QUÉ ESTÁ
PASANDO EN CUBA
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
Las protestas de una parte de la
población cubana por la angustiosa situación a que se ha llegado en la
isla por los problemas derivados del
descenso de los ingresos por del bajón turístico y la expansión de la pandemia
y que se han traducido en mayores dificultades que las ya eran habituales para el abastecimiento de alimentos
y otros elementos esenciales para la supervivencia de sus ciudadanos, han
puesto en dificultades de supervivencia al régimen introducido por Castro desde
hace alrededor de sesenta años.
Esa crítica situación ha originado en Estados
Unidos, Europa y en parte de América Latina la denuncia reforzada de un régimen
como el cubano al que se le acusa de ser una dictadura a la que es necesario poner fin de una vez para
siempre y esas voces se han elevado, sobre todo, cómo no, en los medios de la
derecha y la extrema derecha de esos países que han visto en la actual
situación crítica de la isla la gran oportunidad para dar el golpe de gracia a
un régimen que siempre se movió en los
valores de la izquierda, y al que muchos de aquellos han visto siempre como
una anomalía con la que había que acabar
para que no sirviese de ejemplo a un continente como el americano en el que la
pobreza y el dominio imperial norteamericano eran la base de la desigualdad y
la explotación de sus habitantes.
No deja de ser una gran paradoja que se acuse
al régimen cubano de dictadura cuando
vemos por todas partes cómo las democracias occidentales suspenden en sus
prácticas democráticas y son incapaces de poner fin a las desigualdades
sociales y acabar con la pobreza. ¿ Es esa la democracia que quieren imponer en
Cuba tras derribar a lo que queda de la evolución del régimen castrista? ¿
Quieren ponerle realmente fin para paliar la angustiosa situación de una
población agobiada por la escasez y las privaciones (lo que, sin duda, sería
loable por su parte ) o simplemente asfixiarlo definitivamente para que no sea
un mal ejemplo para América Latina?
Si fuera realmente lo primero esos
denunciantes acudirían cuanto antes en auxilio de esa población desabastecida y
empobrecida. Pero eso no parece que sea
la intención de los que lanzan tales acusaciones de dictadura al régimen cubano
y deberían de recomendarle la necesidad y las virtudes derivadas de transformarse políticamente y avanzar hacia
un sistema de democracia liberal y apoyar en ese sentido y con esa finalidad a la población cubana La
postura, por ejemplo, del presidente norteamericano Biden es un ejemplo de esas
prácticas torticeras. Él, que haciendo
honor a sus políticas progresistas debería apoyar la apertura política de Cuba, practica, sin embargo, la política del
cuanto peor, mejor, manteniendo un embargo que es el residuo más palpable de la
habitual política imperialista que el águila norteamericana ha practicado sobre
la isla desde su independencia de España. Política que desde el triunfo de la
revolución castrista ha sido llevada a cabo por todos los presidentes
norteamericanos, comenzando por la del
tan alabado presidente Kennedy y su apoyo al lobby anticastrista de Miami y sus
aventuras terroristas. Lobby que, por cierto, siempre recibió el apoyo y el
reconocimiento del Partido Popular español, sobre todo, durante el mandato del
que parece que ha sido el iniciador de todos los males de nuestro país, el
señor Aznar.
No, no es así como debe apoyarse
y auxiliar a la sufrida población cubana, sino
tratando de que salga de esta angustiosa situación crítica por la que
está atravesando y apoyándola para que desde dentro haga las reformas políticas
que sus ciudadanos deseen. Lo contrario sería que de nuevo cayera en manos de
aquellos que la condujeron al negro agujero del que la sacó el castrismo.
(Publicado en las páginas de
opinión de La Nueva España, de Oviedo)
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