martes, 21 de febrero de 2017

       EL SIGLO XX Y LA REVOLUCIÓN SOVIÉTICA
                                                        JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS





  Josep Fontana es, como sabemos, uno de más destacados historiadores españoles y europeos del pasado siglo y sigue siéndolo todavía, como demuestra fehacientemente  este su último  libro, El siglo de la revolución,  en este siglo XXI a pesar de su provecta edad. Escrito desde los planteamientos teóricos que han fundamentado toda su extensa obra historiográfica (historia económica y crisis del antiguo  régimen en España, historia del franquismo, teoría de la historia, grandes obras de síntesis sobre historia europea y mundial, director, coordinador y participante  de los más importantes  manuales de  historia de España, difusor en español  de  la bibliografía histórica  más reciente e importante  publicada fuera de España….), este libro es, sin duda, uno de los más ambiciosos, junto con  el de su historia del mundo  desde 1945, Por el bien del Imperio (2011) ,de los más   de treinta  que nuestro historiador lleva publicados.
       Desde el punto de vista teórico, la historia escrita por Fontana  ha estado fundamentada en la tradición del materialismo histórico.  Como  puede apreciarse en este libro, para nuestro historiador  la función del conocimiento histórico, al contrario que la historia escrita para legitimar el presente,  debe de ser una explicación del presente, una genealogía del presente, para comprender las cotas de libertad e igualdad a que  ha llegado la humanidad e inspirar un proyecto social para construir una sociedad donde  la libertad y la igualdad sean lo más plenas posibles. El análisis del historiador –mantiene- no debe de examinar aisladamente los niveles económico, político y cultural sino que tiene que ser un análisis de conjunto a pesar de la dificultad que esto conlleva y teniendo en cuenta siempre que  el factor explicativo prioritario del proceso histórico es el político.          
 Desde esos supuestos, el historiador catalán lleva a cabo en sus páginas un análisis riguroso y, como es habitual en sus libros, abrumadoramente documentado, utilizando para ello la más reciente bibliografía sobre los diferentes asuntos que trata, de la evolución histórica del mundo en el siglo XX. Esto es, de los  cien años que van desde 1917, el inicio de la revolución bolchevique hasta 2017, en que se cumple el aniversario del centenario aniversario de aquella revolución, con el objeto de tratar de explicar la generalizada situación de pobreza y desigualdad que vive hoy el mundo. Frente a quienes mantienes que tal situación es el resultado inevitable de  la evolución autónoma de esas las fuerzas económicas, su objetivo en este libro  es explicar, en cambio,  las causas  políticas que nos han llevado a tal estado de degradación actual para proponer un proyecto social que lo remedie.
 La tesis  de Fontana, a la que llega a través de  un brillante y detallado  análisis de todas las etapas de ese proceso histórico secular, es   que aquel proyecto de transformación social que se inició en la Rusia de los zares  en octubre de 11917 y  dio origen a la Unión Soviética, la patria del socialismo, a pesar de que entró en decadencia a partir de los años setenta y terminó desapareciendo en los noventa, fue el hecho histórico que ha marcado la evolución de todo el siglo XX. La amenaza de subversión, real o supuesta, que supuso el modelo bolchevique para el orden establecido determinó en gran medida no sólo la evolución política mundial a lo largo de la centuria sino también la económica y social. Se trató de combatirlo por la fuerza militar como pretendieron hacerlo frustradamente el nazismo y el fascismo, regímenes que se convirtieron en una amenaza mayor que el sistema que querían destruir y fueron la causa de la segunda guerra mundial. Pero también  se  intentó  impedir que su ejemplo se extendiera por el resto del mundo con lo que se  ha llamado el “reformismo del miedo”, esto es, cediendo a la presión de  los movimientos sindicales y la socialdemocracia para  poner en pie en Europa el estado de bienestar, cuyo impulso  dio lugar, tras el fin de la segunda guerra mundial, a los 30 años de mayor prosperidad, estabilidad e igualdad en el llamado “mundo occidental”.
 Pero a la vez que  ese reformismo forzado se implantaba en Europa, Estados Unidos llevaba a la práctica una campaña  contra el comunismo soviético con el supuesto doble objetivo de defender a “Occidente” de  una más que probable agresión  de la Unión Soviética, originando la ficción de la “guerra fría”, cuya verdadera finalidad  no era sino la de subordinar a  sus aliados occidentales a sus intereses imperiales. Y, por otra parte, con ese combate decían defender la democracia liberal frente al totalitarismo soviético con la finalidad real en este caso de anular  cualquier idea o proyecto que se opusiese al desarrollo de capitalismo. Lo que llevó al sinnúmero de guerras, intervenciones militares, operaciones encubiertas dirigidas por la CIA y los otros servicios de inteligencia norteamericanos y europeos, que se promovieron en esos años a lo largo de todo el  mundo  defendiendo dictaduras, golpes de estado y atentados sin respetar  ni la democracia ni  los derechos humanos que su Gobierno decía defender.
La implosión de la Unión Soviética en los noventa fue el fin de la etapa del   “reformismo del miedo” y con ello la del inicio del desarrollo de un capitalismo salvaje bajo su forma globalizada y financiera que nos traído a esta situación mundial de pobreza y desigualdad que han terminado originando esos brotes de populismo de extrema derecha, xenófobo y racista, tanto en la Europa continental como en el Reino Unido con el “Brexit” y en Estados Unidos con la elección de Trump, cuya política en opinión de Fontana no es sino más de lo mismo, pero “… en una versión más retrógrada y brutal que asegurará que el imperio de la desigualdad alcance su apogeo”.
  Ante esa situación, ¿qué  “proyecto social”  propone Fontana? A partir de  las opiniones de algunos ensayistas que avizoran un período de entropía social y desórdenes,  sólo podría salvarnos un movimiento  transnacional  iniciado desde abajo, esto es, popular, al margen de los partidos de élites que nos han gobernado hasta ahora, que surja de las luchas cotidianas de los hombres y las mujeres contra esta situación de pobreza y desigualdad galopantes que se extiende por el mundo . Que así sea. Nos va mucho en ello. A nosotros y a nuestros descendientes.
    (PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE “LA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO.
  

                      

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