viernes, 17 de octubre de 2014

La tragedia y el enigma del "Sierra Aránzazu"


                         LA TRAGEDIA Y EL ENIGMA DEL  DEL SIERRA ARÁNZAZU, CINCUENTA AÑOS DESPUÉS

                                           TOMÁS VAQUERO IGLESIAS, PILOTO  DE LA MARINO MERCANTE

                                           jULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS, CATEDRÁTICO E HISTORIADOR

                                    
El buque "Sierra Aránzazu"
                                                                  

  Este 13 de septiembre de 1964 se cumplirán cincuenta años del brutal  ataque terrorista  en el Caribe   al carguero español “Sierra Aránzazu” cuando  se dirigía a  Santiago de Cuba  con una carga  de alimentos, tejidos, aperos de labranza, muñecas y otras mercancías inocuas. La autoría y responsabilidad de  este atentado, que  costó la muerte a tres marinos españoles, el capitán y dos oficiales  y lesiones a  otros seis tripulantes y provocó una intensa reacción emocional en España y tuvo importantes repercusiones mundiales, nunca fue aclarada por la ambigua actitud del Gobierno franquista que no quiso enfrentarse a su aliado norteamericano y dejó que un manto de silencio se extendiese sobre aquel criminal atentado. De ahí que cincuenta años después nos parece un acto de justicia moral con aquellos marinos asesinados y masacrados  recordarlos y difundir su tragedia  dando a conocer, a la luz de los  nuevos datos que tenemos, los hechos con  las respuestas  e interrogantes que existen sobre aquel acto de terrorismo

                 Tras la derrota de los anticastristas en Bahía  Cochinos en 1961, la política del presidente  Kennedy con la revolución castrista fue una política de agresión cuyo objetivo último era derribar a Castro propiciando  la invasión de Cuba por los exiliados cubanos que habían participado en la invasión frustrada de 1961. Esa política de agresión se denominó Operación Mangosta e implicó el apoyo financiero, logístico, de información y  preparación militar de los exiliados  a través de la CIA. Para ello se creó en Miami, la estación JM/WAVE  integrada por varios cientos de miembros, la mayoría de ellos exiliados cubanos y dirigida por la CIA, y se  desarrolló la preparación militar de los participantes en esas acciones subversivas  en el campamento de Fort Benning  (Texas). Pero tras la crisis de los misiles en octubre de 1962, los acuerdos entre Kennedy y Kruschev que   incluían la promesa de aquél de no tratar de   invadir la isla , la política hacia Cuba  de los hermanos Kennedy dio un giro estratégico. Se suspendió la operación Mangosta y se puso en práctica la denominada política de vía múltiple que suponía la simultánea  presión diplomática, económica y de operaciones encubiertas para asfixiar la revolución castrista. Entre las medida económicas estaba la de  mantener el bloqueo comercial de la isla impidiendo la entrada  de mercancías de  cualquier naturaleza presionando a los demás países para que suspendieran  toda  clase de  comercio con Cuba. Las  subversivas consistían en atacar y hacer sabotajes en la propia isla e impedir por la violencia la entrada o salida de los barcos cubanos y los de los países que comerciaban con Cuba. Se trataba con ello de crear el descontento entre la población cubana contra la Revolución que propiciase su reacción contra Castro.

Para conseguir tales objetivos se crearon los denominados comandos autónomos con exiliados cubanos anticastristas que tenían sus bases fuera de territorio americano, en Centroamérica, y establecían sus propios objetivos, de tal manera que el Gobierno norteamericano  pudiese practicar ante tales actos ilegales la política de la negación plausible. La CIA se encargó de su financiación, de su adiestramiento,  de proporcionales barcos, aviones, armamento y aportarles la información necesaria para sus operaciones subversivas encubiertas, que eran finalmente evaluadas y aceptadas o rechazadas por un Comité gubernamental  en el que, como demuestra la documentación desclasificada, estaban representados al más alto nivel el propio Presidente, el Departamento de Estado y  la CIA. Comité que en 1964 recibía el nombre de Comité 303. La llegada a la presidencia de Johnson no cambió en gran medida esa política de agresión encubierta y hasta en los primeros años de su mandato  se hizo incluso más intensa.

