LOS ORÍGENES DEL CINEMATÓGRAFO
EN ASTURIAS
JULIO
ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
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EL AUTOR, JUAN CARLOS DE LA MADRID |
Juan Carlos De la Madrid es uno de los pocos historiadores, sino el único,
que ha tratado de los orígenes del cinematógrafo n Asturias, esto es, de la que
se denomina en la historia del cine como “Etapa
Primitiva” . Su libro “Cinematógrafo
y Varietés en Asturias” (1996) fue
el primero- al menos hasta donde yo conozco- que estudió su desarrollo en
nuestra región desde la perspectiva del cine como una industria cultural que surge
en el contexto de las transformaciones económicas y sociales ocurridas en el
periodo de entre siglos en nuestra región. Transformaciones que propiciaron, a
su vez, un proceso de mercantilización del ocio dentro del cual se insertó el
proceso que conduce de la aparición del cine en el último decenio del siglo XIX
como espectáculo sin entidad propia, es decir, como un complemento más del
espectáculo popular de las varietés,
hasta que en vísperas de la Gran Guerra está ya a punto de convertirse en un
espectáculo independiente con instalaciones propias y centro ya de su propia industria cultural.
En su nuevo libro, “8.000 Películas
de Cine Primitivo. Asturias, 1896- 1915” (Gijón, CICES, 2009) , De la Madrid recoge las conclusiones
de su primer libro sobre este tema y las amplia con un excelente estudio sobre
los tres elementos que convergen en el complejo proceso que conduce a la
aparición del cine en Asturias y que se desarrollan a los largo de los veinte
años que van entre 1896 y 1915 : la
relación y final segregación e
independencia del cine del espectáculo de las varietés dentro del cual se había
integrado en principio; el inicio de la constitución de una incipiente industria cultural cinematográfica; y, finalmente, el paso del
cine como espectáculo popular a espectáculo de masas en que se convierte en
vísperas de la Primera Guerra Mundial al acelerarse el proceso de
mercantilización del ocio y convertirse en un espectáculo interclasista
controlado por la burguesía.
La fuente principal de información de este libro es el censo realizado
por el autor de las 8.000 películas (títulos y lugar de exhibición) a las que
hace referencia el título del libro, películas que son la mayoría de las que se
proyectaron en nuestra región en esos dos decenios.
Después de una primera fase que
llega hasta el inicio de nuevo siglo, y cuyo objeto era dar a conocer el nuevo
invento más como novedad técnica que como espectáculo (la primera proyección se realizó en el Teatro
Jovellanos de Gijón en 1896 con un pretendido aparato Lumiére y sólo al año
siguiente se introdujo el verdadero sistema de Lumiére en Asturias en Llanes y Gijón), se
inició su conversión en un espectáculo telonero de diversas varietés consumidas por un público popular y entre
las cuales pronto destacó el cuplé con cupletistas individuales que enseñaban
generosamente sus encantos, cantaban letras llenas de procacidades, levantando en
armas a sus espectadores masculinos. Las películas dentro de ese espectáculo
tenían escasísima duración y no eran sino un conjunto desordenado de
vistas de la realidad natural o de diversos acontecimientos
Sin embargo, a partir de la segunda década del nuevo siglo, el cine en
Asturias, como en el resto de España, se va imponiendo sobre las varietés, sin
que éstas desaparezcan del todo como parte del espectáculo ( incluso “Quo
vadis” llegó a pasarse en Gijón como complemento de actuaciones de
cuplé), a la vez se alarga la duración de las películas, que adoptan una mayor complejidad técnica, y una parte de
las cuales son ya películas de ficción de diversos géneros como demuestra para
Asturias la lista de películas que
recoge el autor en su libro: películas de género cómico, dramáticas, del
natural, documental, históricas…., producciones
procedentes, sobre todo, de Francia y de alguna otras cinematografías
europeas (las producciones norteamericanas
vendrían después de la Primera Guerra Mundial y con ellas la aparición
de una nueva etapa de la historia del cine) Un factor decisivo en esa abastecimiento
variado de las películas es la generalización en Asturias entre 1907 y1909 del sistema de distribución por el
sistema de alquiler, convirtiéndose Gijón en un de los centros de distribución
no sólo para todas las salas asturianas, sino también para otras provincias
limítrofes.
Esa incipiente industria cinematográfica supone, además de los cambios
mencionados, el desarrollo de otros en la misma dirección como fue la aparición
de salas estables y específicas para la
proyección de las películas y las actuaciones de varietés. De los cafés,
barracas, pabellones, teatros tradicionales como el Jovellanos de Gijón (no el
Teatro Campoamor que se resistió a admitir este espectáculo hasta 1915 cuando
el avance del cine con todas esas transformaciones era ya imparable) o nuevos
teatros como el Dindurra de Gijón, el
Teatro Celso de Oviedo, el
Santarrúa de Candás, el Obdulia de los Campos Elíseos de Gijón..., se pasó, a
partir de 1910, a las salas propias para el cine y de manera secundaria para
las varietés que se generalizaron por las ciudades menos importantes de la región ante el éxito de todo tipo de
público que iba adquiriendo el que antes se conocía como el “teatro de los
pobres”, y a causa también de las exigencias
de las normas de la nueva Ley de Espectáculos. El modelo más acabado de estas
nuevas construcciones para el cinematógrafo fue, sin duda, el famoso Salón Doré
de Gijón en 1914.
Pero la aparición de la industria y el mercado cinematográficos implicó también otros importantes cambios que
el historiador asturiano constata en Asturias, como fue la aparición de las”
estrellas” personalizadas del nuevo espectáculo que suponían un excelente
gancho publicitario. Bien fueran las nuevas cupletistas “domesticadas y
respetables”, aptas ahora al final para toda
clase de públicos, y que también habían alcanzado el estrellato en el cine;
bien, los personajes de las películas cómicas o seriadas de éxito que se
proyectaban en la región. Otra novedad derivada de esas transformaciones fue
también la aparición de una crítica de las películas ya permanente en los
diarios.
Todo ello era la consecuencia de la conversión del cine en un espectáculo
de masas, interclasista, desde el momento en que se cumplieron tres condiciones. Que el anterior espectáculo
popular de cine y varietés se fuese “dignificando” en sus contenidos y formas,
esto es, adaptándose a los gustos de las capas altas; que se mantuviesen para las capas inferiores
bajos los precios de las entradas; y finalmente, que aquéllas poco a poco accediesen cada más a un tiempo de
ocio más amplio. De esa manera, se convirtió en un espectáculo para toda clase
de públicos. Juntos, pero no revueltos asistían al espectáculo: en preferente
unos; en general, otros. Y hasta el Teatro Campoamor que- como hemos dicho- se
había resistido a introducir en su sala este espectáculo terminó finalmente admitiéndolo.
La
producción de películas en Asturias durante esos veinte años fue escasa. El autor censa 48 películas
asturianas o de autor asturiano. La mayoría de ellas son las denominadas vistas
naturales o de acontecimientos. Sólo dos de ellas fueron películas de
argumento: “Por robar fruta” o Una tarde fiesta en Candás. Ese
celuloide asturiano fue obra esencialmente de asturianos relacionados con el
mundo de la fotografía como fueron, entre otros, Arturo Truhán, Javier Sánchez
Manterota o Julio Peinado Alonso.
Sin
duda, el título de este libro no hace justicia a su contenido por su modestia.
Porque, en realidad, estamos ante una completa y excelente historia de la Etapa
Primitiva del cine en Asturias.
(PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE LA NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO)
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