PRIMO LEVI: LA MEMORIA DEL HOLOCAUSTO
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
El pasado 31 de julio se ha
cumplido el centenario del nacimiento del escritor judío turinés Primo Levi, de
familia de origen español, que con sus libros nos ha proporcionado el más
completo y impresionante testimonio y la reflexión más profunda de lo que fue
el Holocausto judío a partir de su experiencia de un año en el campo de exterminio de Auschwitz, donde
fue internado por su participación como partisano en la lucha contra los nazis
y la república fascista italiana.
Su libro, Si esto es un hombre (1947) es, sin duda, uno de los más importantes y
sobrecogedores libros del siglo XX que
todo ciudadano debería leer para entender hasta qué profundidades de horror nos
condujo nuestro sangriento siglo XX y
dada la peligrosa evolución que está teniendo el actual, para estar atentos que no se reproduzcan en nuestro tiempo
aquellos trágicos acontecimientos. El superviviente Levi desarrolla en sus
páginas, más que una visión testimonial de aquel horror inhumano, una
descripción objetiva de lo que allí sucedía
y una reflexión más elaborada sobre la negación del hombre a través de
una práctica carcelaria deshumanizadora que convertía a los prisioneros que
servían para el trabajo en objetos, en no hombres, por debajo del nivel de los animales y a los
que no, en carne de cámara de gas.
Ese nivel de objetividad y abstracción con que está
escrita convierten en singular la obra de Primo Levi entre las que componen la literatura
testimonial sobre el Holocausto. Y al
que hay que añadir, además, otros dos posteriores que forman su trilogía sobre el tema y en los
que desarrolla una reflexión más elaborada y amplía sobre su
significado: La tregua ( 1963) y Los
hundidos y los salvados (1986).
Para Levi,
esos libros tienen una misión que es la pedagogía de la memoria, pero no desde
luego para comprender lo que sucedió, porque comprender es justificar y aquel horror no tiene justificación posible,
sino para conocer lo que ocurrió. Porque puede volver a suceder y dado cómo se ha tratado y olvidado
posteriormente por espurios intereses e
incluso encarnado su negación de la condición humana en otros regímenes
totalitarios posteriores, conocerlos se
convierte en una prueba más de la necesidad no de comprenderlo, lo cual es
imposible, sino de recordarlos, tenerlos
presente para que no puedan volver a suceder.
Los campos de
exterminio no serían sino un modelo de
lo que eran los regímenes totalitarios con sus “zonas grises” en la que no sólo
había víctimas y verdugos, sino que un sector de las víctimas se convertía
también en verdugos de sus propios compañeros y colaboraban en las tareas de
llevarlos a las cámaras de gas. Una muestra más de la degradación a que condujo
aquella terrible experiencia
Pero, a pesar
de esa misión que Levi se autoimpuso, de dar testimonio de aquel horror que
vivió y de hacerlo por los que no pudieron sobrevivir, nunca pudo, como otros
muchos supervivientes de los campos, superar
el sentimiento de culpa por haber
salido con vida de aquello y todo parece
indicar que el accidente que le causó la
muerte en 1986 no fue sino un suicidio.
Sin
duda, lo mejor que podemos hacer para participar en esta conmemoración es leer
o releer Si esto es un hombre Estoy
seguro que les impactará, entre otras cosas porque lo que hemos vivido y
estamos viviendo después de Auschwitz
está claro que no nos ha dejado vacunados contra aquel horror.
(Publicado en las páginas de Opinión de La
Nueva España, de Oviedo)
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