LUANCO: DE LA FIESTA POPULAR AL OCIO
MERCANTILIZADO
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
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VISTA PANORÁMICA DE LUANCO |
La clásica historia de la cultura y la vida
cotidiana ha ido dejando paso en la moderna historiografía a una historia
cultural más perfilada metodológicamente que, además del estudio de las expresiones de la alta
cultura, entre sus nuevos objetos de estudio, enfatiza el análisis de las formas históricas de
sociabilidad y del ocio. Enfoque que, a su vez, supone además
una renovada manera de abordar los tradicionales estudios de historia local.
Éstas son las dos novedades metodológicas que aporta este libro de Ignacio Pando, director
de la Casa Municipal de la Cultura de
Luanco, cronista oficial de Luanco e investigador especializado en la historia
del concejo: “De las actividades recreativas al ocio mercantilizado. Luanco,
una historia local, 1890-1931”, coeditado
en 2009 por el Ayuntamiento de Gozón y la Asociación de Amigos del Museo
Marítimo de Asturias de Luanco. Procedente de la Academia, este excelente
trabajo se suma a las escasas
investigaciones y autores que han practicado en Asturias
esta nueva historia cultural, y entre los que es inexcusable citar a
Jose Luis Guereña y, sobre todo, al profesor de nuestra Universidad, Jorge Uría,
uno de los más destacados especialistas en este campo en España,
director de este trabajo y autor del prólogo de este libro.
¿Cómo, cuándo y por qué se
transformaron en Luanco las fiestas tradicionales en el ocio mercantilizado de
la sociedad burguesa? ¿Cuándo, cómo y por qué, las formas de sociabilidad
tradicionales se fueron sustituyendo por
un nuevo tejido asociativo en la villa luanquina? Pando no sólo responde en su libro a todos esos
interrogantes con gran fundamento, sino que, al hacerlo, reconstruye la
historia local de la villa en los 43
años, de 1890 a 1931, que analiza en su obra. Para ello rastrea el
inicio del proceso de cambio a partir del último tercio del siglo XIX y demuestra, con una variada y profusa
documentación y un notable aparato gráfico, cómo esas transformaciones están ya
en gran medida cristalizadas, tras la Primera Guerra Mundial, en los años
veinte del pasado siglo.
Las condiciones necesarias para que se produjesen tales cambios eran, por
un lado, que una parte de la población luanquina dispusiese, con la reducción
de su jornada de trabajo, de un mayor tiempo libre para dedicarlo al ocio, y, por otro, que para poder practicarlo gozase de un mayor nivel de vida
material y educativo. El motor para que se diesen esas condiciones materiales
fue la conversión de Luanco en un importante centro de ocio veraniego a medida
que, a partir de las últimas decenios del
siglo XIX, se va imponiendo y
extendiendo a las capas medias de la nueva sociedad burguesa la costumbre de
los baños de mar, consecuencia de la nueva mentalidad higienista y de una
diferente -casi antitética de la tradicional- concepción de entender la
relación del hombre con la naturaleza.
La aparición de un espacio para
ese tipo de ocio con la inauguración en 1890 en la playa de la Ribera de un
balneario y una casa de baños La Rosario, simboliza mejor que ninguna otra
institución la conversión de Luanco en centro veraniego. En el balneario se
desarrolló hasta su cierre en 1917 una
importante actividad recreativa y
cultural no sólo para la numerosa colonia de veraneantes, entre la que se
contaban importantes personalidades de
la vida regional y nacional, sino también para la propia población de Luanco.
Como demuestra el autor con un detenido análisis del Registro de
Matrícula Industrial, este turismo
veraniego provocó a su vez, además la instalación de modernas empresas
industriales como las dedicadas a la
producción de conservas, un importante cambio en la estructura de los
establecimientos de servicios con la aparición de aquéllos que cubrían la demanda de las nuevas formas de ocio y sociabilidad burguesa: droguerías, farmacias, confiterías,
tiendas de ropa confeccionada, cines, teatro, salas de billar, cafés…. Los
cafés no lograron, sin embargo, sustituir, a las tabernas, donde la bebida
dominante era la sidra y de las que tenemos varias descripciones literarias
como la que realiza de la taberna del muelle en su novela de 1925 “Ciencia y corazón” el líder obrero, primero
socialista y después comunista, nacido
en Luanco, Isidoro Acevedo.
La práctica de esa nueva clase de de
ocio dio origen también un nuevo escenario urbano con transformaciones en la
morfología urbana de la villa con la racionalización del plano urbano y la
aparición de nuevos edificaciones, la construcción de paseos, parques e incluso la mejora de las comunicaciones,
entre los que cabe destacar dos de las obras emblemáticas de la villa como
fueron el Paseo marítimo construido entre 1915 y 1930 y el puerto del Gayo, cuya obras se iniciaron en
1903, con el apoyo del ministro Agricultura Félix Suárez- Inclán, asturiano muy
vinculado a Luanco por lazos familiares y miembro asiduo de su colonia de
veraneantes Sin embargo y más allá de cierta leyenda negra que presupone la
oposición de un grupo de burgueses de la villa a ese intento, los esfuerzos de los políticos
municipales y las fuerzas vivas de la villa, fueron infructuosos en su deseo de
la implantación del ferrocarril en el
concejo y su capital.
El análisis de la evolución de las
cuatro grandes festejos tradicionales de Luanco- la fiestas de Santiago y Santa
Ana, del Carmen, de San Juan y del
Cristo del Socorro- demuestran cómo en el modelo tradicional de esas
fiestas populares se fueron introduciendo algunos elementos nuevos procedentes
de la nueva concepción del ocio. Pero lo más destacable es la aparición de las
nuevas actividades de ese ocio mercantilizado como el teatro, la zarzuela, las
variedades, el cuplé, el baile dominical y el cine. La construcción del Teatro
del Carmen en 1913 permitió cubrir el
vacío que para ese espectáculo, que era
el preferente para el público luanquín, había supuesto el cierre del Ateneo
Obrero. En esa institución comenzaron también a realizarse las primeras
proyecciones cinematográficas hacia 1904.En 1929, con la inauguración del
Teatro Moderno de una capacidad ya notable,
funcionaban tres salas de proyección ad
hoc en la villa luanquina.
Esas nuevas actividades de ocio generaron un rico tejido asociativo
instructivo- recreativo, a la cabeza del cual hay que poner la temprana
creación por Mariano Suárez- Pola en 1869 de la fundación docente
Santísimo Cristo del Socorro y entre las cuales están las dedicadas a la
música y al fútbol- La Musical y el Club Marino de Luanco- pero, sobre todo, el
Ateneo Obrero, a cuyas actividades y organización el autor dedica un
pormenorizado análisis en este libro que, sin duda, constituye un válido modelo
para cualquier futuro estudio de historia local que trate de llevarse a cabo en Asturias.
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