 El más importante de esos grupos autónomos era el  Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR)  fundado por  Manuel Artime Buesa,  uno de los líderes  políticos de la Brigada 2506, como se denominaban pomposamente los exiliados cubanos que habían sido derrotados  en Bahía Cochinos. Artime era  amigo personal del presidente Kennedy que le conocía ya desde su época de senador y le había distinguido explícitamente en alguno de los actos conmemorativos de Bahía Cochinos  y   también de su hermano Robert a quien  John  había encargado  poner en práctica las políticas agresivas contra Cuba. El MRR tenía desde 1963 bases de operaciones y entrenamiento instaladas en Nicaragua y Costa Rica. Contaba con 380 hombres, una avioneta, un  barco nodriza, el “Santa María”, que llevaba instalados todos los medios de comunicación y recepción más sofisticados y  transportaba  dos lanchas, la Gitana y la Monty, pertrechadas con ametralladoras pesadas y un cañón, y desde las que  realizaban sus operaciones contra territorio cubano y sus ataques a los barcos mercantes. Todo ello era  financiado por la CIA que entre junio  1963 y junio de  1964  había invertido  en todos esos gastos materiales y de personal  cinco millones de dólares. Podemos hablar, pues, de un verdadero ejército de la Compañía.      

                 Entre los países que se negaron a dejar de comerciar con Cuba  estuvo España  con el permiso expreso de Franco. Lo  que no obstaba para  permitir en España y en la sede diplomática  española en Cuba dejar hacer y hasta apoyar  a los exiliados anticastristas en sus tramas contra la revolución cubana.

 Tras el abandono del tráfico con Cuba por la Compañía Trasatlántica  Española, en  octubre de 1962, con el bloqueo ya en vigor y  a iniciativa del encargado de negocios cubano  en España la Compañía Marítima del Norte  tomó el relevo de ese tráfico destinando  cuatro buques de su flota  (todos ellos con el nombre de “Sierra”) trasportando a la isla mercancía general de la compañía CILASA y regresando a España con azúcar, tabaco en rama y cigarros puros. Cuando se produjo el ataque al Sierra Aránzazu ya eran veinte los viajes realizados por estos buques y el del Sierra Aránzazu, el segundo que llevaba a cabo. Las presiones por parte del Gobierno de Estados Unidos para que se cortara este tráfico existieron desde que se inició, pero desde principios de 1964 arreciaron hasta tal punto que en febrero de ese año el Gerente de Marítima, señor Sendagorta y el Subsecretario de la Marina Mercante, Leopoldo Boado, tuvieron que desplazarse a  Washington para asesorar al embajador español en las conversaciones que éste tenía con las autoridades norteamericanas que presionaban para que España lo suspendiese, obteniendo a regañadientes el placet norteamericano. Pero a principios de septiembre, esto es, unos días antes del brutal ataque al “Sierra Aránzazu”, Merry del Val, el embajador español había sido llamado a una reunión con el Secretario de Estado, Dean Rusk, para comunicarle las decisiones de la OEA de presión sobre Cuba y en  la que, con amenazas veladas,  insistía al embajador en  la necesidad de la suspensión de ese comercio con la isla.

El “Sierra Aránzazu” hacia  Santiago de Cuba  el 31 de agosto de 1964 y tras una travesía normal del Atlántico tuvo que desviarse más hacia el sur del Caribe, para evitar las potenciales consecuencias de los  huracanes Dora y  Ethel que se estaban formando con el objeto de navegar por el Viejo Canal de  Las Bahamas hacia el puerto cubano. El domingo, día 13 de septiembre, sobre la una y media un avión de reconocimiento sobrevoló el barco que se encontraba a setenta millas del punto más oriental de la costa cubana, Punta Maisi, y  a las ocho menos diez una lancha se aproximó por la popa iluminando con sus reflectores  el nombre y la matrícula del  barco. Diez minutos después dos lanchas, una por babor y otra  por estribor, se colocaron a una distancia de unos 50/100  metros del barco y sin previo aviso comenzaron a lanzar ráfagas de ametralladora y algún disparo de cañón sobre el puente de mando, los alojamientos de la tripulación con un evidente ánimo de cortar  las comunicaciones y masacrar a los tripulantes. Alcanzados los depósitos de combustible, el barco se incendió y  el capitán, herido  gravemente, como el primer oficial, dio orden de abandonarlo y arriar el bote de babor, porque el de estribor  estaba inservible por los impactos. Cuando los marinos se aprestaban a hacerlo,  nuevas ráfagas  de ametralladora causó nuevos heridos, algunos de gravedad  como el tercer maquinista.
José Vaquero Iglesias, tercer maquinista del "Sierra Aránzazu"
                                                

