SEMILLA DE PEREJIL
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
Hay
libros oportunos y oportunistas. Estos dos que reseñamos aquí -Los moros
que trajo Franco... ( Ediciones Martínez Roca, 2002) de Mª Rosa de
Madariaga y Abrazo Mortal (Península, 2002) de Sebastián Balfour-
entran, sin duda, en la primera categoría. El actual agravamiento de las
relaciones diplomáticas entre los
gobiernos de España y Marruecos ha
tenido su expresión mediática en el sainete bélico-cómico de la toma del islote
de Perejil por los militares marroquíes y de
su desalojo por las fuerzas españolas ( realizado “al alba”, como
comunicó a los medios nuestro ministro de Defensa en una versión teñida de connotaciones
épico-patrióticas que casi parecía que rememoraba el heroico desembarco de
Alhucemas). Pero la dimensión menos cómica de estos acontecimientos ha sido
la necesaria intervención mediadora de EE UU para la
solución del incidente. Lo cual, por un lado, nos remite al presente contexto
neoimperialista y de“pax americana” en que se mueve el mundo globalizado de la
posguerra fría. Y, por otro, pone sobre el tapete los problemas todavía no
resueltos que ha dejado la descolonización española y la vigencia de actitudes
por parte de uno y otro gobierno que, en cierto modo, tienen su explicación a
partir del contexto histórico en el que se desarrolló el largo proceso de
acción colonialista de España en
Marruecos.
Por
eso, estos dos libros son realmente oportunos por esclarecedores de muchos de
los aspectos de la actual crisis
hispano- marroquí. Ambos se publicaron antes de producirse ésta y por ello no
puede decirse que sean libros
oportunistas en ese aspecto. Pero, sobre todo, su verdadera oportunidad,
y desde la que fueron planteados, es de naturaleza historiográfica: la
necesidad de proporcionar una visión global que no existía de la formación del
militarismo africanista en el marco de la acción colonial española en Marruecos
y sus implicaciones y conexiones con el origen y desarrollo de la guerra civil.
Autora de una tesis sobre España y el Rif y de varios trabajos sobre el
ejército de África, Mª Rosa de Madariaga es una profunda conocedora del proceso
colonial español en Marruecos y de las relaciones de los dos países. Concretamente, en relación con la
crisis de Perejil, ha defendido con sólidos argumentos la no inclusión del
islote entre los territorios de soberanía española. En este libro, trata de
completar esos trabajos con un
análisis en profundidad de la
intervención de las tropas coloniales en la guerra civil. El verso de la
canción popular que da título al libro expresa claramente ese objetivo: Los
moros que trajo Franco/ en Madrid quieren entrar./ Mientras queden milicianos/
los moros no pasarán.
Pero su contenido no se limita exclusivamente
a la intervención del ejército de África en la guerra civil. Sino que realiza
también un profundo, documentado y detallado análisis de la formación,
ideología y actitudes los militares
“africanistas” que formaron los cuadros de oficiales que dirigieron esas tropas
coloniales: la Legión o los Regulares. La autora prefiere la denominación para
ellos de “africanomilitaristas”.
“Africanistas” sería para ella la denominación del sector de militares
españoles del ejército colonial, poco numeroso, por cierto, preocupado por el
conocimiento de la cultura marroquí y
partidarios de una penetración y un control pacífico del territorio colonial.
Éstos, los “africanomilitaristas”, mayoritarios y dominantes después de las
carnicerías de Annual, de Zeluán y Monte
Arruit serán, en cambio, los que propugnen y lleven a cabo los métodos
belicistas represores y violentos para dominar el Protectorado y adopten unas
actitudes ideológicas autoritarias, antiparlamentarias, antidemocráticas y
ultranacionalistas relacionadas con un talante y unos rasgos psicológicos que
la autora relaciona con el fascismo: el
culto a la muerte y la mística de la violencia; el voluntarismo
irracionalista y la afición a la parafernalia de los símbolos. Y entre los que
quizás habría también que incluir su actitud racista hacia el “moro”.
