¿TIENE FUTURO LA
SOCIALDEMOCRACIA?
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
![]() |
Tony Judt |
Este
pequeño gran libro (doscientas páginas más o menos) es la última obra (Algo
va mal ,Taurus, 2010) del historiador
británico Tony Judt. La escribió durante
el desarrollo de la enfermedad ( ELA,
una variante de esclerosis lateral amiotrófica) que le fue dejando
progresivamente paralizado a lo largo de dos años y le llevó finalmente a la muerte este pasado verano. Por esa circunstancia y su contenido
estamos ante algo así como su testamento político. Intelectual de firmes
convicciones socialdemócratas que defendió en la vida pública tanto frente al
socialismo revolucionario como el capitalismo neoliberal, Judt se plantea en sus páginas si tras la debacle del
comunismo realmente existente y el fracaso del capitalismo globalizado, es aún posible la vuelta a los sistemas
socialdemócratas que agonizan en Europa Occidental hace tres décadas por el impacto
de las política neoliberales. Sistemas socialdemócratas que, tras varios
decenios de generar un gran crecimiento
económico después de la Segunda Guerra Mundial, construyeron además los Estados
de bienestar que estamos viendo desmantelar ante nuestros ojos en la era del
neoliberalismo y están hoy en inminente peligro de extinción (si no
reaccionamos adecuadamente) a causa de la
grave crisis financiera y económica
actual.
Para responder a esa pregunta,
nuestro historiador hace una documentada
descripción de las consecuencias que han traído estos treinta años de
neoliberalismo: desigualdad y falta de
equidad entre y dentro de los estados nacionales actuales con la patología social derivada de ello como
el aumento de la pobreza y del desempleo
de los jóvenes y las clases populares e,
incluso con la vuelta al crecimiento del diferencial de la esperanza de vida entre clases y, a
nivel global, los efectos potencialmente explosivos del cambio climático, amén de otra lista
innumerable de temores ( fundados) que lidera el que produce el terrorismo
internacional. Y realiza además un denso
y matizado repaso de la historia de esa anterior etapa socialdemócrata
destacando sus logros, pero también sus errores. Para Judt, las causas de su
declive están no sólo en la desafección de las clases medias por el elevado
costo del Estado del bienestar (clases medias que fueron durante su vigencia
uno de los sectores sociales que también se benefició de los servicios públicos
que aquellos regímenes establecieron), sino también por los propios excesos y errores que los políticos
socialdemócratas cometieron. Pero, fundamentalmente, el autor de Postguerra
considera que el factor decisivo de ese
hundimiento de la socialdemocracia está
en el propio declive que el Estado-nación ha sufrido con la
globalización capitalista que ha traído consigo la pérdida de su autonomía y de
su control de la economía.
Sin
embargo, la consecuencia más grave para Judt de esa expansión globalizada del
capitalismo neoliberal (y, por tanto, uno de los flancos que habría que atacar para reimplantar una
nueva realidad socialdemócrata) es la hegemonía ideológica que ha conseguido implantar el neoliberalismo
(eso que refiriéndose a la cultura formalizada se conoce como postmodernismo) y
ha supuesto la difusión de una mentalidad ( sobre todo en nuestros jóvenes)
pragmática, falta de valores o, por mejor decir, llena de valores que no
responden a ningún ideal de transformación, sino que están afectados por el “síndrome
de la Escuela de Negocios”, o sea,
simplemente situarse en la vida con un
empleo estable de elevado sueldo. Todo lo más algunos sectores de las
nuevas generaciones se mueven por los valores autorreferenciales del
postmodernismo como el feminismo, los derechos de los gays y las políticas de
identidad.
¿Tiene futuro en el contexto
actual la socialdemocracia? Judt responde afirmativamente a ese interrogante.
Como buen historiador piensa que todo
presente hunde sus raíces en el pasado y desde él debe de explicarse, y que,
a su vez, el futuro tiene también que construirse siempre teniendo en cuenta las experiencias de ese
pasado. Por tanto, si queremos que la
socialdemocracia vuelva a tener un futuro debemos basarnos y volver la mirada
hacia las políticas socialdemócratas con
Estado de bienestar que Europa occidental (y hasta Estados Unidos en cierta
medida) vivió tras la segunda conflagración mundial Eso sí. Siempre y cuando sepamos evitar los
errores cometidos en aquella etapa como
la falta de racionalización de que adolecieron esas políticas en algunos
momentos y ciertos países, o la excesiva cerrazón con que vivió cada uno de
aquellos Estados-nación su experiencia socialdemócrata. Del mismo modo (como ya
hemos dicho) que para ello también sería condición necesaria revertir ese vacío
de valores e ideales que nos ha traído el neoliberalismo, colmándolo con los
valores de la igualdad, la equidad y, en suma, la justicia social. De ninguna
manera se puede aceptar “la teología”
neoliberal que nos quiere hacer creer que la globalización es una tendencia
natural, irreversible y, por ende, indomesticable, que se escapa a la voluntad
de los hombres. Como tampoco que esa globalización necesariamente vaya a hacer
desaparecer el que fue y debe seguir
siendo el agente del Estado de bienestar, el Estado-nación. Para Judt, al
contrario que para muchos teóricos del socialismo, no existe, pues,
ninguna contradicción interna entre la economía capitalista que los
socialdemócratas aceptan y las limitaciones de la libertad de mercado e intervención
en la producción que la construcción del
Estado de bienestar exige y con las que las políticas socialdemócratas tratan
de embridar al capitalismo.
Por si esta recensión no hubiese podido convencer a mis improbables
lectores del interés de este libro ( sobre todo para las nuevas generaciones)
que nos ilumina en gran medida sobre el malestar de nuestro tiempo, puedo
aportar otro dato que quizás sea más efectivo que mis pobres palabras: su
primera edición se agotó (al menos en Asturias) en la primera semana de su
publicación. De hecho, este comentario crítico ha tenido que esperar a la
segunda para poder realizarse. Lo que,
desde luego, no es habitual y mucho
menos en estos tiempos de dificultades económicas para (casi) todos..
( PUBLICADO EN EL SUPLMENTO CULTURAL DE LA NUEVA ESPAÑA DE OVIEDO)
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