VERGÜENZA EN EL PARLAMENTO
Julio Antonio Vaquero Iglesias
Nuestros políticos se preguntan a
veces por qué muchos ciudadanos abominan de la política actual y de nuestros
políticos en general. La respuesta la tienen clara y evidente en el último
rifirrafe que se ha desarrollado en nuestro Parlamento con motivo de la
votación de convalidación del decreto de reforma laboral.
Que dos diputados con nocturnidad y alevosía hayan votado negativamente el
mencionado decreto después de que su partido UPN llegase al acuerdo con la
coalición gobernante de apoyarlo con sus votos, manteniendo en secreto su
última decisión no sólo es la
demostración de la ínfima calidad moral de tales personajes, sino también pone
en la picota esa práctica extendida en nuestro parlamentarismo de llegar a
acuerdos con concesiones que no tienen nada que ver con la medida legislativa a
aprobar para lograr su aquiescencia.
Del mismo modo que el voto negativo al mencionado decreto de los partidos de
izquierda y nacionalistas no por razones directamente relacionadas con su
contenido, sino por puro tacticismo relacionado con otros problemas e intereses
políticos, es la demostración de una actitud que degrada la práctica política y
la convierte en mercado persa en el que su prioridad política son sus intereses
partidistas y no las personas y sus
derechos.
De la actitud del partido de la derecha (de la
que manifiesta el de la ultraderecha no merece ni siquiera mención), se deduce que es muy plausible pensar que ya sabía
previamente la determinación del voto de los dos diputados del no del partido derechista navarro y está en
plena concordancia con sus política de obstruccionismo político al que
subordina los intereses de la ciudadanía y del país, poniendo por delante como
sea su acceso al poder.
Su propia actitud tras el fiasco ocurrido con
la votación por el error de uno de sus dirigentes estrechamente vinculado a su
líder, el señor García Egea, con sus acusaciones de pucherazo al gobierno, no
sólo son un indicio razonable de lo que el partido de la derecha esperaba que
se produjese, sino la continuidad de su práctica de obstrucción política como
sea y a costa de lo que sea que no reconoce siquiera que las normas que impiden
cambiar el sentido del voto de su diputado no son sino unas garantías estrictas
para que se mantenga la pureza formal del escrutinio democrático. Las formas y
no sólo el fondo del sistema democrático son condición imprescindible para
mantener la pureza del mismo.
El impresentable y lamentable espectáculo que hemos presenciado en el Congreso de los Diputados con la votación de la aprobación del referido decreto, a quien más perjudica es, sin duda, a nuestro sistema democrático y no deja de ser un golpe más en el descrédito que éste poco a poco va acumulando entre la ciudadanía y que puede suponer, si no se ponen remedios adecuados, un grave alejamiento de un importante sector de ella del sistema democrático del que sería beneficiario sin duda VOX con el peligro de la amenaza de involución que esto puede suponer para nuestro país.
(Publicado en las páginas de opinión de La Nueva España, de Oviedo)
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