Domingo Caballero, in memoriam
Julio Antonio Vaquero Iglesias
Este pasado domingo, ha fallecido tras una
larga y penosa enfermedad Domingo Caballero. Profesor de Psicología Social en
nuestra Facultad, Domingo estudio en la Universidad de Oviedo y estuvo ligado
en un primer momento al grupo de los discípulos de Gustavo Bueno. Además de un
profundo conocedor de toda la literatura relacionada con su especialidad, Domingo fue también un
excelente poeta, ganador de premios de ese género.
Pero, sobre todo, por lo que siempre destacó
nuestro amigo fue por extraordinaria capacidad de abstracción. Lector todo
terreno era capaz de darte a conocer cualquier clásico de las ciencias sociales
con una claridad y concisión exquisitas como valorar críticamente cualquier
obra de la literatura de creación con un juicio crítico matizado y excelente.
Siempre recuerdo que a través de su consejo conocí las obras del recientemente
fallecido Domingo Villar , amén de otros numerosos autores cuyos libros leí fiándome de su juicio crítico siempre y de su
excelente y matizada capacidad crítica.
De ideología progresista, su valoración de
nuestra vida política y de los personajes y personajillos que pululaban por
ella, era para los que éramos sus amigos
de gran valor por su capacidad valorativa crítica. Las tertulias que
mantenía con Domingo en la cafetería del hotel Reconquista primero y después en
el hotel Ramiro I todas las semanas eran
para mí una auténtica fiesta cultural.
Quizás, piensa uno ahora cuando se enfrenta a su desaparición, que su
valía intelectual no fue conocida para
muchos como debería haberlo sido. Pero, sin duda, sí lo fue para sus
alumnos que siempre le distinguieron con su reconocimiento y amistad. Domingo
fue, sin duda, un intelectual ágrafo que escribió poco (aunque lo que publicó
fue de gran calidad intelectual como le fue reconocido con su tesis doctoral)
pero que difundió su saber con la
palabra entre sus amigos, discípulos y conocidos.
Como persona y amigo hay que reconocerle
con la máxima puntuación. Siempre
dispuesto a echarte una mano en las situaciones difíciles y a cauterizar tus
heridas con sus sabios y prudentes consejos. David, su hijo y sus nietos,
tienen que estar orgullosos de haber tenido un padre y un abuelo como Domingo y
nosotros sus amigos de tener la suerte de haber contado con su amistad que ha enriquecido
sin duda nuestras vidas. Que la tierra le sea leve.
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