LA
RUSIA DE PUTIN Y LA INTERNACIONAL
NACIONAL-POPULISTA
Julio Antonio
Vaquero iglesias
Timothy Snyder, catedrático de Historia de la
Universidad de Yale, es un reconocido especialista mundial en el desarrollo de
los sistemas autoritarios a lo largo del siglo XX y las dos décadas del siglo del
XXI. Autor de obras de reconocido prestigio sobre el fascismo y los sistemas no
democráticos como Tierras malas o más recientemente Sobre la tiranía, ha sido
colaborador de Tony Judt, el gran historiador inglés, fallecido del ELA y
participante en su gran obra Posguerra. Una historia de Europa desde 1945.
La última
obra de Snyder, El camino hacia la no
libertad (2018), ha despertado un gran interés histórico y político porque
trata en ella del giro de Putin en estos últimos años hacia una posición
geopolítica euroasiática enfrentada a la Unión Europea y partidaria del
desarrollo de un imperio de base no democrática, inspirada por una ideología
ahistórica que Snyder define como “política de eternidad”, justificada por
ideólogos nacional-populistas mediocres como Ivan Ilych (1883-1954) , defensor
del fascismo mussoliniano y de la dictadura personal y Gumilez (1912-1992) que
mantiene la peculiar y “poco” histórica
teoría de que la identidad de las naciones viene determinada por los rayos
cósmicos.
Esa posición
geopolítica considera la nación rusa no
como un ente histórico concreto, sino esencial, inmutable ajeno a la voluntad y las decisiones democráticas de sus
habitantes y con un destino ya prestablecido e irrevocable que es su conversión
en un Imperio Euroasiático cuya existencia es incompatible con la Unión Europea y del que formarían parte indiscutible no sólo sus países miembros antes dependientes de la Unión
Soviética ( y además , claro es, Ucrania) sino también los países originarios
de la Europa occidental y creadores de la entidad supraestatal europea. Pero la
realidad es que la Rusia de Putin no es sino una oligarquía del dinero con unas
diferencias sociales abismales entre sus ciudadanos, una ideología de
ultraderecha que persigue a los disidentes y
homosexuales.
Esa actitud
hostil hacia la Unión Europea explica, según nuestro autor, el apoyo que Putin
y su gobierno ha prestado y está prestando a los partidos y movimientos nacional-
populistas de extrema derecha que han
surgido en Europa contrarios a la Unión Europea y los valores democráticos en
que se inspiran sus instituciones como demuestran su apoyo a Marine Le Pen o al partido nacional-populista de
Austria y cualquiera de los otros partidos nacional-populistas que han brotado como hongos por Europa, así como a
los movimientos secesionistas que
existen o brotan en la Europa comunitaria. Pero también Putin ha prestado su
apoyo al movimiento del Brexit en su intento sacar al Reino Unido de la UE y hacer
volver al Reino Unido a su condición de estado- nación originario que, en realidad,
nunca existió, porque su forma política anterior no fue sino la de un imperio colonial.
Y aún más. La
geopolítica de Putin, según Snyder, plantea y busca como objetivo la desactivación del poder de
los Estados Unidos a través del apoyo al presidente Trump y su proyecto
nacional- populista. Asunto al que su libro dedica un denso capítulo precisando
con datos incuestionable la intervención
y control que los servicios secretos rusos han prestado a Trump para su
elección presidencial. Apoyo que, según su información, fue fundamental para que aquél triunfase en la carrera presidencial.
Para todas esas intervenciones Moscú ha
utilizado con gran eficacia las armas de la guerra cibernética a través de la
utilización de troles, personas que a
través de las redes sociales intervienen en las discusiones políticas a favor
de las posiciones rusas en esos conflictos, y de los bots, programas informáticos que envían millones de mensajes de twiter a
objetivos seleccionados defendiendo el Brexit, la campaña de Trump, los
movimientos secesionistas europeos o las posiciones de los movimientos de
extrema derecha europeos o todo aquello que suponga y sea favorable para la destrucción de la UE.
No es éste,
sin duda, un libro de fácil lectura no sólo por la densidad de la información
que proporciona y las la cantidad de fuentes que utiliza, sino también y sobre
todo por la compleja combinación de
disciplinas con que aborda sus análisis en los que intervienen la historia, la filosofía, la geopolítica y la ética, por
lo menos. Pero, sin duda y más allá de algunos reparos y dudas que nos puedan
surgir sobre algunas de sus afirmaciones, es un libro imprescindible para poder entender los profundos cambios y la
confusa y compleja realidad política mundial en que nos movemos en estas
primeras décadas del siglo XXI.
(Publicado
en el suplemento cultural de La Nueva España, de Oviedo)
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