EN TORNO AL ORIGEN DEL PRINCIPADO
DE ASTURIAS
Julio Antonio Vaquero Iglesias
Se recogen en este libro, Los
orígenes del Principado de Asturias y de la Junta General (Junta General del Principado, 1998), las
actas del congreso que sobre el origen del Principado de Asturias y la Junta
General se celebró en 1988 con motivo de
la conmemoración del VI centenario de su creación. Diez años de retraso en su publicación
son, sin duda, muchos años, pero no parece que en ese lapso la investigación
histórica haya añadido nada sustancial a
lo que aportan las ponencias aquí
recogidas, la mayor parte de las cuales permanecían todavía inéditas.
Precedidas de un prólogo del
entonces Presidente de la Junta General del Principado, Ovidio Sánchez, y de la
presentación del director del congreso y catedrático de Historia Medieval de la
Universidad de Oviedo, Ignacio Ruiz de la Peña, estas comunicaciones no se
limitan al estudio del hecho concreto de los orígenes del Principado de
Asturias, sino que se tratan éstos en un amplio contexto histórico que va desde
el análisis las coordenadas políticas de
la Castilla bajo-medieval hasta el de los otros principados y estados regionales
de la baja Edad Media hispánica y europea, pasando por el de las vicisitudes
históricas que atravesó la titularidad del Principado durante el siglo XV. De
igual modo, la creación y cristalización
de la Junta General del Principado se analiza en el marco de los otros
parlamentos, juntas y hermandades bajo-medievales que se desarrollaron en el
ámbito hispánico.
Por incidir de manera directa en la creación de las dos instituciones
medievales asturianas, los dos trabajos nucleares de estas actas son la conferencia que
pronunció el medievalista Luis Suárez Fernández
en el acto de apertura del congreso, En torno a los orígenes del
Principado de Asturias, y la ponencia de Ignacio Ruiz de la Peña
sobre Aproximación a los orígenes del
Principado de Asturias y de la Junta General.
Estos dos trabajos,
matizados y desarrollados en gran medida por
otras de las ponencias recogidas aquí, dan cumplida respuesta a las
preguntas claves que los historiadores se han venido haciendo sobre
estas instituciones: ¿cuál fue la
naturaleza jurídico-pública del Principado? ¿Cuáles fueron las causas que
confluyeron para su creación? ¿ Por qué fue Asturias la región elegida? ¿
Qué vinculación existió entre el Principado y la Junta?
El
Principado no fue en su origen un mero título de preeminencia con el que nacía
el heredero de la Corona de Castilla, sino que
comportaba para éste la
titularidad de un señorío jurisdiccional que comprendía toda la región
asturiana y de tal título recibía la investidura en un acto concreto y en un
momento determinado de su vida. El Principado era, pues, un señorío
perteneciente a las tierras de realengo, que revertía a la Corona y a ella
competía su jurisdicción directa cuando no existía titular del mismo. Su
titularidad sancionaba, pues, de manera firme quién era el heredero de la
Corona y permitía a éste practicarse en el arte de gobierno antes de acceder al
trono, además de procurarle las rentas
necesarias para mantener su Casa de acuerdo con su condición de cabeza del
orden nobiliario.
Esa configuración
institucional del Principado se explica dentro de un proceso histórico más
amplio que afecta no sólo al reino castellano sino a los otros reinos
hispánicos y, en general, a todo el occidente cristiano medieval: el del
enfrentamiento entre la monarquía y nobleza; enfrentamiento que terminó con el final aparentemente paradójico del triunfo de ambas, y del que, para el caso
castellano, realiza una buena síntesis
el trabajo que aquí presenta Emilio
Mitre. La victoria final de la monarquía en esa pugna, plasmada en el aumento
de su poder político, fue compatible, en efecto, con la continuación del poder
económico-social de la nobleza, que se materializó en la acentuación de la
señorialización derivada de tal enfrentamiento, y fue sancionado
definitivamente con la institución del mayorazgo. Como se puede comprobar en las correspondientes
ponencias, el Principado es el equivalente en la Corona castellana del
Delfinado francés, del Principado de Gales, pero también del Ducado y Principado de Gerona, en la Corona de Aragón. Todos
estos señoríos de realengo, vinculados al príncipe heredero, expresan
claramente, a través de la configuración institucional mencionada, la decidida
finalidad de robustecer el poder de la monarquía.