 Agolpados los 20 hombres en el bote sin motor con tres heridos de suma gravedad, el capitán, Pedro Ibargurengoitia, el segundo oficial de puente , Javier Cabello, y el tercer maquinista, José Vaquero iglesias,  ante la atenta mirada de los atacantes se alejaron del barco remando con el miedo de que disparasen de nuevo sobre ellos. Fueron doce horas angustiosas en el bote. Durante la travesía  fallecieron el capitán y el tercer maquinista, el bote hacia agua y estropeadas la bomba de achique tuvieron que hacerlo con cajas de galletas y sus zapatos. Hacia  las 10 de la mañana del día 14  los náufragos  localizados y rescatados por el carguero holandés “P. G. Thulin” a través de las indicaciones de un avión de la Navy. Atendidos los heridos en el barco falleció el segundo oficial, Javier Cabello El barco holandés condujo a los supervivientes y los cadáveres a la próxima isla de las Bahamas Mathew Town, desde donde los heridos y los cadáveres son trasladados a Guantánamo y los restantes, al día siguiente, son llevados a San Juan de Puerto Rico formalizando el primer  oficial  al  cónsul la correspondiente  “Protesta de  mar” y, tras la llegada de los heridos y los cadáveres, se celebró un funeral por los tres marinos asesinados. Desde San Juan, los tripulantes fueron repatriados en dos expediciones, Los ilesos y heridos leves llegaron a Madrid el día 17 y los heridos  más graves y los cadáveres el día 19 siendo recibidos por las autoridades del régimen representadas por el ministro de Comercio Alberto Ullastres y el Subsecretario del Ministerio de la Marina Mercante., Leopoldo Boado. Los ataúdes fueron trasladados a hombros de marinos de Guerra y de la Mercante hacia los coches fúnebres que los iban a trasladar a sus lugares de origen. Unos días después se celebró en San Jerónimo un funeral de Estado por los fallecidos.
Bote con los náufragos del "Sierra Aránzazu" al ser recogidos por el barco holandés Thulin
 
               

La noticia del ataque fue recogida en las primeras páginas de casi todos los periódicos del mundo, menos en  Estados Unidos, donde los grandes rotativos norteamericanos  mantuvieron un significativo silencio sobre el hecho. En España, la conmoción fue enorme y todos los periódicos siguieron todo lo relativo al atentado expresando su indignación, incluida  la prensa clandestina de izquierda  que, previendo lo que iba a pasar, atacaba a Estados Unidos y presionaba al régimen pidiendo la identificación y castigo  de los culpables del atentado que atribuían con buen juicio a  anticastristas dirigidos por la CIA. Se produjeron manifestaciones de protesta en varios puntos de España como la que se desarrolló ante la Embajada norteamericana en Madrid o ante el Consulado norteamericano en Vigo. En Oviedo, también hubo un conato de protesta cuando una banda norteamericana intervenía en las fiestas de San Mateo y ya a principios del año siguiente ante la visita a la región de Manuel Artime Buesa,  para visitar a su familia de origen, La Nueva España criticó y  condenó la acción del líder del MRR mientras Región que había tenido una actitud de gran dureza al principio, mantenía ahora  una postura más contemporizadora con la figura del líder anticastrista que negó cínicamente la participación de su grupo en el ataque atribuyéndolo a Castro.

 El Gobierno español protestó a través de su embajador en Washington considerando responsable a los Estados Unidos por producirse el ataque  en aguas bajo su control militar y en una reunión con  el Secretario de Estado Dean Rusk consiguió que prometiese que se investigaría el ataque  y se comunicarían  los resultados al Gobierno español.  El FBI realizó también una encuesta  para averiguar lo sucedido, Como era de esperar, todo quedó en aguas de borrajas. El informe del Departamento de Estado nunca vio la luz y el del FBI fue más bien una maniobra de diversión que una verdadera investigación. El Gobierno franquista en cuanto pasó la tensión dejó de presionar y todo quedó en el más denso silencio. La realpolitik pudo más que el honor patrio mancillado y las justas reivindicaciones de justicia de las familias  y amigos de los asesinados y un sector de la población española. Sólo basta fijarse que  Artime visita España a principios de 1965 y  es recibido por las autoridades españolas y  se dice que incluso por el propio Franco y que el MRR siguió operando en Madrid con plena impunidad.

