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Portada de ka tessis de Pedro Sánchzez |
HACER DE LA NECESIDAD VIRTUD
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
Sin duda es de alabar la dimisión de la
ministra de Sanidad, señora Montón por los problemas derivados de su máster de
la Universidad Rey Juan Carlos. No solo la constatación final del plagio en
gran escala que desarrollaba en su trabajo final de máster, sino las
irregularidades constatadas anteriormente en su expediente exigían esa
dimisión. No es de recibo, pues, ese
intento del gobierno Sánchez de hacer pasar por virtud lo que no fue sino una
necesidad política para quien ha llegado al gobierno ni más ni menos que como
consecuencia del descontento generalizado de políticos y opinión pública por el olor putrefacto que despedían las
sentinas del PP.
Al contrario, a pesar del buen
comienzo de la labor política de la ministra dimisionaria cuyas primeras
medidas trataban de remediar algunas de
las injustas decisiones que durante la
crisis había tomado el gobierno de Rajoy en cuestiones de derechos sanitarios
de los españoles y de los inmigrantes, el que su máster no respondiese a las
más elementales normas de equidad con respecto a los demás alumnos debería de
haber sido más que suficiente para que la ex ministra no se hubiese resistido a
pedir de inmediato por propia voluntad
su dimisión o que el propio Pedro Sánchez se la hubiese demandado.
Tratar ahora de hacer de la
necesidad virtud desmerece en gran medida la decisión tardía y hasta cierto
punto resistida de la ministra dimisionaria y
el potencial que la misma hubiese
tenido de ser inmediata y voluntaria para pedir responsabilidades políticas al
actual líder del PP Pablo Casado por las presuntas irregularidades que pudiera
haberse dado en el suyo.
Porque, como todos los másteres impartidos y aprobados por el Instituto-
chiringuito del señor Álvarez Conde a políticos en tiempo de merecer, el del
señor Casado huele también mal y el hecho de que tampoco el suyo haya pasado
por la prueba del algodón de enseñar el
contenido del trabajo final hace pensar mal a muchos. Más allá de la peregrina
argumentación del dirigente del PP, el señor Maroto, que mantiene que Casado
como cualquier español corriente no tiene por qué hacerlo porque en tal
caso sería inmiscuirse en su ámbito privado. Sin duda, un español corriente no,
pero un dirigente político cuya credibilidad
está puesta en juego debería hacerlo aunque sólo fuese para la
tranquilidad de sus propios seguidores. Como también debería hacerlo el propio
presidente Sánchez con su tesis doctoral puesta también en entredicho ahora al
calor de los problemas habidos con los másteres.
Todos
estos episodios sobre los discutidos másteres de políticos del citado
instituto de la Universidad Rey Juan Carlos que ya han causado la dimisión de una
presidenta de Comunidad, el de una ministra y está poniendo en aprietos al
líder del principal partido de la oposición, nos obligan a los ciudadanos a
hacernos muchas preguntas. ¿Cómo es
posible que los servicios de inspección de una universidad pública no tuviesen
bajo control tales desmanes que suponían no sólo irregularidades de bulto sobre
las actividades de tal instituto que funcionaba, visto lo visto, como un expendedor de títulos vacíos de contenido
académico para una determinada élite política? ¿Qué obtenían o que esperaban
obtener a cambio? ¿Es posible que pueda
existir tal descontrol en los títulos de máster de otras universidades públicas
españolas? ¿Y en las privadas? ¿Tales títulos se han convertido o se están
convirtiendo en algunas universidades únicamente en un negocio como presuntamente
ocurría en el caso del citado instituto
de la universidad Rey Juan Carlos (en la que, por cierto, sus
autoridades ya debían estar alerta, porque ya se había denunciado un caso de
plagio en una publicación atribuido nada
menos que a su ex rector, el señor Suárez), negocio no sólo de ingresos monetarios sino también de
mercadeo de influencias?
Poner fin a episodios como éstos
y controlar la limpieza, idoneidad y equidad de los estudios universitarios
debe ser, visto lo visto, una de las principales y inexcusable tareas de
muestras autoridades académicas y esto debe hacerse en un contexto en el que
sus actividades pasen también por un control público y democrático de los
representantes de la ciudadanía que haya en sus órganos directivos. Será, sin
duda, la única manera de que desaparezcan las dudas e intranquilidad que estos
casos están causando entre los ciudadanos.
(Publicado en las páginas de
opinión de La Nueva España, de Oviedo)
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