Pero esta primera
respuesta no responde a aquella otra
pregunta que ya don Juan Uría Ríu se hizo al comenzar a bucear en
los orígenes del Principado: ¿ Por qué
fue Asturias la tierra escogida para su
creación?
Primero, como se
demuestra en la ponencia colectiva presentada por los profesores del Área de
Historia Medieval de la Universidad de Oviedo, excelente y completa radiografía
sobre la Asturias de 1388, está el hecho de
ser Asturias una región percibida en la época como una región con una identidad
claramente diferenciada dentro del reino castellano, tanto por su pasado
histórico como núcleo seminal de éste, como por su individualización
geográfica, cuya expresión formal fue hasta la creación del Principado, su
mayor o menor, según los momentos, individualización
dentro del marco político-administrativo de los reinos leonés y castellano.
Pero, dadas las causas de fondo que mueven el proceso histórico en el que, como
hemos visto, se inserta el origen del Principado, no parece ser ésa la causa
fundamental de la elección de Asturias para su creación.
La
razón principal de esa elección está,
precisamente, como se explica y desarrolla en varias de las ponencias,
en el hecho de ser Asturias uno de los
escenarios principales de la lucha entre la nobleza y monarquía a partir del
conflicto sucesorio entre Enrique de Trastámara y Pedro I, conflicto cuyo
resultado va a ser la entronización en
Castilla de la dinastía Trastámara. El
importante señorío asturiano de Rodrigo
Álvarez de las Asturias, heredado por el bastardo real don Enrique, será desde
entonces la plataforma del
enfrentamiento con su hermano como también la del conflicto del hijo
bastardo de éste último, el conde don Alfonso, contra su hermano Juan I y su
sobrino, el que fue primer Príncipe de Asturias y después reinaría como Enrique
III. De esas luchas se derivó la decisiva importancia que alcanzó dentro del
Principado la familia de los Quiñones cuyos sucesivos titulares intervinieron
como protagonistas de primer orden en
los conflictos entre la nobleza y la monarquía en el reinado de Enrique IV y en el pleito sucesorio de
éste con sus hermanastros Alfonso e Isabel.
La vinculación del territorio asturiano a la
Corona a través del Principado para
anular de ese modo aquel recurrente foco de revueltas nobiliarias fue, pues, una
de las motivaciones principales, como así se reconoce incluso en alguno de los
textos fundacionales, para que Juan I
eligiese Asturias, en 1388, como base territorial del Principado, y Juan II lo confirmase en 1444. La hábil política
seguida por la que después fue Isabel I como Princesa de Asturias respecto a
los Quiñones, según el claro y significativo análisis que de ello se realiza en la ponencia de María
Isabel del Val Valdivielso, va a culminar definitivamente cuando aquélla acceda
al trono castellano con la recuperación definitiva para el realengo del
territorio asturiano.
Finalmente, y aunque sea
el tema menos desarrollado en el congreso y no se haya aportado nada nuevo en
él sobre los oscuros orígenes y
precedentes de la Junta General,
sí parece claro, según se desprende de la ponencia de Ignacio Ruiz
de la Peña, el avance decisivo que supuso la creación del Principado para el
establecimiento definitivo de la Junta General como órgano de representación de
la región (más ajustado a la realidad histórica sería decir, de los intereses
de determinados sectores sociales) ante la Corona. Se palió, así, en cierto
modo, su
falta de representación en las Cortes. Cortes que durante el siglo XV,
en contra de la interpretación historiográfica
tradicional y según la revisión que hace Julio Valdeón en su excelente
ponencia, desempeñaron un papel importante en la gobernación del Reino. En
definitiva, la creación del Principado fue el factor impulsor de
la aparición del modo específico
de articulación política de Asturias
dentro de la Corona de Castilla y, posteriormente, en la Monarquía española.
( PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE LA NUEVA ESPAÑA,
DE OVIEDO)
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