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MARIA ROSA DE MADARIAGA |
La autora también trata de
otros antecedentes necesarios para explicar coherentemente lo que constituye el
objeto del libro, como son el origen y composición de las fuerzas del ejército
colonial español: regulares y legionarios; y las actitudes y decisiones tomadas
durante la II República sobre el ejército colonial y el Protectorado. El núcleo
de la obra lo constituye todo lo referente a la intervención de las fuerzas
coloniales en la guerra civil. Esto es: el análisis la formación, composición y
organización de esas fuerzas coloniales dentro del ejército franquista, la
justificación ideológica que empleó, casi a modo de encaje de bolillos, el
bando sublevado para explicar la intervención de musulmanes en una guerra cuya
legitimación religiosa, expresada en el término de “Cruzada”, se basaba en la
defensa a ultranza de la religión católica contra el ateísmo marxista. Además
de las actitudes del nacionalismo marroquí ante la guerra civil y la actuación
concreta que tuvo ese ejército colonial en ella.
En realidad, en gran medida,
todo ese interesante y coherente contenido
busca prioritariamente contestar a dos
cuestiones historiográficas que se han venido planteando los
historiadores sobre este tema y a otra apenas tratada. En primer lugar, la de
si Franco y los otros dirigentes de su ejército se plantearon y se utilizaron
conscientemente los brutales métodos de la guerra colonial- razias, mutilaciones,
violaciones, bombardeos y gases asfixiantes- con el objeto de difundir el
terror entre el ejército republicano y la población civil afecta a la República
para conseguir una victoria rápida y eficaz. Con la excepción del empleo de los
gases asfixiantes -sobre cuyo uso los dos bandos se acusaron de utilizarlos o
de haber intentado hacerlo como recurso de la guerra de propaganda y
psicológica por la desmoralización que
producía entre la población civil su
mortífero empleo-, Mª Rosa de Madariaga demuestra con datos concretos la
práctica consentida de las salvajadas y barbaridades que el ejército de África
cometió antes de llegar y ser detenido a las puertas de Madrid. Pero también
después, cuando se integró en otras unidades orgánicas y siguió siendo la
fuerza de choque de aquéllas. En realidad, esos métodos fueron una reproducción de los empleados en Asturias
en la revolución del 34 por el general
López Ochoa, bajo la batuta de Franco,
para acabar con el movimiento revolucionario, difundiendo el terror entre los
participantes y sus familias.
Algunos historiadores han
defendido que el trato que la II República dio al Ejército de África y su
actitud ante el nacionalismo marroquí no aceptando la independencia del
Protectorado ni siquiera su autonomía, habrían sido los factores que
explicarían el apoyo de los marroquíes
al bando sublevado y la acentuada animosidad de los
“africanomilitaristas” contra la República y su apoyo sin fisuras al bando
sublevado. Los análisis de la autora rechazan esos hipotéticos ejercicios de
prospectiva histórica probable. La
actitud ideológica contraria a la República de aquellos era clara. Y en el caso
de los nacionalistas marroquíes, su influencia sobre las tribus en que se
realizó el reclutamiento masivo de soldados para el ejército franquista fue muy
escasa.
Finalmente, la historiadora
analiza el aspecto escasamente tratado por la historiografía de la guerra civil
de cómo se llevó a cabo la manipulación de la idea tradicional de Cruzada para
legitimar simbólicamente la participación del “moro“ en ella. El viejo ideal de
la Reconquista, la cruz contra la media
luna, se trasmuta ahora, por la necesidad de los hechos, en la cruz y la media
luna contra la hoz y el martillo ateo. Las tropas marroquíes utilizaron
símbolos cristianos como el Sagrado Corazón de Jesús e incluso hubo iniciativas
por algunos sectores de convertir a sus miembros y hasta Franco tuvo que
prohibir esos intentos de proselitismo.
Por su parte, Balfour trata también en su
libro de establecer esa conexión entre la guerra colonial y la guerra civil.
Pero lo hace desde una perspectiva más global
que el libro anterior. El balance negativo para España- al que alude su
título haciendo referencia a una frase de Donoso Cortés- del colonialismo en
Marruecos es similar, según él, al que obtuvieron las experiencias coloniales
de otros países occidentales. Y del mismo modo que R. de Madariaga- aunque con
más extensión y detalle- el hispanista inglés trata el tema- hasta ahora poco
conocido e incluso ocultado- de la guerra química utilizada por España en la
guerra colonial e, incluso, ha identificado la contaminación actual y las
terribles consecuencias que padecen
todavía hoy los afectados por el gas
mostaza..
En fin, dos buenos libros que,
además del fracaso del colonialismo español en Marruecos y su nefasta
influencia en el siglo XX español, nos permiten comprender mejor también la semilla de la que ha brotado este Perejil
de hoy.
( PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO
CULTURAL DE LA NUEVA ESPAÑA, DE
OVIEDO)
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