EL VILLABLINO DE MI
NIÑEZ
Julio Antonio Vaquero Iglesias
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Luis Mateo Díez |
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Pepín Vaquero |
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Entierro de Pepin Vaquero |
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Vista Panórámica de Villablino |
Luis Mateo dibujó, en Días del desván, con una exquisita precisión y su imaginación desbordante, el mapa del territorio en que se desarrolló nuestra infancia. En ese mapa los puntos cardinales eran las Rapigueras, al norte, con el esplendor de sus escobas y donde se encontraban los lugares épicos de nuestros juegos infantiles, como Peña Furada o Peña de los Enanos. Allí, los pinos se convertían en mástiles de barcos y las rocas,* en escondrijos de piratas. Al sur,
Ese soportal era el verdadero núcleo de
sociabilidad del pueblo. Allí, resguardados de la lluvia o del sol, los mineros
que descansaban, los habitantes del pueblo que venían a ver las
carteleras o a comprar el periódico en casa de mi madre o los lacianiegos
de los pueblos de los alrededores que se habían acercado a comprar o a
cubrir otras necesidades, charlaban e intercambiaban opiniones sobre todo lo
divino y humano. En la reducida tienda- quiosco de Nemesia, se podía desde
comprar el periódico, intercambiar por unos céntimos aquellas novelas populares
de Marcial Lafuente Estefanía o de Corín Tellado y adquirir tabaco rubio de
contrabando hasta llevarse unas zapatillas, unos botones o unas medias. Y con
frecuencia, se desarrollaban unas tertulias muy animadas y se intercambiaban
las noticias, sucesos y chismes del pueblo. Nemesia era una vendedora y luchadora
nata donde las hubiese y trabajadora de sol a sol hasta la extenuación. Ella
con su tienda era toda una institución
no solo en el pueblo, sino en todo el valle.
Ese fue a grandes rasgos el territorio de los juegos de infancia de nuestra
pandilla: Antón, Tovarín, Abilio, Joaquinito, Luis Manuel, Felipe, Luis Robla,
Román, Fernando ,yo mismo… Sus dos líderes natos fueron, sin duda, Luis
Mateo y mi hermano Pepín Vaquero. Mientras Luis, dotado de una fecunda y
desbordada imaginación, era el inventor del contenido de muchos de
aquellos juegos, Pepín, lector contumaz y lúcido de todas las novelas,
tebeos, periódicos y libros que pasaban por los anaqueles de la tienda de
nuestra madre los enriquecía y los sabía poner en el contexto cultural
apropiado. Lo cierto es que ambos, Luis y Pepín, han tenido un destino marcado
por aquellos juegos y experiencias infantiles. La imaginación creadora, que,
junto con el don de la palabra precisa y la frase cincelada, caracterizan toda
la obra literaria de Luis Mateo y le han convertido en uno de los mejores
escritores españoles, tuvo, sin duda su germen en aquellos juegos y estos
escenarios. Él mismo siempre ha mantenido que la imaginación no es otra cosa
que la memoria fermentada. Desde luego, Luis no podía ser sino novelista. Por
su parte, la amplia cultura que Pepín pudo adquirir casi por sí solo como
resultado de su voracidad por la lectura y su clara inteligencia le
incentivaron su curiosidad por conocer el mundo y sus diversas culturas y
le llevaron a abandonar su intención de hacer la carrera de medicina e
inclinarse por su vocación de marino con el fin de conocer de primera
mano todo lo que había aprendido en sus lecturas. El destino de mi hermano
estuvo también, pues, marcado por su infancia. No podía ser otra cosa que
marino. Y hasta su trágica muerte no fue sino, como relata Luis en Lunas del Caribe, la
versión cruel y real de uno de aquellos juegos heroicos y trágicos de los
niños del Desván.
Muchas gracias
Me encanta encontrarte por aquí Julio. Entrañable y merecido el panegírico sobre tu madre, Pepe Vaquero, tu hermano, y Luis Mateo. Estoy viendo a tu madre detrás de aquel pequeño mostrador, en aquella abigarrada tienda y a tu padre con el pueblo o abc bajo el brazo, cuando los iba a repartir. Gracias por el recuerdo.
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