martes, 28 de octubre de 2014

la historia universal de un idiota latinoamericano


LA HISTORIA UNIVERSAL  DE UN “IDIOTA” LATINOAMERCIANO

                            JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS

 
 


 
          Eduardo Galeano  forma parte, y además con rango destacado, de  esa legión de “perfectos idiotas latinoamericanos” que, según reza el “manual” neoliberal de ese nombre de Montaner, Apuleyo y Vargas Llosa (Álvaro), son todos aquellos intelectuales latinoamericanos que han denunciado el expolio y la dependencia a que han sido sometidos sus países desde la conquista y la colonización hasta hoy,

Desde luego, que, para otros muchos, como  demuestra su gran éxito editorial y la innumerable colección de premios que ha recibido, es un “idiota” muy lúcido. Lo demostró en los años setenta con aquel ensayo en el que nos mostró las venas abiertas de América Latina y que., a la vez,  nos abrió también a muchos de sus lectores los ojos sobre la realidad latinoamericana Libro que el citado libelo neoliberal considera como la más destacada de las  diez  fundamentales obras  que “conmovieron” a los “perfectos idiotas latinoamericanos”. Y  de nuevo vuelve hoy  Galeano a demostrar su  lucidez y  su original y preciosista estilo con este nuevo libro; Espejos. Una historia casi universal.( Siglo XXI. 2008),

Si las Venas abiertas fue un ensayo primorosamente escrito, pero, al fin y al cabo, un ensayo canónico, el escritor uruguayo derivó en sus libros posteriores, como los grandes escritores, hacia un género propio que, congruentemente con su contenido, expresa muy bien las excelencias del mestizaje de géneros por ser una sabia y  armoniosa combinación de  ensayo,   poesía  y crónica. Género mestizo al servicio del cual ha construido a cincel un lenguaje depurado, preciso, sin las alharacas y los fuegos artificiales a que nos tienen acostumbrados muchos de los escritores latinoamericanos, pero que no excluye, como es habitual en ellos, la metáfora fulgurante, la paradoja significativa y, sobre todo, la ironía y el humor como elementos fundamentales para revelarnos esas realidades  ocultas  que el leguaje políticamente correcto o la historia oficial buscan ocultarnos.

Son unos doscientos pequeños relatos que es posible leer  independientemente y que, a primera vista, pueden parecer inconexos. Pero que, a poco que el lector preste atención, aparecen todos  unidos por  un fino hilo que termina tejiendo  un gran tapiz que reproduce  una casi historia universal de la humanidad vista desde la perspectiva de los perdedores.  O algo así como un puzzle de pequeños espejos que refleja una historia casi universal de la infamia, desde la perspectiva de los infamados por el racismo, el machismo, la intolerancia, el imperialismo militarista y la explotación. Y  para ello sus pequeños relatos (yo les llamaría “espejerías”, por paralelismo con las “breverías”  de Ramón Gómez de la Serna, aunque en este caso sean de contenido más trascendente que las  ocurrencias chispeantes del escritor español) recorren todas las edades de la historia universal y abarcan  todos los continentes del mundo.

Galeano comienza sus espejos desde el origen del viaje humano con una pertinente pregunta: “¿Adan y Eva fueron negros?, y nos propone una respuesta inobjetable, aunque no la quieran escuchar ni los racistas ni los xenófobos: todos somos, querámoslo o no,  emigrantes africanos.  Y finaliza con otro espejo que refleja el negativo  balance del pasado siglo y denuncia  las esperanzas rotas que  anuncia el recién comezado: “El siglo XX, que  nació anunciando paz y justicia, murió bañado en sangre y dejó un mundo mucho más injusto que el que había encontrado. El siglo veintiuno, que también nació anunciando paz y justicia  está siguiendo los pasos del siglo anterior” (página 339).

 Entre aquel principio y este final el autor de la trilogía  Memoria del fuego “espejea” casi todo el curso de la historia universal y hace la semblanza de casi todos sus personajes más importantes, tanto los que han sido sujeto como objeto de la infamia humana y hasta de los que han sabido definirla con clarividencia sin par con sus pinceles como El Bosco. Pintura que Galeano traduce, apoyándose en Jonh Berger, a lenguaje poético en un espejo que nos anuncia ya el mundo al revés que es, en realidad, el verdadero mundo al derecho que iba a venir y es, en cierta medida, el mundo globalizado que vivimos hoy: Un hombre caga monedas de oro/ otro cuelga de una llave inmensa/ el cuchillo tiene orejas/ el arpa ejecuta al músico/ el fuego hiela/ el cerdo viste toca de monja/ en el huevo habita la muerte/ las máquinas manejan a la gente/ :Cada cual en lo suyo / cada loco con su tema/ nadie se encuentra con nadie/ todos corren a ninguna parte/ No tienen nada en común, salvo el miedo mutuo/ ( página 100) .

En fin, lo confieso paladinamente, por si no quedaba claro, soy uno más de esa legión de “ idiotas” que lee con delectación a Galeano, porque defiende el derecho a  la dignidad humana de los de “abajo”, dejando desnudos a los de “arriba” que no sólo no la reconocen, sino que  la pisotean y, además, tratan  de ocultar sus desmanes. Pero también porque  lo sabe hacer con un estilo  primoroso que suena a música terrenal.  

    ( Publicado en Cultura, suplemento cultural de La Nueva España de Oviedo)

 

 

 

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