RAFAEL ALTAMIRA VISTO POR SU NIETA
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
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PILAR ALTAMIRA, NIETA DE DE RAFAEL ALTAMIRA |
“(...) Yo no se si podré escribir la mía (se
refiere a su autobiografía). Cuando
pueda hacerlo y colocar en ella los tesoros de mi archivo y mostrarlos a mi
pueblo, lograré con ello la mejor ofrenda para él, y, si no lo escribo, ahí
quedará y a alguien servirán. No me apuro, soy optimista y tengo fe en que
alguien vendrá a continuar la obra
iniciada e interrumpida. Mis hijos, acaso mis nietos”
Rafael Altamira y Crevea, 1925
Después
de un ominoso y casi completo silencio de cuarenta años en que su nombre fue
proscrito en la España franquista, la fe de la que habla en la cita preliminar
Rafael Altamira, historiador y jurista, catedrático y juez, educador y americanista,
patriota íntegro y, sin embargo, pacifista de convicción, se ha convertido
ya en acto con creces. Desde aquel
congreso en que un grupo de historiadores progresistas, encabezados por Josep
Fontana inició en 1987 la recuperación
de su obra y su pensamiento, los trabajos publicados sobre su figura son innumerables y cuenta ya con una biografía notable, la
de Rafael Asín Vergara. Y ahora con este hermoso y emocionado libro, Dialogos
con Rafael Altamira, editado por las Universidades de Murcia y Oviedo,
su nieta, Pilar Altamira, activista tenaz e incansable en la tarea de la
difusión del pensamiento y la obra de su abuelo, completa aquella biografía
trazando su retrato psicológico y moral.
Sin duda, este libro es una excelente
ofrenda para conmemorar el centenario de su triunfante viaje a América de 1909
representando a la Universidad de Oviedo que fue el inicio simbólico de un constructivo y sincero intento
de acercamiento a las republicas americanas surgidas del proceso de emancipación,
viaje cuya conmemoración ha transcurrido en Asturias el pasado año sin pena ni gloria, o, dicho con
más exactitud, con más pena que gloria.
Concebido como un diálogo entre la
nieta, que no le llegó a conocer, y el abuelo que vivió la última etapa de su
vida inmerso en la dura experiencia de su exilio mexicano, negándose a la
invitación del propio dictador a volver
a la patria añorada, la mayor virtualidad de este libro es mostrarnos de manera
emocionada, pero en ningún momento sensiblera, además de la gran capacidad intelectual y la fuerza personal de
Altamira, el poderoso atractivo moral y utópico de su ideario que despliega en todas las direcciones el enorme potencial ético
de la ideología krausista.
Pilar Altamira dialoga con su abuelo
desde el presente, desde nuestro tiempo, sobre las cuestiones que toda persona
debe hacerse ante la vida y las
respuestas de su abuelo la convencen, sus planteamientos siguen vigentes para
ella en cuanto a su manera de entender la vida, respecto a la bondad y la
maldad, la felicidad y la desgracia, el optimismo y el pesimismo. Y esas
reflexiones de la autora muestran al lector la solidez moral del personaje y el
profundo anclaje de su conducta en los valores de la Ilustración:
libertad, igualdad, universalidad,
tolerancia, verdad, progreso moral…., todos ellos puestos hoy en solfa por la
cultura posmoderna.
Valores que impregnan como una luz de fondo todo su pensamiento, cuyos
aspectos más relevantes recorre su nieta destacando sus aspectos positivos: su
liberalismo y nacionalismo democráticos de los que nace un profundo y sano
sentido del patriotismo; el americanismo
entendido como relación cooperativa y de igualdad mutua con los países
americanos, sin ninguna clase de connotación recolonizadota e imbuido de una
finalidad integradora y defensiva frente
al avance anglosajón en América; su reformismo social de rostro humano y su pacifismo activo que sólo considera como única
lucha legítima la que combate las causas de la guerra.. Además de su profunda
sensibilidad hacia la naturaleza y el
paisaje de clara inspiración krausista y, cómo no para un institucionista, la
educación, con especial hincapié en la educación histórica, como instrumento
prioritario para tratar de hacer realidad todo ese ideario.
Sin duda, como demuestra este libro, la
intuición de don Rafael fue certera:: su mejor
discípulo ha sido su nieta.
( PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE LA NUEVA ESPAÑA,DE OVIEDO)
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