VEINTE AÑOS QUE CAMBIARON EL MUNDO
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EL CRÍTICO JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS |
De la caída
del Muro, como símbolo de la implosión del socialismo real, a la actual debacle
financiera del capitalismo globalizado. Esos dos relevantes acontecimientos históricos podrían servir parpa
enmarcar en el plano de la
historia mundial los límites del tiempo
histórico transcurrido durante esas 815 singladuras
semanales de los veinte años de
vida que ha cumplido “Cultura”. Entre
uno y otro la historia se ha acelerado
vertiginosamente y los cambios han sido tan profundos que la nueva realidad
histórica poco tiene que ver ya con la surgida tras la Segunda Guerra Mundial.
Si dejamos a
un lado esa miríada de importantes acontecimientos que han jalonado ese periodo
de veinte años y descendemos al plano de los cambios profundos que les dan sentido y nos permiten, al menos,
darles explicaciones tentativas, debemos referirnos, en primer lugar, al paso
del anterior capitalismo liberal a la
forma de capitalismo globalizado neoliberal con el que se ha intentado superar
la crisis de acumulación que en los
setenta sufrió aquél.
El llamado Consenso de Washington dio
carta de naturaleza formal a ese casino global en que se convirtió la economía globalizada.
La “financiarización” (esto es, la hipertrofia del dinero como su principal
mercancía), la desregulación, la privatización y la mercantilización de todos
los aspectos de la vida fueron sus
principales instrumentos. El incremento
de desigualdad internacional y dentro de los estados en el
reparto de la riqueza, su consecuencia
.económica.
A
su vez, el catálogo de sus consecuencias sociales es innumerable: el
empobrecimiento de amplias capas de la población asalariada frente al
enriquecimiento desmesurado de una elite económica; los drásticos recortes,
cuando no el desmantelamiento, del estado de bienestar erigido por el
liberalismo embridado anterior; la aparición del trabajador desechable y flexible como modelo
de las relaciones laborales a escala mundial; la vuelta a las condiciones
decimonónicas de explotación de la clase
obrera en las economías de los Estados emergentes del este de Asia y América
Latina, pero también en determinados sectores industriales de los países más
desarrollados y, en fin, la emigración masiva como válvula de escape ante tanta pobreza y la
intensificación de la degradación ambiental que permite ya hablar de un cambio
climático en marcha..
En el plano cultural, la economía
globalizada ha sido el caldo de cultivo
para la extensión e intensificación de la
mentalidad consumista que refleja la máxima
“del compro, luego existo”, a la vez que ha potenciado eso que se ha
llamado la “macdonalización” del mundo, esto es, la difusión del modelo de vida homogéneo y estandarizado de Occidente y
que, por reacción, ha provocado el surgimiento de los fundamentalismos de signo
musulmán y cristiano. Y en el campo
concreto de la “alta cultura”, el
neoliberalismo ha venido envuelto en el decorativo celofán del postmodernismo
con su “pensamiento débíl” en lo científico y su énfasis en lo virtual sobre lo
“real” Condición necesaria para esa
globalización económica y cultural ha sido el gran desarrollo que han alcanzado
las tecnologías de la información con la red de redes a la cabeza.
Todas esas transformaciones han tenido su
correlato en el plano de la realidad política. Hemos asistido al final del
Segundo Mundo y del Tercer Mundo tal y como lo conocíamos, y a la aparición del Cuarto Mundo, que ahora anida también
dentro del Primero La caída del
socialismo real y el fin de los bloques no
han dado lugar a la globalización del orden político mundial. Pero sí a la reconversión de Estados Unidos, como garante
del capitalismo global y en manifiesto declive económico, en un nuevo imperio,
sobre todo, a partir del Gran Acontecimiento de esta etapa, el 11 S. China
comunista se ha convertido en estos años no sólo en el “ taller del mundo”, sino en su
principal acreedor. Y la Unión Europea, que se ha ampliado con los
países de Europa del Este, ha perdido parte de su impulso político interno y se
ha subido también a la cresta de ola
neoliberal, de la que trata de descolgarse un nutrido grupo de países
latinoamericanos. En fin, ni la oposición a esa deriva neoliberal, ni las
guerras ni la democracia son ya lo que eran.
Estos profundos cambios ocurridos a lo largo de la vida de “Cultura”,
han cambiado el mundo y han traído, no el final de la historia que nos vaticinó
Fukuyama, sino todo lo contrario: su aceleración vertiginosa. Y en estos
últimos días, con el colapso del sistema financiero mundial, nos ha puesto
a las puertas de una nueva y dolorosa
realidad y ante el fin de muchas falsas
ilusiones.
De todo ello he tratado en estas páginas culturales a lo largo de estos dos
decenios comentando libros de Hobsbawn.,
Arrighi, Negri y Hart, Gowan, Harvey, Eagleton, Kaldor, Anderson,.Said,
Sampedro, Taibo y,,,, tantos y tantos otros. No podrán decir mis lectores,
creo, que en esos comentarios, no les avisé de que las cosas no eran
tal y como parecían y que había
bastantes indicios de que podrían ir a peor. Y en esa tarea seguiré, si estas
páginas me siguen dando albergue y ustedes tienen a bien seguir dispensándome
su atención. Si es posible, otros veinte años.
PUBLICADO EN EL SUPLEMENTO CULTURAL DE LA
NUEVA ESPAÑA, DE OVIEDO)
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