EL ESPÍA QUE RECIBIÓ LA ORDEN DE MATAR A
FRANCO
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
Lo habitual es que los títulos de los
libros ofrezcan más de lo que después
desarrolla su contenido. En este caso, Un
espía en la trinchera: Kim Philby en la guerra civil española
del profesor e historiador Enrique Bocanegra, ganador del XXIX Premio Comillas, ocurre lo contrario. Su
título hace referencia, claro está, al
tema central del libro, pero su contenido es, sin duda, bastante más amplio que
aquél. Esto es: su asunto principal es el análisis pormenorizado de la
actividad que llevó a cabo Philby como espía soviético durante la guerra civil
española. Pero en sus páginas se trata a
la vez in extenso toda la biografía del
que fue considerado como el espía más importante del siglo XX y se realiza,
además, un análisis de los espías y los servicios de inteligencia soviéticos
marcando las diferencias entre los creados a partir de la etapa leninista y los
que implantaría posteriormente, destruyendo aquéllos y eliminando a sus
principales agentes, el régimen estalinista.
Bocanegra reconstruye con gran minuciosidad y
documentación las actividades de espionaje
de Philby en la etapa de nuestra guerra civil que no habían sido tratados con
gran detalle en los numerosos libros que han tratado la actividad del espía
soviético, incluida su propia
autobiografía.
Kim, hijo de un destacado dirigente del
Imperio Ingles, de filiación ideológica conservadora, fue reclutado para los
servicios de inteligencia soviéticos en 1934 junto con otros dos miembros de la
élite inglesa estudiantes en Cambridge, que constituyeron lo que se conoció
como “El Círculo de Cambridge”, fue destinado por su enlace Theodore Mally a infiltrase en el mundo del periodismo, a
diferencia de sus otros dos compañeros que lo fueron al mundo de la diplomacia y al de la
Administración pública. En una primera etapa, tuvo como misión seguir la
conflicto bélico español como freelance cubriendo, dentro del ámbito de los sublevados,
los primeros momentos de la guerra en Sevilla y Salamanca. Fue entonces cuando
recibió la orden de asesinar a Franco que, según el autor, provino del propio
Stalin. Orden que Philby no llegó ni a intentar llevar a cabo dado que él no
era un agente de acción, sino únicamente de inteligencia.
A su vuelta a Inglaterra, a través de las amistades de su padre, Philby
consiguió ser nombrado corresponsal en España del gran periódico conservador The Times dando cobertura periodística
al bando fascista. Fue en esta etapa cuando Kim se convirtió en uno de los más destacados corresponsales que seguían la
guerra desde el sector franquista. Casi podríamos decir que sus crónicas de
guerra conformaron en cierta medida la visión que las clases conservadoras británicas
tuvieron de la guerra civil española.
Bocanegra ha logrado identificar
y publicar casi todas sus artículos
sobre la guerra y en el libro se recogen algunos que son excelentes desde el
punto de vista periodístico. Dentro de los medios franquistas llegó a alcanzar
un gran reconocimiento y entrevistó a Franco en varias ocasiones e, incluso,
recibió una condecoración de manos del
propio Franco por ser el único superviviente del destacado grupo de periodistas
extranjeros que en el frente de Teruel en diciembre de 1937 sufrió el impacto
de una bomba republicana
Fue esa destacada labor periodística en los frentes de guerra españoles
lo que llamó la atención de los servicios de inteligencia británicos que lo
reclutaron convirtiéndose en un espía doble que actúo como topo del espionaje
soviético en el servicio de inteligencia inglés durante los años de la segunda
guerra mundial y posteriores, a pesar de la gran crisis que sufrió tras el
Pacto germano-ruso para invadir Polonia que estuvo a punto de ser el motivo de
su abandono del espionaje soviético.
La gran purga de los principales
agentes soviéticos que operaban en el mundo occidental realizada por el
estalinismo que alcanzó a los que habían sido los enlaces de Kim y supuso su
eliminación (excepto el caso del responsable de los servicios de inteligencia
soviética en la nuestra guerra civil, Orlov, personaje digno de un
profundo estudio, que le echó, incluso,
un pulso al propio Stalin y logró salir indemne de aquella paranoica
persecución). Sólo en 1961, cuando fue descubierto por los servicios de
inteligencia británicos, Philby huyó a la Unión soviética, donde su figura fue
utilizada por la propaganda soviética, elevándolo a la categoría de héroe del
pueblo y allí y allí falleció enterrado con toda clase de honores.
(PUBLICADO EN “CULTURA” DE LA NUEVA
ESPAÑA, DE OVIEDO)
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