Los grupos anticastristas con el MRR a la cabeza difundieron  que los autores habían sido los castristas. Pero cuando ese bulo resultó insostenible (hasta el propio líder  anticastrista Gutiérrez Menoyo al ser capturado  por los cubanos en febrero de 1965 identificó al grupo de Artime como el responsable del ataque) el MRR varió sus declaraciones manteniendo que habían  sido ellos por medio del buque nodriza Santa María y las lanchas Gitana y Monty   los autores del ataque, pero como consecuencia de una confusión del “Sierra Aránzazu” con el  buque cubano Sierra Maestra. Esa es la  hipótesis que siguen manteniendo hoy los miembros todavía vivos del grupo y la que predomina hoy entre los autores que han tratado el incidente.

 Pero el análisis de  las pruebas circunstanciales y  los datos directos extraídos de la documentación desclasificada y del archivo de Asuntos Exteriores español obligan a poner en duda tales afirmaciones. Entre esas pruebas circunstanciales está el hecho de que es difícil aceptar  que la lancha que identificó al buque iluminando su popa  pudiera equivocarse o que loa atacantes  no vieran su nombre y matrícula y que  cuando las dos  lanchas atacantes se colocaron  a unos 50/100 metros del Sierra Aránzazu  no se hubieran percatado de su “error”.  Además, ¿cómo es posible que quieran hacernos creer que con la información que contaban de la CIA pudieran confundir  el barco español con el  Sierra Maestra, cuando éste había cruzado el Canal de Panamá el miércoles anterior con dirección hacia China? ¿Cómo fue posible confundir ambos barcos que tenían  una significativa diferencia de envergadura. El “Sierra Maestra” era dos veces mayor que el  “Sierra Aránzazu”? Dos fuentes directas hablan también de que el ataque  fue planeado con premeditación y alevosía. Una procedente de los archivos desclasificados de la CIA  es un cablegrama enviado a la central por un agente  donde le informa que ha mantenido con Alberto Blanco,  lugarteniente de Rolando Cubela, un alto oficial del  régimen castrista que mantenía  contactos con el MRR para preparar el asesinato de Castro y el desembarco en la isla. Blanco dice que va reunirse en París con un miembro del grupo anticastrista que fue “persona que “arregló” el ataque al  “Sierra Aránzazu” mediante el pago al radio operador que envió la posición de la nave atacante, dijo que el radio operador había contado toda la historia a  la policía española”. ( Archivo de la Fundación Mary Ferrell). Hoy sabemos que esa oersona que arregló el ataque” fue Rafael  Quintero, “el coordinador de operaciones navales” del grupo terrorista  De igual modo el carácter premeditado del ataque aparece en un despacho dirigido al Ministro de Asuntos Exteriores   por el Embajador de España en Costa Rica, en el que un espía enviado por éste  a la base anticastrista de Nicaragua, además de describir con todo detalle el barco nodriza  Santa María e identificar a sus jefes, se dice “el ataque contra el “Sierra Aránzazu” fue premeditado, antes de la operación ya se hablaba de hundirlo”  (Archivo del Ministerio de AA.EE). 

Son muchos interrogantes  y datos para que podamos creernos la versión dominante. Pero no existe ninguna duda de quiénes fueron los autores materiales y los responsables últimos de este criminal atentado así como la tortuosa e injusta actuación del Gobierno franquista en el mismo. Dejarlo claro  en este cincuenta aniversario nos parece no sólo una obligación con la verdad histórica, sino, sobre todo, un deber moral hacia los tres marinos asesinados y el resto de la tripulación  masacrada.         
 ( PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO "SIGLO XXI" DE "LA NUEVA ESPAÑA" DE OVIEDO(12 DE SEPTIEMBRE DE 2014)
                        


 




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