CORRUPCIÓN OBSCENA
JULIO
ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
Una de las acepciones del término
obsceno es lo que es repulsivo al pudor, a la moral de las gentes, esto es, un
significado que va más allá de lo que nos ofende en relación con la moral
sexual. Y este calificativo utilizado estos días con frecuencia para designar
la presunta conducta delictiva de los dos comisionistas ( llamarlos
empresarios, como se oye también, es, sin duda, insultar a éstos) de la jet set madrileña que haciendo valer
sus relaciones personales gestionaron (¿?) en lo más crudo de la pandemia la compra de mascarillas, guantes y test, un buen porcentaje de ellos inservibles) para
el Ayuntamiento de Madrid, embolsándose la no pequeña cantidad de seis
millones de euros sólo por hacer una simple
llamada telefónica.
Muchos pensamos que la inversión que estos dos presuntos corruptos
hicieron de esa nada despreciable cantidad en bienes de lujo ( coches, relojes
rolex, inmuebles…) y gastos suntuarios como la estancia de uno de ellos en un
hotel de lujo cuyo coste suponía, parece
ser, los diez mil euros diarios, es, además, un aspecto más de la obscenidad de
su comportamiento. Lo que, por cierto, un conocido presentador de la televisión
de la cadena “más de tres” considera como algo no significativo y filfa
periodística (¿?) y no desde luego un dato más que significativo de un comportamiento y mentalidad obscenos
Un factor agravante legal y moralmente es, sin duda, las circunstancias en las que
realizaron su presunta estafa en el contexto de una situación límite, con muchas personas
falleciendo de covid, incluidos personal médico y servidores públicos, sin
ningún elemento de protección frente al maligno virus.
Este episodio, además de la obscenidad que supone, debería tener sus
consecuencias e implicaciones. Deberían analizarse minuciosamente todos los
contratos que todas las Administraciones incluida la Central hicieron en esos
dos años más virulentos de la pandemia para comprobar su legalidad y si se
encuentran más operaciones de comisionistas como las que han protagonizado estos dos presuntos delincuentes (no “pillos”
como los ha calificado el señor Feijóo suavizando su comportamiento) para llevarlos a los tribunales de Justicia y que
éstos decidan sobre su posible comportamiento ilegal.
Pero,
además, los poderes políticos deberían también estudiar y aprobar las
correspondientes leyes para que las Administraciones puedan controlar con mayor
eficacia situaciones de esa clase con medidas rigurosas de penalización de
probables conductas ilegales.
Quizás una de las medidas legislativas
que en ese sentido deberían adoptarse en esas situaciones extremas en que su
gravedad conlleva levantar ciertos controles legales para acelerar su efectividad,
sería la de imponer la obligación de
la revisión de la legalidad a posteriori de tales contratos para disuadir
a los delincuentes que surgen siempre en medio de las necesidades y situaciones
límite para que no se aprovechen y puedan sacar pingües beneficios como
auténticos cuervos que se aprovechan de las
necesidades ajenas.
En este caso concreto, de hacerse firme la
sentencia de corrupción de estos presuntos delincuentes de guante blanco
que a base de influencias habrían protagonizado
este presunto delito de corrupción, debería examinarse también la posible
connivencia, participación indirecta o
no, o falta de observancia de su deber de vigilancia que las correspondientes
autoridades de la Alcaldía madrileña podrían haber tenido en este obsceno presunto episodio de corrupción.
(Publicado en las páginas de Opinión de La Nueva España, de Oviedo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario