
mundial que vivimos hace cada vez más necesarios. A través de sus libros, su
cátedra en la Universidad de Ginebra y su actividad política como diputado del
Parlamento de la Confederación Helvética, Ziegler ha venido combatiendo , lanza
en ristre, gigantescos y reales molinos como el secreto bancario suizo, el
crimen organizado o la injusta realidad
del subdesarrollo. Ahora en este libro El
hambre en el mundo explicada a mi hijo (Barcelona, Muchnik Editores,2000)
ataca a esa hidra del hambre, en este caso de cinco cabezas ,una por cada
continente, que asuela al mundo y que no
es sino la expresión más radical de la
pobreza en que vive más de media humanidad.
El hambre en el mundo explicada a
mi hijo es algo más que un panfleto de denuncia. Con la
fórmula de preguntas y respuestas de los catecismos y teniendo como
interlocutor a su hijo Kim, Ziegler busca con su opúsculo crear una opinión
pública concienciada sobre el problema
del hambre con la esperanza- ingenua pensarán muchos de los lectores- de
conseguir su capacidad de presión sobre sus gobiernos democráticos para caminar
hacia su solución. Sus destinatarios
son, pues, los ciudadanos y los profesores
para que lo difundan en la
escuela. Y su objetivo va más allá de provocar
esa sensibilización
epidérmica que buscan promover las campañas sobre el
hambre de determinadas ONG para
que. aportemos nuestro óbolo y podamos seguir durmiendo tranquilos;
o esa otra inducida por las imágenes
televisivas de esos niños hambrientos de ojos tristes, vientres hinchados y
cuerpos esqueléticos destruidos lentamente por el kwashiorkor, y cuya visión estimula nuestra
actitud caritativa o nos lleva a apagar el televisor para que “no hiera nuestra
sensibilidad”.
El intelectual suizo busca,
por el contrario, ir más allá de esa clase de sensibilización contribuyendo a
desarrollar una concienciación racional y crítica sobre el problema del hambre
que favorezca una respuesta ciudadana encaminada a erradicar las causas del
problema y no sólo a ser un paliativo caritativo. La explicación paterna sobre
la dimensión del hambre, sus formas, sus mecanismos de producción y
reproducción y sus soluciones,
pretende que Kim - el lector- comprenda
por qué se produce esa lacra de lesa humanidad y supere tanto esa visión
impresionista que le proporcionan las mil imágenes que sobre ella está viendo a diario en su
televisor, como las teorías interesadas que la justifican.
De ese modo, Kim podrá tener una
consciencia clara, fundamentada en la razón, de lo monstruosa que es la
injusticia de que cuando, por
fin, la civilización humana ha alcanzado la posibilidad de producir alimentos
para todos los hombres e incluso de alimentar al doble de la actual población
mundial, una sexta parte de la humanidad esté pasando hambre y treinta millones
de seres humanos mueran de ella cada año. Comprenderá que las explicaciones
sobre la fatalidad de ese hecho y las justificaciones malthusianas solamente
son filfa ideológica. Sabrá diferenciar entre el hambre coyuntural- esas
hambrunas que frecuentemente producen
las catástrofes naturales, las sequías, la desertización y las guerras en el
Tercer Mundo, con su correlato de impresionantes éxodos de cadáveres vivientes
y campos de refugiados- y la hambruna estructural. Esa subalimentación
permanente en que viven sectores numerosos de las poblaciones de los países
pobres, con su cortejo de enfermedades y muerte lenta, y que es el resultado de la combinación de unas
condiciones estructurales de producción subordinadas a los países ricos con una
especulación asesina con el precio de los alimentos en la Bolsa de las materias
primas agrícolas de Chicago. Se enterará
también de que el hambre puede ser utilizada a veces por los Estados y las
multinacionales como “arma alimentaria” usada frecuentemente contra aquellos a
los que tratan de imponer su voluntad. Y que si se quiere ir a las raíces del
problema y evitar así su reproducción, la única solución está en reformar en
profundidad el orden económico y político mundial que la produce.
Lo que ha aprendido Kim de
esa conversación con su padre deberíamos saberlo todos los ciudadanos de los
países ricos y los padres y los profesores enseñárselo a nuestro hijos y
alumnos. Ese sí es un conocimiento relevante para unas Humanidades bien
entendidas y no los derivados de ese enfoque culturalista con que parece que pretende abordarse en nuestro país
la reforma de su enseñanza. Sería, al menos, una de las condiciones necesarias-
aunque todavía insuficiente- para comenzar a cambiar este monstruoso e injusto “orden” global en el que
, como hasta el Banco Mundial reconoce en su último informe, la riqueza crece
para unos pocos, mientras la pobreza y el hambre aumenta para mucho
PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE LA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO
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