LA HISTORIA UNIVERSAL DE UN “IDIOTA” LATINOAMERCIANO
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
Eduardo
Galeano forma parte, y además con rango
destacado, de esa legión de “perfectos
idiotas latinoamericanos” que, según reza el “manual” neoliberal de ese nombre
de Montaner, Apuleyo y Vargas Llosa (Álvaro), son todos aquellos intelectuales
latinoamericanos que han denunciado el expolio y la dependencia a que han sido
sometidos sus países desde la conquista y la colonización hasta hoy,
Desde luego, que, para otros muchos, como demuestra su gran éxito editorial y la
innumerable colección de premios que ha recibido, es un “idiota” muy lúcido. Lo
demostró en los años setenta con aquel ensayo en el que nos mostró las venas
abiertas de América Latina y que., a la vez, nos abrió también a muchos de sus lectores los
ojos sobre la realidad latinoamericana Libro que el citado libelo neoliberal
considera como la más destacada de las diez
fundamentales obras que “conmovieron”
a los “perfectos idiotas latinoamericanos”. Y de nuevo vuelve hoy Galeano a demostrar su lucidez y
su original y preciosista estilo con este nuevo libro; Espejos.
Una historia casi universal.( Siglo XXI. 2008),
Si las Venas abiertas fue un
ensayo primorosamente escrito, pero, al fin y al cabo, un ensayo canónico, el
escritor uruguayo derivó en sus libros posteriores, como los grandes escritores,
hacia un género propio que, congruentemente con su contenido, expresa muy bien
las excelencias del mestizaje de géneros por ser una sabia y armoniosa combinación de ensayo,
poesía y crónica. Género mestizo al servicio del
cual ha construido a cincel un lenguaje depurado, preciso, sin las alharacas y
los fuegos artificiales a que nos tienen acostumbrados muchos de los escritores
latinoamericanos, pero que no excluye, como es habitual en ellos, la metáfora
fulgurante, la paradoja significativa y, sobre todo, la ironía y el humor como
elementos fundamentales para revelarnos esas realidades ocultas
que el leguaje políticamente correcto o la historia oficial buscan
ocultarnos.
Son unos doscientos pequeños relatos que
es posible leer independientemente y
que, a primera vista, pueden parecer inconexos. Pero que, a poco que el lector
preste atención, aparecen todos unidos
por un fino hilo que termina tejiendo un gran tapiz que reproduce una casi historia universal de la humanidad
vista desde la perspectiva de los perdedores.
O algo así como un puzzle de pequeños espejos que refleja una historia
casi universal de la infamia, desde la perspectiva de los infamados por el
racismo, el machismo, la intolerancia, el imperialismo militarista y la explotación.
Y para ello sus pequeños relatos (yo les
llamaría “espejerías”, por paralelismo con las “breverías” de Ramón Gómez de la Serna, aunque en este
caso sean de contenido más trascendente que las
ocurrencias chispeantes del escritor español) recorren todas las edades
de la historia universal y abarcan todos
los continentes del mundo.
Galeano comienza sus espejos desde el
origen del viaje humano con una pertinente pregunta: “¿Adan y Eva fueron
negros?, y nos propone una respuesta inobjetable, aunque no la quieran escuchar
ni los racistas ni los xenófobos: todos somos, querámoslo o no, emigrantes africanos. Y finaliza con otro espejo que refleja el
negativo balance del pasado siglo y
denuncia las esperanzas rotas que anuncia el recién comezado: “El siglo XX,
que nació anunciando paz y justicia,
murió bañado en sangre y dejó un mundo mucho más injusto que el que había
encontrado. El siglo veintiuno, que también nació anunciando paz y justicia está siguiendo los pasos del siglo anterior”
(página 339).
Entre aquel principio y este final el autor de
la trilogía Memoria del fuego
“espejea” casi todo el curso de la historia universal y hace la semblanza de
casi todos sus personajes más importantes, tanto los que han sido sujeto como
objeto de la infamia humana y hasta de los que han sabido definirla con
clarividencia sin par con sus pinceles como El Bosco. Pintura que Galeano
traduce, apoyándose en Jonh Berger, a lenguaje poético en un espejo que nos
anuncia ya el mundo al revés que es, en realidad, el verdadero mundo al derecho
que iba a venir y es, en cierta medida, el mundo globalizado que vivimos hoy: Un
hombre caga monedas de oro/ otro cuelga de una llave inmensa/ el cuchillo tiene
orejas/ el arpa ejecuta al músico/ el fuego hiela/ el cerdo viste toca de
monja/ en el huevo habita la muerte/ las máquinas manejan a la gente/ :Cada
cual en lo suyo / cada loco con su tema/ nadie se encuentra con nadie/ todos
corren a ninguna parte/ No tienen nada en común, salvo el miedo mutuo/ (
página 100) .
En fin, lo confieso paladinamente, por si
no quedaba claro, soy uno más de esa legión de “ idiotas” que lee con
delectación a Galeano, porque defiende el derecho a la dignidad humana de los de “abajo”, dejando
desnudos a los de “arriba” que no sólo no la reconocen, sino que la pisotean y, además, tratan de ocultar sus desmanes. Pero también porque lo sabe hacer con un estilo primoroso que suena a música terrenal.
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